martes, 23 de diciembre de 2014

Mis deseos



¡Feliz Navidad! 
Eguberri on!
¡Bon Nadal
Bo Nadal!
¡Feliz Nadal!
¡Felices Navidaes!


sábado, 20 de diciembre de 2014

Una de toreros

El tema taurino, de unos años a esta parte, se percibe calentito y la Fiesta Nacional entró en capilla, hace ya tiempo que está de capa caída y son muy pocos los que le echan un capote. Personalmente, no me siento ni taurófilo ni taurófobo, más bien indiferente, vamos que el tema lo veo desde la barrera. En mi poco autorizada opinión, la "fiesta" no precisa de muchos bajonazos para doblar las manos; carece de suficiente trapío para estímular la querencia de las nuevas generaciones que en su momento dieron la espantá dedicándose al acoso y derribo y entienden por "casta" a otra muy distinta de la de los bureles que se prueba en las tientas. Los que se consideran aficionados  ya pueden atarse bien los machos, estar al quite, bregarse, embraguetarse, cargar la suerte y coger el toro por los cuernos, entrando al trapo en corto y por derecho, sin escurrir el bulto; de lo contrario, con las últimas estocadas hasta la bola, recibidas en todo lo alto, debido a las decisiones de Canarias y Cataluña, les va a coger el toro, recibiendo un revolcón e incluso una cornada. Si el tiempo no lo impide y con permiso de la autoridad, a la "fiesta" le ha llegado la hora de la verdad y, aunque se crezca en el castigo, poco le resta para, en la suerte suprema, recibir la puntilla y estar para el arrastre .

Plaza de toros de Tudela

A pesar de todo esto, si durante los festejos de la feria de Tudela estamos en la ciudad, suelo acompañar a mi mujer, que sí es aficionada. Me entretienen los comentarios, el ambiente, los pasodobles, la música de los gaiteros y la merienda. De lo que sucede en el ruedo paso olímpicamente y, a las primeras de cambio, doy un quiebro e inicio una nueva faena en la que me encanta el brindis.

En esta inclinación de mi mujer supongo que alguna influencia tendrá su herencia familiar ya que el padre de su abuela paterna lo era también de los diestros navarros Julián e Isidro Marín, aunque éstos de madre distinta. La numerosa prole de Bernabé Marín estaba compuesta por diez hijos habidos con Matías Magaña, su primera esposa, y ocho con Amalia Arnedo, la segunda. Nada más y nada menos que dieciocho vástagos. ¡Qué tiempos aquellos!


Julián Marín Arnedo (1920-2000)

Julián Marín Arnedo, el león navarro
Julián Marín Arnedo. Nació en Tudela el catorce de octubre de 1920. Tomó la alternativa en Pamplona el siete de julio de 1943 con Pepe Bienvenida y Manolete. Gozó de gran cartel en Barcelona y Valencia, donde cosechó sus mayores triunfos. Sin duda ha sido el torero de a pié más destacado y popular que haya dado Navarra. Según cuentan, de reconocida valentía, impavidez y arrojo.

Se codeó con los mejores toreros del momento: Manolete, Bienvenida, Cañitas, Arruza, Domingo Ortega, Armillita etc., en fin, con todos los grandes. Toreó también dos temporadas en Colombia y Venezuela.

Tras cortarse la coleta en 1953 abrió, contiguo al Hotel La Unión, un negocio de bar al que puso por nombre La Bolera debido a las pistas que tenía para este juego. Tuvo un gran éxito y allí recalaban todos los artistas, toreros  y amigos que pasaban por Tudela. Había así mismo un salón de baile que frecuentábamos los jóvenes los domingos para lo que hoy sería ligar; entonces no se salía los sábados. Se cerró por jubilación del propietario en 1975 y hace ya muchos años que tanto La Bolera como el Hotel La Unión desaparecieron construyéndose un bloque de viviendas en el solar en el que se ubicaban.

A partir de entonces llevó una vida de lo más apacible pero, trascurridos algunos años, una larga enfermedad lo dejó postrado y el día nueve de diciembre del año 2000 falleció en la residencia de ancianos de San Adrián. Fue enterrado en nuestra ciudad.


Isidro Marín Arnedo (1926-1991)

Isidro Marín Arnedo
Isidro Marín Arnedo. Nació también en Tudela el quince de mayo de 1926. Su hermano Julián le dio la alternativa en Pamplona el día once de julio de 1951. Cosío al referirse a él lo califica como torero valiente, bullidor, con mucho arte y una gran voluntad. La fatalidad se cruzó en su camino y el quince de agosto de 1952 sufrió una gravísima cornada en Játiva que le seccionó las venas safena y femoral y lo tuvo entre la vida y la muerte varios días. Una segunda cogida casi tan grave como la anterior lo alejó de los ruedos. Fue un diestro sin suerte.

En noviembre de 1957, dando pruebas de una gran solidaridad, emprendió una marcha a pié desde Pamplona a Valencia pidiendo donativos en favor de los damnificados por las graves inundaciones habidas en esa capital.

Se retiró en 1961, trabajó en un matadero industrial de aves en Tudela y durante algunos años fue doblador del encierro en Pamplona donde falleció el once de diciembre de 1991.

En la actualidad, estos toreros, cuyos aniversarios de muerte se han cumplido durante este mismo mes, son prácticamente desconocidos pero, hasta hace bien poco tiempo, en Navarra los Marín eran un referente; tanto como hoy día lo es el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. A mi suegro todo el mundo le llamaba Marín, a pesar de ser su segundo apellido, y a mi mujer, días pasados, todavía alguien la llamó "Marina". 


En mi familia, las aficiones taurinas han concluido con mi cónyuge puesto que mis hijos no las han heredado, más bien se declaran antitaurinos y su relativo parentesco con los toreros les trae sin cuidado. Por ende, de la forma que yo más disfruto de estos animales es en estofado. El rabo de toro con verduritas es un plato digno de la mesa más excelsa.

martes, 9 de diciembre de 2014

De lagos por Italia. Maggiore



Tras nuestro recorrido por Padua, Venecia, Verona, Rávena, Bolonia, Módena y de nuevo Milán, sentamos nuestros reales en Arona, a orillas de este lago que, con sus 66 kilómetros de longitud, es el segundo en extensión detrás del Garda. Fuimos caminando desde el hotel hasta el embarcadero en una mañana gris, precursora de lluvia, en que la niebla apenas dejaba entrever las orillas. En esta ocasión fueron dos los barcos que utilizamos para la navegación.


Nuestra partida de Arona
Poco después de dejar atrás la lejana silueta de nuestro hotel, camino ya de las islas Borromeas, vislumbramos entre la bruma la gigantesca estatua de San Carlos Borromeo con su color de cobre oxidado mimetizándose con el paisaje.

Jardines de Isla Bella
Tres cuartos de hora duró la travesía hasta arribar a la primera de las islas que íbamos a visitar: Isla Bella, Isola Bella, como rezaba un letrero cuando desembarcamos. En la pequeña isla se asienta el majestuoso Palacio Borromeo, con unos preciosos jardines a la italiana del periodo barroco y un reducido poblado de pescadores.


Llegada al Palacio de  Isla Bella
Dimos comienzo por la mansión de los Borromeo y fuimos recorriendo una a una todas las habitaciones, admirando la decoración, el mobiliario, las vajillas, la pinacoteca, las lámparas... 

Interior del Palacio

Una de las estancias
Atravesamos unas estancias decoradas con extrañas rocas, salimos al jardín y por unas escalinatas nos situamos en la terraza superior donde pudimos contemplar numerosas fuentes adornando una especie de retablo barroco en el que, situadas en hornacinas, así como en la parte superior, descansaba una variada colección de estatuas de personajes mitológicos, coronados por un majestuoso y desafiante unicornio.

Una extraña decoración

La terraza superior

Los parterres descendían en terrazas escalonadas, llenas de flores y plantas exóticas,  hacia las olas que rompían contra los muros, al tiempo que unos faisanes blancos picoteaban entre el verde del césped. A través de las aberturas que dejaban los nubarrones de la ribera del lago se adivinaban los Alpes, oscurecidos en un día plomizo.

Las estatuas contemplan impávidas una de las orillas desde Isla Bella
Mientras algunos hacían compras, aprovechamos para degustar una cerveza en una terraza junto a la orilla, contemplando el monótono ir y venir de las olas, esperando el traslado a la cercana isla de los pescadores.

La Isla de los pescadores
Pasamos a la diminuta isla de los pescadores, Isola dei pescatori. Un corto paseo por sus estrechas y tortuosas callejuelas, una breve parada en su iglesia y a comer. Pasta, por supuesto, y pescado. Después de los cafés, tomamos una copita de grappa que nos servimos de un botellón de dos litros que puso ante nosotros la dueña del ristorante. Excelente, por cierto.

Llegada a Isla Madre
Embarcamos de nuevo y, dejando atrás las dos islas, nos dirigimos a Isla Madre, Isola Madre, la mayor del archípiélago borromeo. Allí el palacio del siglo XVI se encuentra inmerso y en un exuberante jardín botánico a la inglesa, con una frondosa vegetación en la que descuellan las azaleas, las camelias y las palmeras.

Un faisán mira sorprendido

Otro nos ignora

Mientras hacíamos el recorrido, unos faisanes de vivos colores correteaban y se perseguían unos a otros, en tanto otros blancos se pavoneaban junto a los árboles.

Este posa coqueto

En la plaza, delante del palacio, contemplamos un enorme árbol sujeto por grandes sirgas. Se trata de un ciprés de Cachermira, símbolo de Isla Madre, nacido de semillas traídas de la región del Himalaya en 1862. A este ciprés lo abatió un tornado en junio de 2006, fue replantado de nuevo y se encuentra en periodo de recuperación.

El ciprés de Cachemira

La delicia del jardín

Visitamos el palacio, no tan espectacular como el de Isla Bella, pero si muy interesante en el que destaca su colección de porcelanas. A resaltar una sala con un escenario para teatro de marionetas. A la salida, en el jardín, se encuentra una pequeña capilla dedicada a San Carlos Borromeo, cuya festividad celebrábamos los bancarios el cuatro de noviembre.

El teatro de marionetas

La capilla de San Carlos Borromeo

Volvimos a embarcar y nos encaminamos a la población de Stresa, a orillas del lago. Rodeada de las altas cumbres de los Alpes piamonteses, es una ciudad coqueta que cautivó en el siglo XIX a la alta burguesía y al empresariado de Italia, que todavía conserva el esplendor pasado de sus villas y palacetes. Ernest Heminway, fascinado por el encanto de sus aguas azules y el verde de sus montañas, eligió este lugar como escenario de su novela Adiós a las armas.

Stresa desde Isla Bella
Su casco histórico se recorre en pocos minutos. Cansados del ajetreo del día, nos sentamos en una terraza para practicar nuestro deporte favorito: levantamiento de vidrio sobre barra libre; claro está, el vidrio rebosante de birra.

Anochecía cuando tomamos de nuevo el barco para volver a nuestro hotel. Durante la travesía traté de descubrir, entre las negras sombras de las montañas, la estatua verdiazul de Don Carlone. Vano empeño, había sido devorada por la oscuridad. Al desembarcar en Arona, era noche cerrada, como boca de lobo, y caía una lluvia fina y persistente.

Entradas relacionadas:
De lagos por Italia. Garda
De lagos por Italia. Como
De lagos por Italia. D'Orta

domingo, 7 de diciembre de 2014

El indiano

En esta corta novela, se nos narra la vida de un componente de esa especie, ya extinguida, que fueron los indianos, aquellos aventureros emprendedores que, a su vuelta, plantaron en sus lugares de origen unas magníficas y ostentosas mansiones. Ejemplos de estas casas las tenemos por toda nuestra geografía pero donde más he visto ha sido en Galicia, Asturias, Cantabria y Navarra.

De vuelta a España, Tarsicio Báguena se casa con Beatriz, mujer altiva y de mucho carácter, que acaba con sus ilusiones, a la que construye una magnífica mansión con la fortuna alcanzada allende los mares. Inmerso en una trama de especulación inmobiliaria en la costa del Mediterráneo y de blanqueo de capitales, Tarsicio comienza a desgranar las peripecias de su existencia a Paco, su chofer, amigo y colaborador fiel. Tras una infancia en la que se ve perseguido por su maestro, un falangista pederasta, huye al matarlo accidentalmente en una reyerta. Se asocia con un charlatán como los que conocimos antaño, seguidores de León Felipe, del que aprende las técnicas de convicción. A la muerte del viajante, se enrola en la legión y de nuevo se ve acosado por un lascivo cabo, por lo que tiene que convertirse en desertor. Huye a Méjico se asocia con un panadero y da muestras de sus dotes emprendedoras. Hace fortuna y vive el mundillo de los pintores como Diego Rivera, conoce a Azucena, una falsificadora de pinturas. Su fortuna se va incrementando. También Argentina es escenario de sus correrías, lugar donde conoce a Paula. Finiquitado el asunto del pelotazo inmobiliario del levante español, se queda solo ante el fallecimiento de su esposa debido a un tumor cerebral. Cuando se le detecta un cáncer de próstata pierde todas las ganas de vivir, se da cuenta que su vida sentimental ha sido un fracaso, a pesar las cinco mujeres que han pasado por su vida, y el relato termina con su fallecimiento.

Esta trepidante novela se lee fácil debido a su historia muy verosímil dentro de la ficción. Está muy bien estructurada y los diálogos no son forzados sino que fluyen plácidamente. Una lectura muy agradable, nada pesada en sus doscientas sesenta y nueve páginas en las que el autor nos muestra su erudición en algunos aspectos puntuales, sin que esto sea un obstáculo para la narración sino que, al contrario, la enriquece.

Cenzano en su despacho. Foto de perfil en Facebook
José Manuel Cenzano Catalán, médico pediatra jubilado, nació en Tudela (Navarra), donde ejerció su oficio, gozando de un gran prestigio no solo profesional, que también, sino por el amable trato que propiciaba a sus pacientes. Fue el pediatra de mis hijos a los que explicaba jocosamente el origen de nuestro apellido. 

Alterna, desde hace muchos años, publicaciones medico-científicas con otras propiamente literarias. Es autor de varios ensayos, cuentos y varias novelas, entre las que se encuentran Cuarto creciente en el lado oculto de la luna, El tren, Cara o cruz, Nostalgia en gris, Víctima del pasado, El indiano, que ahora nos ocupa y la más reciente Un paso atrás, cuya lectura tengo pendiente.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Boina y Elástica tudelanas. Pregones precedentes

Como un apéndice de mi entrada anterior,y en homenaje a mis compañeros en estas labores de iniciar los festejos de exaltación de la Boina y la Elástica tudelanas, a continuación doy a conocer los tres pregones anteriores al mío. Como puede comprobarse, cada uno de los pregoneros que me precedieron dejaron su impronta en los escritos leídos en la castiza Plaza de San Jaime, a la tenue luz de las farolas y, habitualmente, con el acompañamiento de una lluvia pertinaz, presentados por el polifacético Pepe Alfaro.

Los pregoneros de las cuatro ediciones con Pepe Alfaro

I Pregón de la Boina y Elástica Tudelana

En las noches de esperanza como ésta
en que la desnudez del otoño parece vestirse
con el aroma y la fragancia de esta fuente.
Bajo el emblema de esta plaza que huele a fiestas,
que sabe a versos cristianos, árabes y judíos,
que se acuna entre los hilos del presente y los sueños del pasado.
En esta noche de miradas otoñales, de ancestrales tradiciones
y de encuentros, me siento un ser afortunado.
Es por eso que esta noche me he vestido
con estas piezas de negro humilde que Unamuno ha definido
como prendas legendarias y arcaicas.
Con estas telas tradicionales marcadas a fuego,
con estas ropas de la tierra, con la elástica y la boina.
Y, aquí dentro, he sentido cómo el cierzo,
ese viento que arremete con su fuerza entre la hilera de botones
que bordean mi chaqueta, me estremece el corazón.
Un profundo sentimiento de este río de palabras que resuena
en los vacíos y oquedades de mi cuerpo, me ha llenado de recuerdos.
Esta nítida noche que a la luz de la rúa vence a las sombras,
esta noche que se adorna de bordados, de emociones y de alientos,
esta noche hay un camino que comienza, más allá de nuestras huellas,
más allá del corazón.
Un camino que atraviesa por los campos y la vida de esta tierra.
Un camino que agostaron con arados los humildes labradores.
Labradores orgullosos de una estirpe que ha dejado en la ribera
un principio de valores y el legado de su historia.
Y vosotros, que sois hijos de esta tierra desprendida y generosa,
sois la sangre y el perfecto maridaje que realza la textura almidonada del
pasado que camina en el presente por sus puentes y caminos.
Esta noche,
si los aires de este otoño y la esencia de esta boina y de esta elástica
complementa los acordes,
cubriremos nuestro cuerpo con el traje de una nueva primavera.
Y lo haremos, como aquellos trashumantes roncaleses pirenaicos,
con la fuerza unificada y la grandeza de unas ropas delicadas y ancestrales
que la historia de esta tierra de gigantes, con orgullo nos ofrece.




José Isidro López Fumero
Noviembre 2011



II Pregón de la Boina y Elástica Tudelana




Los poetas del campo de esta tierra, 
ataviados con boina y con elástica, 
vistieron con sus versos nuestra historia. 

Con ellas se abrigó la sencillez 
y simpatía de los tudelanos, 
porque, en honor a la verdad, la lana 
con que se teje la primorosa elástica, 
contiene sentimientos y virtudes, 
y esto hace más humana a una ciudad. 

No dejaré tampoco atrás la boina, 
ya que guarda y protege pensamientos: 
los que nuestros mayores nos legaron 
y aquellos que en la actualidad sumamos. 

Reconozcamos, pues, amigos todos, 
que estas prendas, jamás serán vulgares 
porque llevan cultura y poesía. 

Pido a Tudela, que vuelva a revestirse 
con su elástica y boina para siempre 
recuperando así nuestro pasado. 

¡Cubríos con la boina valedora! 
¡Abrochad con orgullo vuestra elástica! 
¡Que las llevemos siempre con orgullo 
por las calles y campos de Tudela! 


Fermín Aguado Pérez 
Noviembre 2012 



III Pregón de la Boina y Elástica Tudelana 

¡Viandantes foráneos!
¡Gentes de Tudela!
¡Nunca luminosa
fue noche tan negra...!
Negra en negra Boina
o negra txapela;
negra, negra lana;
negra la chaqueta
que "Elástica" apodan
gentes de la siega...
Luminoso negro
que luce Tudela
en el ocre otoño
de cierzo y de nieblas...
Tiempos de nostalgia,
musa de poetas,
"rosadas" al alba,
jornadas de siembra,
azadas al hombro
para hendir la tierra.
La ajada baraja,
la jota a capela,

chanzas y relatos,
tardes de taberna
con guisos de caza
en las "ciambreras".
Tertulias al fuego
de las chimeneas...
Y sobre el respaldo,
en silla de anea,
"Elástica" y Boina
permanecen quietas
y esperan relente
que lidie con ellas.
Negras frías noches,
noches verbeneras
de Elástica al cuerpo
abrochando hilera
de botones negros
que cierran la puerta
al fresco "moncaino"...

¡Gentes de Tudela!
¡Viandantes foráneos!
¡Nunca noche negra
fue tan luminosa
que en negro luciera
la garbosa Boina
sobre las cabezas,
y tan negra lana,
en gentil chaqueta;
Elástica dicen
al frac de Tudela...!

Casta y donosura
prodigan las prendas:
bien hace esta noche
quien las lleve puestas
la rasca no invita
a tomar "la fresca"...
Bien hace esta noche,
quien las lleve puestas,
en lucir sus galas,
en lucir su percha...

Permitidme afane
descaro y licencia
de a quien no las porte,
-una tan siquiera-
advertir severo:
¡a casa a por ellas!




Luis González Cruz. Jabonero 
Noviembre 2013
Tudelano popular 1994)



Entrada relacionada:
Pregonero de noche


sábado, 29 de noviembre de 2014

Pregonero de noche



Me solicitaron hace un par de meses para realizar el pregón del día de exaltación de La Elástica y la Boina que se celebra en Tudela el último viernes del mes de noviembre. Acepté con satisfacción pensando que no podía desairar a quienes habían reparado en mí para tal menester y puse manos a la obra. 

Desde el inicio tuve claro que debiera tratarse de algo breve, descriptivo, con unas gotas de humor y de invitación a la utilización de estas prendas, así como a la participación en la fiesta.

Encontré el hilo que me condujese a este ovillo y, después de unas cuantas tachaduras, los subsiguientes cambios de métrica, de rima y otras correcciones, llegué sin más contratiempos, si no a feliz puerto, al menos al embarcadero del Ebro en Ribotas, con cuatro décimas que algunos considerarán, no sin razón, el parto de los montes. A última hora procedí a una postrera variación sustituyendo una palabra en previsión de que al acto acudieran niños, no queriendo que los padres me acusaran de incitarles a utilizar palabras malsonantes.

Llegó el día esperado, ayer por la tarde y, en la popular y castiza Plaza de San Jaime, se congregó numeroso público a pesar de la lluvia. El incombustible Pepe Alfaro hizo ante éste mi presentación. A continuación, tras advertir de que, dado que el Felipe anunciado en los carteles de los bares no aparecía, iba a realizar yo el pregón, procedí a proclamar a los cuatro vientos las cuatro espinelas cuidadosamente preparadas para este día de la exaltación de la Elástica y la boina tudelanas, aprovechando una pausa en el aguacero que estaba cayendo durante toda la jornada.


En plena "faena" (Foto de Ángel Álvaro)
Después vinieron las tostadas de ajo y los vinos, con pincho de chistorra incluido, en un recorrido por los bares aledaños a la plaza. A continuación la cena en la sociedad gastronómica La Intemperie, donde degustamos el menú tradicional para este día: unos entrantes de lechuga con bonito en escabeche, la clásica sopa de ajo, el conejo en pebre con caracoles y, de postre, nueces, queso y carne de membrillo; el humeante café y los variados licores a gusto del consumidor terminaron por ponernos a tono.

Seguidamente di lectura de nuevo al pregón, esta vez con los nervios más templados que en la Plaza, en lo que el Inurrieta del ágape tuvo parte de culpa. Los gaiteros de Tudela, Luis González "El Jabonero", pregonero del año pasado, y Jesús María Iturre "Puchero", nos hicieron pasar una velada inolvidable, en la que, sin darnos cuenta, nos dieron las dos de la mañana.

Y aquí os dejo el pregón que, a la luz de las farolas de la castiza plaza de San Jaime, ante el numeroso público, entre el que vislumbre muchas caras conocidas, despaché en apenas dos minutos porque, según Baltasar Gracián, lo bueno, si breve, dos veces bueno y aun lo malo también.

IV PREGÓN DE LA BOINA Y LA ELÁSTICA TUDELANAS




Hoy recordamos la Elástica,
la chaqueta tudelana,
tan vetusta y tan cercana.
Es prenda cuasi monástica,
"supercalifragielástica".
Llevémosla con amor,
con cariño, sin rubor,
sobre la camisa blanca,
reflejo del alma franca,
aunque sea negro el color.

Al mismo tiempo ensalzamos
nuestra boina tudelana,
esta enseña tan liviana
que en la cabeza llevamos.
Por eso nos congregamos
todos aquí alrededor,
con la ropa de rigor,
contentos, en compañía,
disfrutando la armonía
de un castizo buen humor.

Son atuendos soberanos
en las tardes de noviembre
e incluso las de diciembre.
Avenidos como hermanos,
foráneos y tudelanos
gocemos a discreción,
sigamos la tradición.
Continuemos festejando
y acabaremos ahogando
las penas del corazón.

Gritemos con energía:
¡vivan la boina y la elástica!,
la indumentaria fantástica
que lucimos este día.
Con desbordante alegría
la fiesta va a comenzar,
las copas vamos a alzar.
El pregón ya ha fenecido.
¡Me ca..., qué tiempo perdido!
Vámonos pronto a cenar

Felipe Tajafuerte
Noviembre 2014

martes, 25 de noviembre de 2014

Incredulidad


Cuando mi mejor amiga me confesó lo de su marido, quedé muda y no supe qué decirle. Me pareció increible. ¡Era tan encantador...! Después de los hechos, ya no tengo dudas y sé lo que debo hacer: unir mi dolor al de sus padres.

Felipe Tajafuerte
2014











jueves, 20 de noviembre de 2014

De lagos por Italia. Garda


En este nuevo viaje por Italia, nuestro destino era el norte para conocer la Lombardía, el Véneto, el Piamonte y la Emilia Romaña. Aterrizamos en Milán, en la que pernoctamos, no sin antes hacer un recorrido por la ciudad con paradas en la Piazza della Scala, la Gallería Vittorio Emanuele II  y la visita a su espléndido Duomo. Pero no es de las ciudades de lo que voy a tratar en estas entradas, sino de los lagos que recorrimos en nuestro periplo.

La fortaleza de Sirmione
El lago Garda es el primero que visitamos tras nuestra primera estancia en Milán. Llegamos en una mañana luminosa solamente deslucida por la neblina que nos impedía ver con nitidez las orillas del lago italiano, que con una superficie de trescientos sesenta y ocho kilómetros cuadrados, es el mayor de Italia. En el embarcadero de Sirmione nos distribuimos en tres pequeños barcos para bordear todo el contorno a la península de ese mismo nombre.

La Rocca scaligera
Al inicio de la navegación, nos dimos de manos a boca con el magnífico castillo llamado Rocca scaligera. Pasando bajo el puente levadizo salimos al lago propiamente dicho dejando a nuestra derecha el casco antiguo del pueblo con sus numerosos hoteles. En la punta de la península se nos mostró, en medio del verdor de la naturaleza, las ruinas de una villa romana denominada las Cuevas de Catulo, que ni son cuevas ni pertenecieron al poeta latino Cayo Valerio Catulo, que vivió con anterioridad en el lugar.

Las Cuevas de Catulo
Allí dimos la vuelta a la península para acceder al punto de partida. En las orillas del lado por el que retornamos, se encuentran las playas y el balneario.

Las playas
En un momento dado, pararon las máquinas de las lanchas y pudimos observar cómo subía del fondo el agua burbujeante, al mismo tiempo que percibíamos un fuerte olor a azufre. Las aguas sulfurosas de este manantial son elevadas mediante bombas al mencionado balneario.

Vamos llegando al embarcadero
La iglesia
La hermosa silueta del castillo, la iglesia y el casco histórico de Sirmione se fueron acercando poco a poco. Desembarcamos, nos hicimos las fotos de rigor con la fortaleza al fondo y fuimos paseando hasta el estacionamiento donde había quedado nuestro autobús.

El gran lago Garda
Fue una visita breve, pero muy agradable y relajante, a este lago que nos pareció enorme por sus  cincuenta y dos kilómetros de longitud, sus dieciséis de anchura, con una profundidad media de ciento treinta y tres metros y máxima de trescientos cuarenta y seis.


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viernes, 14 de noviembre de 2014

Un puente y su castillo





Mi reciente viaje de Tudela a Cáceres me ha dado pie a componer estos versos alejandrinos, quizás no muy afortunados, con el deseo de dejar constancia de un pueblo salmantino, llamado Puente del Congosto, a orillas del río Tormes, escondido en un recodo de la carretera que une Piedrahíta con Sorihuela, que conocí en un no muy lejano mes de agosto.

Tal vez, un tal Lázaro, hijo de Tomé González y Antona Pérez, hace casi cinco siglos, anduvo por sus callejuelas en compañía de un astuto ciego, de un avaro clérigo o de un pobre escudero. Quien sabe si, durante mi corta visita, hollé sus pasos perdidos junto a las rocas por las que discurre el Tormes, bajo el hermoso puente medieval, o sus huellas olvidadas al pie de las almenas del castillo de los Dávila. 



El altivo castillo de Puente del Congosto
que vimos por primera vez en un mes de agosto
se levanta orgulloso a la vuelta del camino.
Surgió de pronto. Casi no lo vemos. Destino
esta gran fortaleza tutora de la ruta
que abre el paso en la seca y vasta meseta hirsuta.
Isabel la Católica oyó aquí la noticia
del fin de su hijo el Príncipe de Asturias. Justicia
del emperador Carlos V que honra le dio
cuando marchaba a Yuste donde se retiró.
No acaba aquí la historia de este feudal castillo:
cuando la francesada, el pequeño ventorrillo
fue durante dos años presa de los franceses
siendo objeto el poblado de infinitos reveses.
Aun perdura su fuerte torre, incólume, grácil,
con sus romas almenas. El acceso no es fácil.
A sus pies el vetusto puente del río Tormes
cuyas límpidas aguas, entre rocas informes,
discurren murmurando raudas hacia la presa
cercana del embalse azul de Santa Teresa.
Del congosto, castillo y puente son maravillas
que para sí quisieran buen número de villas
que entre gentes viajeras gozan de gran renombre.
sin tener monumento alguno que a nadie asombre.


Felipe Tajafuerte
2014

sábado, 8 de noviembre de 2014

Castaños, cochinos y castillo: todo en uno


Aprovechamos el sábado, un día soleado, magnífico, antes de que se instalasen entre nosotros las anunciadas lluvias. Tomamos la carretera hacia Miajadas, la que utilizábamos para ir de Cáceres a Villanueva de la Serena cuando todavía no se había construido la autovía a Trujillo.

Castillo de Montánchez
Las torres se fueron sucediendo unas a otras: Torreorgaz, Torrequemada, Torremocha y, por fin, Torre de Santa María. Aquí tomamos el desvío hacia Montánchez, el lugar quizás más emblemático del producto estrella extremeño, el jamón ibérico.

Dentro del recinto amurallado
Estacionamos nuestros automóviles junto a la plaza de toros y, como todavía no era la hora del yantar, decidimos dar un paseo por el bosque cercano. Elegimos la ruta del castañar, de algo más de dos kilómetros, suficiente para dar un paseo con los niños. Partimos pues, de la plaza de toros y, tras unos campos de vides de marchitas hojas amarillas, tomamos un camino empedrado, cómodo de andar a pesar de alguna que otra cuesta, siempre siguiendo las flechas rojas y azules que balizan la ruta ante las que mi nieto mayor mostraba la ingenua alegría de sus cuatro años al localizarlas. 

La materia prima
Llegamos a unas cochiqueras cercadas con piedra que fueron parada obligatoria para que los pequeños contemplaran una piara de cerditos pequeños, cenicientos, casi negros que, a juzgar por sus gruñidos de satisfacción, disfrutaban del sol otoñal.  En la ladera cercana, otros cerdos de mayor tamaño pastaban libremente en la dehesa de encinas de una finca delimitada por un pequeño muro pétreo. Continuamos nuestro camino, internados ya en pleno bosque.

El camino empedrado
A nuestro alrededor, encinas, alcornoques y castaños nos proporcionaban un agradable cobijo de los rayos solares. El color verde de los helechos y del musgo rompía el monótono gris de las rocas. Por un sendero a la derecha nos introdujimos en el castañar propiamente dicho.

El castañar
La alfombra mancillada de hojas secas y cápsulas vacías de las castañas ya recogidas crujía al avance de nuestros pasos por un vericueto descendente. Ante alguna de estas vainas espinosas, que todavía contenían algunos frutos, mostré a mi nieto pisándolas con un movimiento giratorio del pie, cómo sacar esos frutos sin clavarse ninguna púa. Él recogía encantado las castañas y se las daba a su padre.

De vuelta por el bosque
El sendero desembocó en un camino que nos devolvió al lugar donde se encontraban las cochiqueras y de allí, de nuevo al pueblo. La gazuza se dejaba sentir y nos dirigimos al sitio adecuado para calmarla. Muy cerca de allí se encontraba la plaza donde se ubica el Ayuntamiento. Las terrazas de bares y restaurantes estaban repletas, la magnífica temperatura invitaba a ello,  de gente cumpliendo el menester que nosotros pretendíamos llevar a cabo.

La animada plaza de Montánchez
Una vez satisfechos nuestros estómagos decidimos caminar hasta el castillo venciendo la modorra que se apoderaba de nosotros. Como todo castillo que se precie, éste se encuentra en la altura más escabrosa del lugar. Sin pensarlo dos veces, salimos de la plaza por una empinada cuesta, giramos a la izquierda y otra calle más pendiente todavía nos situó al pie de la fortaleza. Numerosas personas estaban haciendo el mismo recorrido que nosotros. Nos dimos cuenta de que allí mismo se encontraba el cementerio y que era el día de Todos los Santos, por lo que la mayoría se quedaron en él. Continuamos nuestra ascensión para visitar el recinto amurallado.

Puerta de entrada
El castillo lo constituyen distintos volúmenes superpuestos, adaptados al terreno abrupto, derruidos en su interior, por lo que solamente quedan sus muros almenados. De origen romano, fue reconstruido y ampliado por los almohades; fue remodelado durante la reconquista y durante los siglos XV y XVI  fue residencia de los comendadores de la orden de Santiago.

Dentro de recinto amurallado

Está edificado en la cota más elevada del terreno por lo que el panorama desde esa altura es espectacular. Esta ubicación, la altura de sus muros y la torre del homenaje emergiendo de ellos hace que el aspecto desde la carretera, al aproximarse al pueblo, sea de una esbeltez dominadora, lo que nos da una idea de lo que eran los castillos en tiempos de la reconquista.

Interior de la ermita de la Consolación
Nada más traspasar la puerta, a la izquierda, nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora de la Consolación, toda blanca ella. Entramos y, mientras echábamos un vistazo,  descansamos de la subida.

Todo derruido en el interior
A continuación, fuimos pasando de un recinto a otro y pudimos constatar que en el interior estaba todo derruido; solamente dentro de la torre de homenaje parece que pueda haber algo en pie, pero no pudimos acceder a ella. Al pasear por las almenas escuchamos los rezos cercanos de los fieles en el camposanto situado al pie de la muralla.

El pueblo a través de otra puerta
El atardecer hacía luminoso el gris terso de dos embalses en la lejanía, mientras la bruma se hacía dueña del horizonte.

El ocaso ya muy cercano
Descendimos hacia el paisaje ocre de los tejados del caserío del pueblo. Hicimos una parada junto a la iglesia parroquial de San Mateo con su campanario exento, de cuatro cuerpos desiguales.

Campanario e iglesia. Al fondo el castillo
Mientras los niños se entretenían jugando en el parque infantil contiguo me acerqué al templo y, como la puerta estaba abierta, me  introduje sin reparar en la oscuridad; esta era tal que no hubo forma de hacerme a la idea de su interior. Más parecía haber penetrado en la boca de un lobo. En vista de ello volví donde me esperaban los míos y aún hice un par de fotos sin apenas luz ya que ésta desaparecía a pasos agigantados. Como nuestros coches estaban en la otra punta del pueblo, era ya noche cerrada -¡qué pronto anochece ahora!- cuando nos poníamos en marcha hacia Cáceres.

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