sábado, 28 de septiembre de 2013

Tiendas con solera

En nuestro último viaje, durante nuestra corta estancia en Huesca, tras la visita al Museo Provincial, la catedral y la iglesia de San Pedro El viejo, tuvimos un tiempo libre para patear un poco por la ciudad y tomar un aperitivo. 

Recalamos en la plaza del Mercado, muy cercana a este último templo, en la que se encuentra el establecimiento Ultramarinos La Confianza, el más antiguo de España en activo. Llamamos en España ultramarinos o coloniales a los comercios donde se expenden todo tipo de alimentos y otros productos para el hogar.

Penetramos en la tienda y, en verdad, merece ser contemplada. Es más bien estrecha y alargada, tiene el sabor de lo antiguo, mas no de lo viejo. Todos los productos expuestos se encuentran colocados con sumo gusto y orden, cada cosa en su sitio. Da la sensación de una gran limpieza, llamando poderosamente la atención el techo pintado, que es una maravilla por su colorido.



Todo muy ordenadito en "La Confianza"
Este local abrió sus puertas en 1871 como sedería y mercería, a los pocos años se amplió a la venta de productos traídos de ultramar, los que hoy día llamaríamos delicatessen. Durante tan dilatada andadura, ha tenido varios propietarios hasta adquirirlo los padres de los actuales titulares. Hice algunas fotos pero no compré nada, a pesar de ser productos de gran calidad, en especial el bacalao y el chocolate.

El techo mereció mi atención
Por asociación de ideas, me vino a la memoria otra abacería que descubrí en la villa avulense de Piedrahita durante un viaje emprendido a Cáceres. No pude ver su interior por encontrarse cerrada a esa hora. Estábamos dando un paseo después de comer, pues con ese fin nos habíamos detenido en esa población.


El establecimiento de Piedrahita
Una cosa lleva a la otra y esto me ha dado pie a poner en práctica un proyecto que venía rumiando desde hace algún tiempo.  De mañana he salido a dar un paseo con una idea bullendo en mi cabeza: mostrar un par de establecimientos tudelanos que también poseen ese sabor añejo. Si no me equivoco, tan sólo quedan dos, los demás han ido desapareciendo o transformándose en modernas instalaciones. Ambos se encuentran el la muy céntrica calle tudelana de Concarera.

La calle Concarera de Tudela
Atravesada la Plaza Nueva, enfilo la calle y me topo con el primero de estos comercios: Novedades Álava. Entro y veo que tengo suerte, solamente hay una clienta.


Calle Concarera. "Las Álavas"
Observo mientras espero. "Las Álavas", como lo conocemos todos en Tudela, es un local muy pequeño, un si es no es abigarrado y un tanto agobiante. Frente a mí, detrás del mostrador con vitrinas, unas estanterías que ocupan toda la pared llenas de cajoncitos en cuyo frente se exhiben todo tipo de botones, de variados colores, tamaños y materiales. Así mismo, se exponen la vista toda clase de hilos, cintas, cremalleras, lanas, puntillas, encajes, pasamanerías etc. Se trata de una mercería muy especializada. La clienta ha concluido, paga el importe de su compra, dos euros con cuarenta, y se marcha.

Está a la vista lo que aquí se vende
Le pido autorización para hacer unas fotos a lo que accede sin poner ningún reparo. A mis preguntas, Ana María Arregui Álava, la propietaria, responde con cortesía que lleva abierta, sin ninguna interrupción, desde el año 1945. La regentó su madre Ángela Álava con ayuda de sus hermanas María y Ana Cármen, aunque la titularidad la tenía su abuela.


Hilos, cintas, etc.
Son sesenta y ocho años facilitando a sus clientas los mismos productos de costura, lo que dice mucho de la profesionalidad de quienes la regentan. Sé que antaño cogían puntos de media, pero se me olvida preguntarle si hoy día todavía lo hacen. En la actualidad, atienden al público ella y una empleada a la que siempre he visto allí. Entran nuevas clientas y, como mi último deseo es molestar, me despido de ellas, agradeciéndoles su amabilidad, y salgo a la calle para proseguir con mi papel de reportero aficionado.

Tejidos Castillo hacia finales del XIX o principios del XX
A escasos treinta metros, en el mismo lado de la calle, haciendo esquina con la Plaza del Mercado, se encuentra el comercio más antiguo de nuestra ciudad: Tejidos Castillo, "Los Castillos" como los conocemos todos. Aunque la fachada está arreglada, guarda la estructura, puertas, escaparates, mostradores, pilares y estanterías con la configuración original.


Tejidos Castillo en la actualidad
Empujo la puerta y entro. Enrique, mi compañero de fatigas en la javierada, uno de los dueños del negocio, enseña una pieza de tela extendida a una señora. A éste no le pido permiso para las fotos, puesto que está avisado desde hace meses, y empiezo a disparar a diestro y siniestro.


La tienda remozada tal cual era
Observo la tienda, es bonita y luminosa, toda bien ordenada, las telas en sus anaqueles, los curvilíneos mostradores de madera revelan el brillo impecable del barniz y, en el fondo de la izquierda, la caja registradora, a cuyo frente, en ese momento, se encuentra su hermano Martín.


Enrique atendiendo, que no despachando.
Me dirijo a unas escaleras de caracol, también de madera, situadas en el fondo de la derecha y subo a la segunda planta. Una decoración similar a la de abajo, algo más sencilla, con unas columnas de hierro sustentando el techo. Al fondo una puerta da a dependencias interiores y a otras escaleras para acceder al piso superior, una especie de almacén para los artículos.

La escalera de caracol


El primer piso
Bajo y veo que Enrique ya se ha quedado libre. Le invito a un café con la idea de hacerle una entrevista. Le comenta algo a su hermano y nos vamos. Nos sentamos en la terraza del Aragón, en la Plaza Nueva. Yo un cortado, y él una caña.

- Enrique, ¿desde cuando tenéis la tienda?
- La abrió mi bisabuelo Saturnino Castillo en 1891. Nosotros, los González Castillo, somos ya la cuarta generación.
- Supongo que sin interrupción desde entonces y vendiendo lo mismo.
- Sí, vendemos esencialmente telas. Hace años vendíamos mantas, e incluso sacos, ahora seguimos con los tejidos pero ya tenemos ropa interior de caballero, pijamas, toallas, edredones, boinas... en fin, toda clase de artículos textiles.
- Habéis reformado el local, ¿verdad?
- Así es, hace unos veinticinco años. En aquella época, cuando se hacía una reforma, se destruía todo lo anterior y se erigía algo nuevo, un comercio moderno, con decoración muy del momento, imagino que ahora se hace lo mismo. Así desaparecieron todos los antiguos establecimientos. Nosotros quisimos conservar en todo lo posible el aspecto original de la tienda y creo que lo conseguimos.
- ¿Cómo va el negocio? Sospecho que ayudará ser los únicos en la zona.
- Vamos sorteando la situación. Ya sabes que hoy día muy pocas mujeres saben coser como antes, y los sastres y modistas prácticamente han desaparecido. Por eso hemos diversificado más los artículos. Los carnavales, colegios y grupos de teatro nos vienen bien al proporcionarnos clientela.
- Recuerdo que, tiempo atrás, teníais varios empleados, incluso un cuñado mío trabajó con vosotros.
- Sí, ya sé quién es. Llegamos a ocupar a más de ocho personas. También teníamos viajantes que marchaban por los alrededores vendiendo y llevando nuestros géneros. Me acuerdo de haber ido, en un carro con mi abuelo, a entregar mercancías en algunas poblaciones de nuestro radio de acción. En la actualidad solamente estamos mi hermano Martín y yo, contando con la ayuda de una empleada.

Martín en plena faena
Enrique habla pausadamente, alternado las palabras con algún sorbo de cerveza, con un acento -deje, decimos nosotros- muy tudelano. Comentamos nuestro casual encuentro en Jaca, hace veinte días, visitando la catedral. Me intereso por sus vacaciones en Broto. Indiferentes a lo que sucede en derredor, la conversación es distendida, franca, muy amigable y disfruto con ella.

- ¿Te han avisado de que en octubre tenemos la subida al Yugo? - me dice.
- Sí, pero no puedo ir. Tengo previsto un viaje a Marruecos en esas fechas. Ya lo siento.

Debe acudir a sus obligaciones, no como algunos que estamos de vacaciones continuas. Dado que conoce el motivo de esta entrevista, asumo mi compromiso de mantenerle informado. Nos despedimos hasta otra ocasión.

Entre una cosa y otra se ha pasado la mañana. Creo que tengo ya material suficiente, y es la hora de marchar para casa, no sin antes pasar por la tahona a recoger el pan nuestro de cada día.  

martes, 24 de septiembre de 2013

El Puente del Infierno

Abandonamos Roda de Isábena después de comer en el precioso refectorio de su catedral. Dejamos atrás Graus para dirigirnos al Monasterio de Torreciudad. A mitad del camino, a la entrada de un túnel, el autocar hace una parada en un ensanche de la carretera e Ismael, nuestro guía, tal como nos había prometido por la mañana al pasar por este lugar, sugiere un pequeño paseo, para todo el que lo desee, con el fin de contemplar un puente románico.

Mi mujer, con las rodillas doloridas, permanece en el autobús y yo me uno a los que decididamente han tomado una trocha descendente entre una vorágine verde. Un rótulo junto a la calzada nos indica que se trata del Puente de la Sierra, S. XII, más conocido como el Puente del Infierno.

El sendero, a los pies de las elevadas y puntiagudas rocas de las Agujas de Olvena, con una suave inclinación, nos sitúa en un descansillo al borde de un precipicio.

Camino del Puente del Infierno
Las Agujas de Olvena
Un puente estrecho, de un solo arco, cruza de un lado al otro. Me sitúo en el centro venciendo la sensación de vértigo ya que el pretil es muy bajo. Las rocas, prolongación de las nubes,  descienden hasta el abismo donde discurren tranquilas las aguas verde esmeralda del río Ésera en busca de la comunión con el Cinca.

El Puente del Infierno

La sombra del puente se asoma al abismo
La profundidad del desfiladero pugna con la altitud de los farallones, en cuyas crestas el rojo de las rocas se ve alterado por el color blancuzco de los excrementos de los buitres que sobrevuelan la garganta. Paso al otro lado y busco un lugar propicio para hacer unas fotos a mis compañeros situados sobre el puente.

Consigo fotografiar a mis compañeros
Voy mirando con cien ojos dónde pongo los pies porque un pequeño resbalón puede ser muy peligroso por la cercanía del despeñadero. Desde aquí veo la estrecha senda tallada en la roca, continuación del camino por el que hemos accedido, y la sirga metálica que sirve de ayuda para transitar por ella.

Miro a un lado

Miro al otro lado

Mis compañeros ya están de regreso hacia el autocar. Cruzo el puente para unirme a ellos y me olvido de la vereda que, junto con la maroma, se pierde entre la maleza.

De regreso, atravieso de nuevo el puente

El Ésera desaparece en el congosto
La espectacularidad y grandiosidad de este rincón del pirineo aragonés sobrecoge.  Recibe el nombre de Congosto de Olvena por la cercanía de esa localidad oscense, situada en la ladera de una peña, desde la que se obtienen unas excelentes vistas sobre el río Ésera, salida natural de la comarca de Graus hacia tierras más llanas.

En Navarra los congostos se llaman foces. Las más conocidas son la Foz de Lumbier y la Foz de Arbayún.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Consecuencias de viajar

Últimamente, los viajes emprendidos me suscitan el deseo de leer algo, más bien novelas, relacionado con el lugar visitado. No recuerdo muy bien cuándo me surgió el primer impulso de hacer ésto que ya se ha consolidado como una costumbre. Quizás fue cuando comencé a viajar con cierta regularidad. Además, no siempre son nuevas lecturas, sino que, en numerosas ocasiones, se trata de obras leídas con anterioridad.

Unos breves días en Valencia, con motivo de un viaje para conocer las fallas, hicieron resurgir mi deseo de volver a leer Cañas y barro,  de Vicente Blasco Ibáñez.

Después de mi recorrido por Italia, A los pies de Venus, de Blasco Ibáñez, y Los Borgia, de Mario Puzo, fueron los elegidos. Un par de meses mas tarde, Sinué el egipcio, de Mika Waltari, me situó de nuevo en el país del Nilo.

San Juan de Letrán en la Roma de los Borgia

Egipto, el país de Sinué
Mi periplo por la volcánica Lanzarote fue la causa de una nueva lectura de Océano, la primera entrega  de la trilogía de los Maradentro, escrita por Alberto Vázquez Figueroa,  lo que, por otra parte, me dictó una de mis entradas hace ya algún tiempo. 

Timanfaya, escenario de Océano
El viaje a Rusia me sugirió Ana Karenina, de León Tolstoi, posiblemente porque la protagonista está inspirada en la hija del poeta Alexander Pushkin, pero la idea no cuajó y me conformé con visionar de nuevo la pelicula Doctor Zhivago, una de mis favoritas.

Monumeto a Pushkin en Moscú
De mi recorrido por Austria surgió la idea de la película Sonrisas y lágrimas, desechando Sissi por razones obvias, pero el triste final de ese viaje me quitó las ganas de todo y el tema se enfrió, estando pendiente todavía sin ningún deseo de acometerlo.

Monumento a Sissi en Viena
De Croacia me traje el propósito de leer Un puente sobre el Drina, de Ivo Andric, influido por nuestro guía croata al visitar la ciudad de Móstar y su reconstruido puente. Transcurrido algún tiempo en busca de la novela, conseguí hacerme con ella y cumplir lo propuesto.

El puente de Mostar  similar al del Drina
Mi incursión en la Cueva de Montesinos, durante mi estancia manchega para visitar las Lagunas de Ruidera, fue la causante de mi cuarta lectura de las aventuras de Don Quijote de la Mancha. Soy consciente de que algunos tienen atravesada la novela de Cervantes, sin embargo a mi me gusta echarle una ojeada de vez en cuando y vuelvo con frecuencia sobre ella.

Los molinos de la aventura de los gigantes
El paso cerca de Tudanca en las recientes vacaciones en Cantabria me han hecho volver a la "Tablanca" de Peñas Arriba, de José María Pereda, una de las lecturas de mi juventud.

Las peñas arriba de Pereda
La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, me ha acompañado durante unas horas nocturnas en el reciente recorrido por el Pirineo oscense, en el que existen tantos pueblos abandonados como Ainielle, donde el autor sitúa a Andrés, su protagonista.

En Ordesa no se ha iniciado la lluvia amarilla aún
Como consecuencia de las vacaciones del pasado año en Asturias, ahora me encuentro centrado en La Regenta, de Leopoldo Alas "Clarín", transitando por las calles de "Vetusta", la Oviedo lluviosa que conocí en aquella ocasión. Una relectura varias veces pospuesta sin saber exactamente la causa.

El lluvioso Oviedo de la Regenta
Con éste hábito adquirido, rememoro los puntos visitados, es causa de nuevas satisfacciones y  origina que los buenos momentos vividos se prolonguen en el tiempo, haciendo más difícil el olvido. Como ya dije en otra ocasión, sin duda, el conocimiento de los lugares en los que se desarrolla la acción de un relato da a su lectura una nueva dimensión.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Paseo por Ordesa

Acabo de regresar de un corto viaje por el Pirineo oscense, durante el cual he tenido la oportunidad de repetir un recorrido que ya había realizado hace más de veinticinco años, aunque esta vez no ha sido tan extenso como en aquella ocasión. El tiempo no pasa en vano y las fuerzas ya no son las mismas. 

El autobús de servicio que tomamos en Torla nos situó en la pradera del parque y de allí hice la ascensión por la margen izquierda del río Arazas, atravesando un espléndido hayedo. Después crucé por un puentecito a la margen derecha y muy pronto alcancé la cascada de la cueva y más tarde la del Estrecho. En este lugar inicié el retorno por la margen derecha. Teníamos contratada la comida en Torla para las dos de la tarde y había que contar con el autobús de vuelta. En total dos horas y media de caminar tampoco está mal.

Me siento incapaz de describir las bellezas de este espacio, por tanto voy a incluir unas cuantas imágenes de este lugar paradisiaco. Aquí están: 

Circo de Cotatuero

Impresionantes farallones

Cascada de la cueva

Cascada del estrecho

Un mirador

El río Arazas

Un escorredero

Flora diversa

Unas setas

El río que prosigue

Un hermoso árbol

Flor e insecto


Guardianes a derecha
e izquierda.
Espero haber podido trasmitir con estas fotografías la espectacularidad de este enclave declarado Parque Nacional desde el 16 de agosto de 1918. Su nombre oficial a partir de 1982 es el de Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y también ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.


LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...