lunes, 29 de mayo de 2017

Recuerdos en romance


Revisando vetustos documentos, 
guardados en cajones de un armario, 
me apareció esta foto de Julián. 
Con ella, unos versos que compuse 
para mi hermano siendo los dos jóvenes. 
Tenía entonces yo diecisiete años. 
Él no había cumplido los catorce. 
Fue una broma inocente que escribí 
imitando el Romance de la luna, 
como un juego lorquiano. Muestro el viejo 
poema que aquel día repetimos 
unidos, verso él y ripio yo, 
alternando las trovas, mano a mano. 
Seis años han pasado de su muerte
Sirva el viejo romance de homenaje 
y estos endecasílabos sin rima 
como recuerdo de un tiempo feliz.

Romance de la mula

La mula vino a la cuadra
sobrecargada de fardos,
con una berza en la boca
y un carajón en el ano.
El gañán la mira mira,
el gañan la está observando
y cuando está distraída
con un pincho le hace daño.
Vete mula, mula, mula.
Si te pillan los gitanos
pondrán en tu collerón
una sarta de petardos.
Atilana salió huyendo
como alma que lleva el diablo
en dirección a las viñas,
a las huertas y a los campos.
Al lado de una cuneta,
muy próxima al Camposanto,
pateó sin compasión
cuatro hectáreas de espárragos
y se zampó las verduras
que allí habían plantado.
Corre mula, mula, mula
que están muy cerca los payos.
¡Que no te vean comer
calabacines y nabos!
Escapó a la carretera
sin bridas y sin reparos
con un trote retozón,
por el centro galopando,
con los belfos encendidos
y bien levantado el rabo.
Despavorido el cuadrúpedo
no vio el enorme Pegaso
que vino por la derecha
y le dio un talabartazo
de los de no te menees,
de aquí te pillo y remato.
El animal quedó entonces
tendido sobre el asfalto
desparramados los sesos,
los intestinos y el bazo.
¡Pobre mula, mula, mula!
Mirad lo feo del caso
porque Atilana murió 
despanzurrada ipso facto.
Los buitres la miran, miran,
los buitres la están mirando.

Felipe Tajafuerte (1962)




sábado, 20 de mayo de 2017

Lorca seis años después

Nos lo propusimos sin recordar el evento. Habíamos situado nuestros reales en La Manga del Mar Menor con la intención de conocer lo más significativo de la región murciana. De las excursiones previstas, ya habíamos llevado a cabo las de Cartagena, Caravaca de la Cruz, San Pedro del Pinatar y Murcia. Restaban por tanto las de Águilas y Lorca; finalmente, nos inclinamos por ésta última ciudad, posponiendo la otra para el último día.

Plaza de España. Ayuntamiento

Como nos sucedió en Caravaca, donde estaban desmontando las tribunas de las fiestas de los Caballos del Vino, no nos sirvió el camino marcado por el navegador puesto que las calles estaban cortadas por obras. A pesar de ello, logré acceder al núcleo de la población y, por la calle López Gisbert, llegué a la céntrica plaza de San Vicente, en cuyo parking estacioné el coche, tomando nota del restaurante situado en la misma para la hora de la comida.


Calle Corredera

Caminando por la comercial calle Corredera, giramos por la del Álamo y nos situamos en la Plaza de España. Allí, en pocos metros, se concentra un conjunto espectacular: El Ayuntamiento, la Colegiata de San Patricio, las Casas Capitulares, la Casa del Coronel Potousse, la Casa del Corregidor, el Pósito de Panaderos, la Plaza del Caño y la Fuente del mismo nombre.

Fachada de la Colegiata de San Patricio
Decepcionados por no poder visitar el interior de la colegiata, cuyas obras de restauración aún no han sido entregadas por lo que permanece cerrada, continuamos nuestro recorrido siguiendo las amables indicaciones de la empleada de la oficina de turismo, situada en un histórico edificio del siglo XVIII, la citada Casa del Coronel Potousse.

Casa del Corregidor y Pósito de Panaderos
Pateamos la calle Corredera en la que se intercalan las oficinas bancarias con las tiendas de modas y los bares de tapas. Llegamos al convento de San Francisco, habilitado para Museo Azul de la Semana Santa (MASS), en el que pudimos contemplar la colección de bordados y atuendos utilizados en esas festividades.

Iglesia de San Francisco en el MASS
Por la plaza de Colón giramos hacia la calle Príncipe Alfonso, prosiguiendo nuestro paseo hacia López Gisbert. Junto a la Plaza Calderón de la Barca nos encontramos con el Teatro Guerra, el más antiguo de la región murciana y, en una calle cercana, el Casino Artístico-Literario al que no nos decidimos a entrar, puesto que se trata de una entidad privada y no dimos con nadie para pedir el oportuno permiso.

Así se encontraban numerosos edificios
Durante todo nuestro recorrido pudimos observar los estragos del terremoto sufrido por la ciudad. Las fachadas de numerosos edificios se encontraban sostenidas por vigas de hierro y su interior vaciado completamente. No quedaban ni los escombros producidos por el seísmo.

Palacio de Guevara

Patio del Palacio de Guevara

Tras visitar el patio del Palacio de Guevara, reparamos fuerzas en el restaurante elegido, en la plaza San Vicente, no si antes fijarnos en la copia de la columna miliaria, soporte de dudoso gusto de una efigie de San Vicente Ferrer. Dado que el patrimonio de Lorca es abundante, no nos permitimos ningún descanso a la hora en que una siesta hubiera venido que ni pintada.

Paseando pos sus calles
Todavía nos quedaba lo suficiente para tener ocupada toda la tarde, por lo que nos encaminamos de inmediato al Museo de Bordados del Paso Blanco, situado en la remozada iglesia de Santo Domingo. Allí pudimos admirar unos maravillosos bordados utilizados en lo que ellos llaman desfiles bíblicos y procesionales propios de su Semana Santa, además de la luminosa iglesia dominicana.

Museo de Bordados Paso Blanco junto a un edificio deteriorado
La iglesia del museo
A continuación, hicimos un recorrido por las murallas medievales y sus anexos. 

Recorrido por las murallas
A las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, como en el poema de Ferderico García, estábamos en la puerta del Palacete Huerto Ruano.

Palacete Huerto Ruano
Antonia, la encargada del mismo, nos trató con una amabilidad extrema. Nos hizo unas bonitas fotos a mi mujer y a mí juntos y nos gestionó una visita muy especial a la Colegiata de San Patricio: Los Amigos del Arte de Lorca habían programado para las seis de la tarde una visita guiada a la que pudimos incorporarnos gracias a ella, por lo que tuvimos la satisfacción de ver cumplidos nuestros de deseos de no marcharnos sin conocerla por dentro. Mereció la pena aunque las explicaciones del guía resultaron un tanto prolijas y se extendieron durante hora y media.

Interior de la Colegiata de San Patricio
Quedamos verdaderamente sorprendidos cuando le escuchamos decir que ese día, precisamente ese día, once de mayo, se cumplían seis años del terremoto de Lorca. Sin tener idea de ello habíamos elegido para visitar esta ciudad en esa efemérides. Una de esas casualidades de la vida.

Iglesia de San Mateo
Sin tiempo ya para visitar el castillo, pero muy satisfechos por todo lo que habíamos visto en nuestra excursión, abandonamos la ciudad camino de nuestros provisionales cuarteles, no de invierno sino de primavera, en La Manga del Mar Menor.

miércoles, 17 de mayo de 2017

La escapada

Menestra de Tudela

Este fin de semana no me quedo en Bilbao, me dije. Sin pensarlo dos veces, llamé a Miren y, en un pispás, acordamos emprender una escapada.

- ¿Qué te parece Tudela? Están en plenas jornadas de exaltación de las verduras, pasaremos desapercibidos y, además, disfrutaremos de la buena mesa. 

Llegamos justo a la hora del yantar. ¡Qué menestra! Tenía, como los naipes, cuatro ases: espárragos, alcachofas, habas y guisantes.  Seguidamente dimos buena cuenta de una cazuela de cordero en chilindrón regado con un excelente vino navarro. Paseando nos llegamos a su recóndita catedral. Recorrimos engarzados como dos tortolitos de estreno las angostas calles del casco histórico cuajadas de bares en los que degustamos unos exquisitos pinchos de verdura. Nos dieron las tantas y emprendimos el camino al hotel para terminar una jornada memorable. ¡Qué noche la de aquel día! Como el poeta, montado en potra de nácar, corrí el mejor de los caminos.

Cuando estábamos desayunando, vi bajar al comedor a Julen enlazando con entusiasmo y dominio la cintura de Edurne, mi santa esposa, a la que suponía en Valencia asistiendo a un Congreso de Medicina Naturista.   


Felipe Tajafuerte. 2017

lunes, 15 de mayo de 2017

Ni un beso queda


No existe libertad si hay una cerca
No existe ningún lar para el que vaga
No existe ningún mal que por bien venga
No existe la justicia si ésta tarda

No existen trochas sin que abrojos tengan
No existen los valores en las trampas
No existen alegrías cuando hay penas
No existen las caricias a la nada 

No existen unos celos indoloros
No existen los París sin una misa
No existen las heridas sin sollozos

No existe suciedad cuando se limpia
No existe una batalla sin despojos
Ni queda un beso ya para las cuitas



Felipe Tajafuerte. (2016)

lunes, 1 de mayo de 2017

El que no ganó



No se puede siempre lograr laureles porque de todo tiene que haber en la viña del Señor. A la vez que presenté el poema ganador del III Premio de Poesía "Alcachofa Blanca de Tudela", titulado Delicatessen floral, entregué este otro para el de "Aceite Virgen Extra de Navarra" que no resultó galardonado, aunque por las noticias que tengo no anduvo lejos. Las oleosas redondillas de Maite Sanz se llevaron el gato al agua, o al aceite si lo preferís. De todas formas, en las bases del concurso estaba prescrito que una misma persona no podía ser el ganador de ambas modalidades, así que bien está lo que bien acaba.

Como mis dos poemas son hijos del mismo padre y ya presenté en sociedad al laureado de la alcachofa, hago ahora la puesta de largo de las tres redondillas compuestas en honor al aceite para que no se sientan discriminadas. Personalmente estoy tan satisfecho de uno como de otro poema, aunque no dejo de reconocer que el recibir un premio tiene su punto. Pero como todo es muy subjetivo, vosotros juzgaréis:


De procedencia divina


Se transforma en el trujal,
en el momento oportuno,
el fruto del aceituno
en elixir sin igual.

Sea arróniz, arbequina,
empeltre o tal vez picual,
es regalo celestial
de procedencia divina.

Y no podemos obviar
que es de Navarra el aceite
que procura tal deleite.
¡La joya del olivar!





Felipe Tajafuerte. 2017

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