martes, 12 de septiembre de 2023

Dorita. (In memoriam)

 


Sí, Dorita, te fuiste de improviso.

Sin pensarlo dos veces. Con premura. 

Harta de internamientos y subidas

al hospital. Hastiada de unas pruebas

que nada traslucían, descubriendo,

más tarde, lo que nunca imaginaste.


Transcurridos tres meses, continuamos

recordando tu vívida presencia.

Tu pausada sonrisa permanente

convive con tu ausencia en paralelo,

unida a la memoria amortiguada

de tu rostro. Descansa en paz, Dorita.


Felipe Tajafuerte. 2023


miércoles, 26 de julio de 2023

Fervor santanero

 


-+

Tañe el cirio melodías,
baila sones la campana,
canta albahaca la mañana,
diluvia el sol alegrías.

Lloran incienso los días,
arden preces de mejana,
circundan a Santa Ana
volutas de avemarías.

Amor de madre y abuela
en el tiempo detenido
como una piedra angular.

Este pueblo de Tudela,
de blanco y rojo teñido,
hierve en fervor singular.


Felipe Tajafuerte

 

sábado, 8 de julio de 2023

Obsoleta

 


Nadie la quiere. Está

de todo punto obsoleta.

Ha pasado mucho tiempo

de aquellos años setenta

en que la adquirí gozoso.

Veinticinco mil pesetas

fue el precio prohibitivo

que pagué entonces por ella,

la enciclopedia Larousse,

de la Editorial Planeta.

La componían diez tomos

de sabiduría impresa

Allí confirmé que el Yeti

no habitaba Adis Abeba,

que Machupichu y Jartúm

no estaban junto a Corea.

No era la de Diderot

ni la británica inglesa,

pero sumaba el compendio

de las primitivas ciencias.

En la balda arrinconada

su nuevo destino espera:

El contenedor azul,

no la madre biblioteca.

Está pasada de moda,

su consulta no es moderna,

manejarla ya no mola

porque ha perdido la guerra,

la ha derrotado san Google

y su nieta Wikipedia.

Si la anuncio en Wallapop

la pobre no tiene venta,

ahora no sirve ni para

encender la chimenea.

La llevaré al Punto limpio.

Adiós, fiel enciclopedia.


Felipe Tajafuerte. 2023

sábado, 27 de mayo de 2023

Romance de las tres rosas

 


Entrado el anochecer
el firmamento estallaba
con la luna y las estrellas
de blancura inmaculada.
Enlazados de la mano,
candentes como dos ascuas
vivas en celo, dejamos
atrás las últimas casas
y amparados en la luz
de las ondas sosegadas
desgranamos el sendero
que a la ribera encauzaba.

Nos tendimos en la hierba
tan grata como las sábanas.
Sus ojos fijos en mí,
yo cegado en su mirada,
mis manos sobre sus pechos,
las suyas sobre mi espalda,
mi pelvis contra su pelvis,
con la ropa hombro por manga.
Olvidamos el relente,
las hormigas y la grava
y el cálido escalofrío
erizando nuestras nalgas,
en el instante febril
en que los dedos se escapan,
los corazones se funden
con suspiros de melaza,
los labios borbotan fuego
y las lenguas se entrelazan.

Amortiguada la luz
por el sombrajo de cañas,
fue encendiéndose la noche
con negritud de nácar.
La brisa nos arrulló
con los rumores del agua
que en su cauto discurrir
nuestro apetito alentaba.
Fueron testigos los álamos
con sus troncos y hojas glaucas,
acunando los jadeos
de un amor trocado en llama.
En aquel instante álgido,
en la orilla, tras las ramas,
nuestros cuerpos fueron uno
subsumidos en la nada
explorando los placeres
ignotos de las entrañas.
Olas de besos surgieron
rielando en las bocas ávidas
y enardecidos los dos,
las caricias fueron tantas
como las flores de mayo
o los pliegues de la escarcha.

Juntos catamos la miel
antes de la madrugada;
ni pudimos evitarlo,
ni quisimos relegarla.
¡Cielo y luna tan cercanos
como la dicha y las jaras!
Se apagaron las estrellas
para que emergiera el alba.
Cuando apareció la aurora,
con diadema de retama,
nos encontró adormecidos
tiznados de arena y pajas,
embadurnados de lodo,
mirándonos cara a cara,
abrazados en la orilla,
semidesnudos y en calma.

Rubricando la valía
de aquel amor puesto en alza
surgieron tres rosas rojas
por nuestra pasión regadas.

Fueron testigos los álamos,
los carrizos y las bayas
y una luna con estrellas
en el río añil de plata.


Felipe Tajafuerte.2023 


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