viernes, 20 de agosto de 2010

El besoráh de Jesuah nostrí, según el goy Lucano

"Toda guevurah me es dada en ha-shamayim y en ha-arets. Por lo tanto, id y haced también talmidim de todos los goyim, sumergiéndolos ha-shem del Avva, y del Ben y del Ruaj ha-Kodesh; enseñándoles que guarden todo lo que os he ordenado; y fijaos en que estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del olam ha-ze. Amén"

La conversión de S. Pablo (V. Berdusán)
Con este párrafo termina el libro que acabo de leer cuyo título es “El Hijo del Hombre” La historia de Jesús contada por sus discípulos desconocidos; su autor César Vidal.

Se trata de una novela que narra los contactos e indagaciones del discípulo de San Pablo, el evangelista San Lucas (Lucano) para escribir el tercer evangelio, al que se ciñe exactamente sin hacer ningún añadido. La novela es posible que pudiera llegar a enganchar al lector si estuviese escrita en un lenguaje habitual, sin embargo es prácticamente imposible de seguir. En cada página hay de cuatro a diez palabras que hay que buscar en el glosario existente al comienzo del libro. César Vidal nos da una lección de erudición, pero así no hay quien se concentre en la historia por muy conocida que esta sea.

Hago esta crítica como lector normal. No entro en su calidad, que seguramente la tiene. Otros con más autoridad que yo opinarán sobre ella. Esto es un aviso a navegantes y el párrafo con el que doy comienzo a esta entrada es significativo. Hay numerosos muy parecidos.

¡Ah, se me olvidaba! El título de este post: El evangelio de Jesús de Nazaret, según el infiel Lucas.

¡¡Para mear y no echar gota!! (con perdón).

1 comentario:

  1. No he leído esta novela ni creo que lo haga. A estas alturas de la vida innovar sobre la historia de Jesucristo no es tarea fácil, y qué mejor que complicando al lector con frases tomadas de otra lengua para darle mayor halo de misterio, veracidad y erudición. César Vidal, de confesión protestante, quiere jugar a teólogo y me parece que el espacio de una novela no es el idóneo para jugar a científico: el lector de una novela no busca ciencia, sino evasión.

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