miércoles, 30 de noviembre de 2011

Decaimiento



Gris.

El alma se me ha tornado gris.

Como la mañana de otoño
ante los anhelos de primavera.

Como el envés de las hojas de olivo
y los álamos deshojados.

Como el asfalto encaramado en la bruma
o el horizonte sumergido en la niebla.

Así se me ha mudado el alma:

Gris



Felipe Tajafuerte
2011

29 de noviembre. A mi hermano seis meses después.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Día de la música

Casaa natal  de Hervert Von Karajan en Salzburgo
El pasado día 22 se conmemoró el día de la música surgido del patronato de Santa Cecilia, declarada por la Iglesia Católica patrona de los músicos. Al amparo de esta celebración tuvieron lugar innumerables conciertos en todo el mundo. Yo tampoco permanecí indiferente a este evento puesto que acudí a un modesto concierto de música de zarzuela a cargo de la Banda de Música de Tudela y el coro Joaquín Gaztambide.


Estos festejos me trajeron a la memoria el viaje realizado a Austria el pasado mes de mayo. Recordé con agrado el ambiente de Salzburgo, ciudad de la música por antonomasia, donde tuvimos la suerte de asistir a un concierto de cámara. Unas horas antes, a pesar de la lluvia, en una de sus calles un grupo interpretaba música de Mozart ante la mirada atenta de los transeúntes. Por la tarde, varios conjuntos musicales amenizaban el fin de semana de los austriacos y de los visitantes entre los que nos encontrábamos nosotros. 


Música de Mozart en la calle

Grupo musical amenizando la tarde

Paseando por sus calles, admiramos la casa de Mozart en la Getreidegasse y, en las orillas del río Salzach, junto al puente de Makart, la casa natal de Herbert Von Karajan, cuya estatua de bronce preside el jardín.

Teatro de la Opera de Viena

Escalinata del Teatro de la Opera de Viena


Evoqué nuestra visita al impresionante Teatro de la Opera de Viena con su magnífica escalinata y la terraza que se asoma a la Ringstrasse. Da la impresión de que por sus galerías y salones deambulan los espíritus imperiales de Sissi y Francisco José.

Casa de Beethoven  en Baden

Pero sobre todo rememoré nuestro recorrido por el valle de Sta. Helena de regreso de Mayerling, pasando por la ciudad balnearia de Baden, donde contemplamos la casa de Beethoven, mientras en el autobús sonaban los compases de los "Cuentos de los bosques de Viena" de Johann Strauss. El escuchar ese vals en ese lugar, precisamente en los bosques de Viena, es algo que nunca olvidaré. 

domingo, 20 de noviembre de 2011

El convento de la desidia

Tras un agradable deambular por las callejuelas de Garrovillas de Alconétar, llegamos a la ermita del Cristo situada en el extrarradio. Es una reducida iglesia del siglo XV de estilo renacentista de piedra y mampostería encalada. Después de una breve visita continuamos por una suave pendiente y a doscientos metros aproximadamente se encuentran los restos del franciscano Convento de San Antonio de Padua, "Bien de interés cultural con categoría de monumento", según reza un rótulo de letras blancas mancillado con pintura de color rojo.

Dejamos a la izquierda la fábrica del edificio dominante que, a pesar de su deterioro, se yergue orgullosa de haber sobrevivido a los avatares de la historia. Ascendemos a un pequeño promontorio y desde allí, con el fondo de la panorámica del pueblo, contemplamos la visión personificada del abandono: Las ruinas de lo que en otro tiempo fue un hermoso monasterio con la mole de su iglesia a la izquierda. Retrocedemos y en el descenso nos topamos con la puerta principal de entrada, sobre ella una ventana con tres escudos para dar luz al coro. Dirijo la mirada a través de su vano y veo un jirón azulado del firmamento perforar su crucería.

Ni el rótulo se ha librado de pintadas.

Panorámica del Convento


Continuamos por la fachada norte en la que nos encontramos con otra puerta con un arco apuntado sobre el que destaca un gran escudo de armas de la Casa de Alba de Liste en cuyo lado inferior derecho permanece la figura de D. Enrique Enriquez con un dogal al cuello en recuerdo de su prisión de el cerco de la ciudad de Toro. Una reja herrumbrosa impide la entrada, mas no imposibilita la vista del contenido a pesar de la penumbra. El espectáculo que se vislumbra hace que se me caiga el alma a los pies. Entre los escombros un par de fotógrafos hace su trabajo. Una pareja con la que habíamos coincidido en el altozano contemplando el conjunto monacal nos advierte que dando la vuelta podremos acceder al interior. 

Dependencias interiores

Aspecto del interior

Mientras mi mujer se dirige a la ermita para estar con nuestro nieto, mi hijo y yo nos colamos dentro sorteando los cascotes. ¡Qué desolación! . Ruina por todas partes, arcos derruidos, paredes pintarrajeadas, estiercol de animales, pinturas desconchadas,  cubiertas derruidas, bardas aquí y allá, toda clase de maleza y desperdicios en un totum revolutum indescriptible. No ha quedado títere con cabeza en ninguna dependencia.

El cláustro

El cláustro y la espadaña

Me situo en el claustro bajo, bueno en lo que queda, en el que se observan restos de pinturas con escenas de la vida de frailes franciscanos. Es muy sobrio, de estilo renacentista, con pilares cuadrados de sillería y tres arcos de medio punto por lado. En la parte superior una galería con cinco columnas de orden toscano sobre plintos en cada una de las alas, más cuatro fundidas en las esquinas, apuntan hacia el cielo luminoso huérfanas de techo. El hueco vacío de la espadaña, cual ojo de Polifemo, parece observar afligido semejante ruina.

Resto de pinturas en el dintel

Pinturas del claustro bajo

Mientras mi hijo se dedica a hacer fotos encaramado en la galería de columnas del cláustro, inspecciono el recinto eclesial. Se trata de una nave única con una hermosa bóveda de crucería, conservada en la parte del presbiterio. El azúl díáfano del cielo de la tarde se abre paso por los boquetes de la zona central. Abrumado y defraudado por tamaña devastación, abandono el recinto mascullando para mis adentros.

Crucería del presbiterio

Deterioro de la cubierta

Este convento, fundado en 1476 por el conde de Alba de Liste don Enrique Enriquez, gozó durante siglos de gran predicamento, tanto es así que en 1667, dada la importancia adquirida, hubo necesidad de ampliarlo para dar habitación a un mayor número de moradores. La desamortización de Mendizábal fue tan funesta como en otros tantos lugares. El sepulcro y las estatuas de los condes fueron demolidos, sus cenizas aventadas, y el magnífico templo ojival se convirtió en una prosaica fábrica de tejidos y más tarde en corral de ganados.


Se han barajado varias opciones para restaurarlo tratando de poder darle alguna utilidad sin que se haya llegado a ninguna conclusión. En la actualidad sigue siendo el paradigma de la desidia. Sic transit gloria mundi.


sábado, 12 de noviembre de 2011

Dos eventos, dos

El pasado día 10 asistí en el Centro cultural Castell-Ruiz a la presentación del segundo libro de la trilogía Banu Quasi que lleva por título La guerra de Al Andalus. El acto resultó entretenido y didáctico.

Comienzo del acto de presentación


Tras las presentaciones de rigor llevadas a cabo por la concejala de cultura del Ayuntamiento de Tudela y del director del centro cultural, tomó la palabra el autor, Carlos Aurensanz, quien mediante unas diapositivas muy bien preparadas nos ilustró sobre los entresijos de la obra.

Nos situó perfectamente en la España del siglo IX geográficamente, políticamente con los reinos existentes en esa época y los acontecimientos históricos que se produjeron. Hizo una comparativa muy ilustrativa de estos parámetros con su primer volumen Los hijos de Casio. Informó de la diferencia que ha supuesto para él la presión contractual de cumplimiento de fechas, mantenimiento de la calidad del texto etc. en contraposición del primer tomo que lo hizo con toda tranquilidad, por el placer de escribir, como hobby.  Dejó meridianamente claro que, a pesar de tratarse de novela histórica y no historia, su trabajo de investigación había sido exhaustivo y nos anunció el proyecto del tercer libro.

Carlos Aurensanz en la firma de ejemplares

Amable, atento y asequible a la hora de la firma de ejemplares, recordaba, por lo menos eso me dijo, la reseña que yo había hecho sobre su ópera prima Los hijos de Casio. Nos estrechamos la mano y le deseé éxito con su segundo libro. Ahora me toca leerlo.




Al día siguiente participé en otro acto de cultura gastronómica al que desde hace ya bastantes años no falto: la cena homenaje a la Elástica tudelana organizada por la Orden del Volatín. En esta ocasión se trataba de la XXV edición en honra de esta prenda típica de nuestra ciudad y el ágape tuvo lugar en el restaurante Alcazaba del hotel AC Ciudad de Tudela. 

Alrededor de cien comensales nos reunimos en torno a la mesa para degustar el tradicional menú en el que son imprescindibles los cogollos de Tudela, la sopa de ajo y el postre de queso, membrillo y nueces. El plato fuerte suele variar entre cordero en chilindrón, carrilleras o paletilla de cordero asada. Esta vez nos tocó en suerte esta última. 

El restaurante alcazaba

Entre los asistentes se encontraban la Presidenta del Gobierno de Navarra Yolanda Barcina, el Presidente del Parlamento de Navarra Alberto Catalán y el Alcalde de la ciudad Luis Casado. Como invitados especiales el Presidente y la Junta directiva del equipo Ribera Navarra FS (Ríos Renovables) recientemente ascendido a la división de honor de fútbol sala, que fue homenajeado en este acto. Esta distinción se hace a personas o colectivos de Tudela que trabajan por la ciudad o dan a conocer por cualquier parte del mundo el nombre de la capital ribera.

Amenizó la cena la escuela de jotas Raimundo Lanas de Tudela, quienes, previamente, habían realizado una ronda jotera recorriendo las calles y bares  del casco antiguo y zona centro de la ciudad.

Componentes de la escuela de jotas Raimundo Lanas

Y nos dieron la una y las dos de la madrugada cuando, en el último bar que vimos abierto, nos tomamos la copa postrera de pacharán. Horas después, ya por la mañana, doble ración de "enapril" para volver a su lugar la tensión descontrolada. 


jueves, 10 de noviembre de 2011

La balsa del Pulguer

Después de los lluviosos días pasados ha vuelto a lucir el sol anunciador del cercano veranillo de San Martín. Se ha corrido el telón de las nubes y se nos ha mostrado esplendorosamente la esperada imagen del Moncayo con sus primeras nieves emergiendo de la bruma.

Monto en el coche y me voy a dar una vuelta por el huerto con el fin de comprobar el estado en que se encuentra después de tantos días sin ir desde que partimos a Cáceres. Una alfombra de hojas amarillentas cubre la entrada. Las ciruelas están por el suelo medio podridas y otro tanto las manzanas golden que se quedaron en el árbol a nuestra marcha. Las granny smith en perfectas condiciones exhibiendo su intenso verdor. A los membrillos aún les queda algún día para la recolección. Observo que las olivas están a punto y pongo rumbo a Cascante para enterarme a partir de qué día estará abierta la almazara.


- Mañana es el primer día, cuando quieras puedes venir, me informa la señorita de la oficina.


Habrá que comenzar la recogida cuanto antes puesto que prefiero hacerlo con tranquilidad y poco a poco.

La zona de pinos

Como todavía es temprano para regresar a casa y no tengo muchas ganas de hacer nada en el huerto, decido darme un paseo por una laguna cercana. Dejo atrás Cascante y enfilo la NA-6830, llamada Vía romana, en dirección a Corella. Paso el cruce de la NA-6710 que viene de Murchante y a dos kilómetros  tomo un camino a la izquierda que me sitúa en la balsa del Pulguer. Aparco entre los pinos, echo mano de mi cámara fotográfica y empiezo a caminar.

Iniciando el camino

La laguna está situada en los Montes de Cierzo a caballo entre los términos municipales de Tudela y Cascante. su origen es una primitiva zona húmeda endorréica recrecida desde muy antiguo ya que en el siglo XVII se conoce ya la existencia del dique. La aguas que la alimentan proceden del río Boquerón, derivadas del río Alhama. Su extensión es de unas 50 hectáreas, su capacidad de dos millones de metros cúbicos y pertenece al sindicato de Huertas Mayores de Tudela. Está declarada Reserva Natural desde 1987 por lo que está vedada para la caza ya que son numerosas las aves de nidifican en ella.

Los tamarices abundan en las orillas

Es un paseo corto, apenas dos kilómetros, por un buen camino que da la vuelta al embalse. En los cabezos cercanos los aerogeneradores giran sus grandes aspas. Sus cuerpos enhiestos se duplican en la pátina verdiazul de la charca. A lo lejos se distinguen los edificios de la planta de tratamiento de residuos sólidos del Culebrete. Detrás los Montes de Cierzo cierran el contorno y más a la izquierda se intuye lejano el Moncayo ya que la neblina lo ha hecho desparecer del decorado.


Agua y aerogeneradores


Tamarices y pinos en el camino

La lámina del agua, suavemente agitada por una leve brisa,  está rodeada por un cinturón de juncos y carrizos que, trémulos, se reflejan en ella. Pinos, tamarices, sisallos, ontinas, espartos y otras plantas muestran sus diversos coloridos en este importante humedal para las aves acuáticas, tanto en invernada como en época de cría. En este momento se ven muy pocos volátiles en el estanque, solamente algún pato despistado.


Más reflejos: carrizos, pinos y tamarices.


El aliviadero de la balsa

Me entusiasmo y no doy descanso a mi pequeña Canon Power Shot. Termino de dar la vuelta y cerca del desagüe para riegos desciendo a la ribera, una pequeña playa de guijarros. El agua está cristalina en la orilla y los carrizos brotan verdes y erguidos desde el fondo.  Algún tronco seco alterna con los pedruscos, unas botellas de plástico abandonadas y un un par de bolsas también de plástico arrastradas por el aire. No obstante, el lugar está más limpio de lo que suele ser habitual en estos parajes, a veces frecuentados por personas que no respetan el medio ambiente.  

Una bonita foto para terminar

Asciendo al camino, cruzo la pasarela de la caseta del aliviadero y en llegando a la zona de pinos donde he dejado mi vehículo doy por finalizado el recorrido. Se acerca la hora de comer y todavía tengo que volver a casa y comprar el pan.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un pueblo sorprendente

Continuando, pues, por la carretera en dirección a Cáceres después de nuestro reconocimiento del puente de Mantible y la torre de Floripes, llegamos al cruce y tomando el desvío hacia la derecha recorremos los nueve kilómetros que nos separan de Garrovillas de Alconétar. Nos dirigimos al centro por unas calles estrechas y aparcamos el coche en una algo más ancha con jardines en el centro.

Buscamos un sitio donde almorzar, pero nuestros pasos se dirigen inconscientemente hacia donde se vislumbra un espacio abierto y la torre de una iglesia al fondo. Al penetrar en él quedamos sorprendidos por la bella sinfonía de cal, piedra y madera que conforman una gran plaza, con un pequeña fuente metálica y un brocal de piedra en el centro. Es un enorme recinto cuadrangular y está formado por edificios de dos plantas, de un blanco impoluto,  la mayoría con soportales con arcos de medio punto de ladrillo sostenidos algunos de ellos por columnas de granito.

Plaza y brocal

Está abierta a cinco calles. Una central por la que hemos accedido. Enfrente otra también central por la que a través de un arco se llega a la iglesia cuya torre hemos visto desde fuera. En el costado izquierdo dos calles estrechas en los extremos. En el derecho una calle en el extremo más alejado. En la del frente, junto a esta última calle, el palacio de los condes de Alba de Liste convertido en un establecimiento hotelero de cuatro estrellas con el nombre de Hospedería Puente de Alconétar. Decidimos conocerlo por dentro y degustar su cocina dándonos un homenaje.

Arquería lateral

Elegimos el menú de caza compuesto por un entrante de salmón sobre pan tostado, rissoto de boletus de la dehesa de Extremadura, solomillo de venado con salsa de vainilla y pasas; de postre "repápalos" con leche y canela.  Acompañamos el ágape con un muy agradable tinto Payva Selección 2005, denominación de origen Ribera del Guadiana. Al  niño no se le dio opción a elegir y tomó su biberón de leche con cereales. Todos, incluido el pequeño, salimos satisfechos. A nuestro entender, tan solo los "repápalos" no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Esperando para reponer fuerzas a las puertas de la Hospedería 

San Pedro Apóstol

A continuación del buen yantar, comenzamos nuestra exploración siguiendo la calle del arco central que nos conduce a una plaza en la que se encuentra la magnífica iglesia de San Pedro Apóstol, templo fortaleza, de sillería, construido en el siglo XV, con ventanas en forma de aspilleras. Tiene tres portadas. La más antigua ojival abocinada y sobre ella enmarcados tres escudos. En el lado izquierdo de esta puerta se levanta una maciza torre donde se ubican las campanas. Las puertas están cerradas por lo que no podemos visitar el interior.

Una chimenea muy especial
Ventana junto a Las Jerónimas

Muy cercano, el convento de las Jerónimas de Nuestra señora de la Salud, coronado por una espadaña de ladrillo. Enfrente una casa con una hermosa ventana de esquina y en la de al lado una curiosa chimenea sostenida por cuatro columnas corintias. Como las puertas del santuario están abiertas, penetramos y, mientras escuchamos a las monjas ensayar sus cánticos, admiramos en la cabecera, bajo la bóveda de crucería, un dorado retablo barroco. A la izquierda la verja que da a la clausura y a los pies el coro protegido por otra reja. 

Barrio judío

Recorremos las zigzagueantes calles del barrio judío donde el sol de la tarde juega al claroscuro. Sobre las níveas paredes descuellan las ventanas y dinteles de las puertas , a pesar de que no son tan llamativas como las que contemplamos hace un par de años en Valencia de Alcántara.  

Santa María

Proseguimos y nos topamos con la iglesia de Santa María.  De sillería y mampostería revocada de cal, tiene una torre similar a la de San Pedro y la puerta principal con un arco de medio punto, abocinado, con arquivoltas  decoradas con bolas. Existe otra puerta lateral con un arco también de medio punto y arquivoltas moduladas, sobre él una hornacina con una  imagen de la Virgen de las Nieves. El templo permanece cerrado y como consecuencia de ello no podemos contemplar en su interior el pequeño órgano considerado como el más antiguo de la península y el tercero de Europa. 

ermita del Cristo

Nos dirigimos a la salida del pueblo y dejando atrás la ermita del Cristo, ascendemos una leve cuesta y nos situamos en el ruinoso convento de San Antonio. A pesar de que permanecimos allí durante un buen espacio de tiempo, no voy a extenderme sobre él puesto que será objeto de una entrada posterior.

Arco de salida de la plaza


Volvemos a la plaza a través de un arco ojival de piedra. El sol vespertino le confería un aspecto dorado alargando las sobras de las arcadas. Al frente la casa Consistorial y a su lado el  más moderno edificio del Corral de Comedias, de estilo típico de nuestro siglo de oro, cuya característica diferencial con los demás corrales de comedias es su tercer nivel para contemplar los espectáculos.

Soportales de la plaza

La plaza es un rectángulo de más de 4.000 metros cuadrados, tiene 65 arcos, 103 ventanales y 5 accesos. Está considerada como Monumento Artístico Histórico de Interés Nacional. Durante las fiestas patronales es utilizada como coso taurino.

Plaza

Este emplazamiento, en un principio denominado Garro, era una aldea o barrio de Alconétar, cuyos vecinos, al ser ésta última arrasada por una avenida del río Tajo, se trasladaron a este lugar, tomando desde entonces el nombre de Garrovillas de Alconétar. Alfonso X el Sabio le concedió el título de villa y alcanzó una gran prosperidad. En el siglo XVI contaba con más de 7.000 vecinos que en el siglo XIX se habían reducido a poco más de 6.000. Hoy día cuenta con apenas algo más de 2.000 habitantes. La pretérita importancia de este municipio se da a notar por la calidad de sus iglesias y edificios.


Tornamos a Cáceres con la satisfacción de haber podido saborear el encanto de esta villa tan sorprendentemente atractiva y disfrutar con la visión de una las plazas de origen medieval más bellas de España.






domingo, 6 de noviembre de 2011

Puente de Alconétar

El sábado amaneció radiante, incitador a la escapada. Tras unas breves deliberaciones matinales, desechamos una excursión a Portugal por considerar que se trataba de un destino un tanto lejano para hacerlo con un bebé. Aceptamos la sugerencia de mi hijo decidiendo hacer un pequeño recorrido para conocer un puente, un castillo sumergido y el pueblo de Garrovillas donde podríamos comer.

Ni cortos ni perezosos nos ponemos en camino iniciando la salida familiar. Tomamos la N-630 en dirección a Cañaveral. Durante el camino, dejamos a nuestra derecha Casar de Cáceres, cuna de la afamada torta del Casar, continuando por esta carretera llamada de la ruta de la plata hasta llegar al cruce de Garrovillas que obviamos prosiguiendo por la misma carretera que comenzaba a ganar altura. Atravesamos un viaducto sobre el Tajo y a nuestra izquierda observamos la lámina plateada del embalse de Alcántara de la que vemos sobresalir la torre de Floripes. Un cruce lleva a la estación del tren del Río tajo que recorre el pantano en un ferroviario recorrido turístico con cierto encanto.

El puente con su cuatro arcos

La carretera desciende ahora zigzagueante por las numerosas curvas. Al final del descenso, descubrimos las ruinas de un puente en el lecho seco de la cola del pantano que cruzamos por otro siguiendo la carretera. Abandonamos ésta girando a la izquierda continuando por la que se dirige a Coria hasta situarnos frente a unos restos graníticos, los del puente Mantible o de Alconétar.

Arco y pilastras

Este puente unía el norte y sur de España por la llamada Ruta de la plata y pudo ser construido según unos historiadores el año 95 a.c. y según otros en el siglo II, reinando los emperadores Trajano o Adriano, por el arquitecto Apolodoro de Damasco. Se trataba de un magnífico puente sobre el Tajo de 12 ojos y 250 metros de largo. Destruido por los árabes en 1222, a lo largo de los tiempos gozó de varios intentos de reconstrucción y  sufrió largos periodos de inactividad, cruzándose el río en barcazas hasta que fue sustituido por otro en 1927. Este último solamente duró 42 años ya que fue anegado en 1969 por las aguas del pantano de Alcántara inaugurado por Franco el 7 de julio de 1970. 

Uno de los vanos

Este mismo año los restos del antiguo puente romano, constituidos por cuatro arcos y ocho pilastras, fueron reubicados respecto a su posición de origen en un prado de la cola del embalse para uso ornamental que hoy recorremos  y fotografiamos a pié enjuto constatando el bajo nivel de las aguas. 

Cercanas las bajas aguas del pantano

De regreso en dirección a Cáceres, hacemos otra parada junto a la estación del ferrocarril antes mencionado  para tomar unas fotos de la misteriosa torre de Floripes emergiendo de las aguas cual pétrea scalibur. Es la torre del homenaje del castillo de Alconétar que , arrebatado por Alfonso IX a los árabes en 1225, estuvo en manos templarias hasta que Alfonso X se lo entregó a su hijo Fernando de la Cerda. En el siglo XV pasó a manos de los duques de Alba y Aliste denominándose de Rocafrida. En ocasiones, cuando el nivel fleático está todavía mas bajo, se puede contemplar su recinto almenado.

La torre de Floripes del Castillo de Alconétar

Es hora ya de comer. Retornamos a la carretera que nos llevará al cruce de Garrovillas de Alconétar, lugar donde almorzaremos y haremos un minucioso recorrido que narraré en otro momento.

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