jueves, 28 de junio de 2012

A vueltas con el Peñón





Durante estas últimas semanas el tema de la colonia británica en España ha estado en las páginas de los periódicos españoles. Esto ha traído a mi memoria la visita que realizamos al Peñon hace un par de años, durante nuestra estancia vacacional en la provincia de Cádiz.

Éste es un lugar que para nosotros, los españoles que ya peinamos canas, tiene connotaciones muy singulares. Durante el franquismo fue endurecida la posición española respecto al status de Gibraltar, cuya soberanía han venido reclamando los sucesivos gobiernos españoles prácticamente desde que en 1713, como consecuencia del tratado de Utrecht, fue cedido a la corona británica, legalizando la ocupación anglo holandesa de 1704 durante la guerra de sucesión española. Posteriormente los ingleses, haciendo honor a su característica rapiña, se apropiaron unilateralmente de la mitad de la zona neutral más cercana a Gibraltar que se había acordado crear en el istmo entre la roca y las fortificaciones españolas.

Mucho ha llovido desde entonces y hoy en día los residentes gibraltareños, los llanitos, no quieren ni oír hablar de las pretensiones españolas, claro está que la población originaria abandonó el territorio, con todas la pertenencias de la ciudad, cuando se consumó la ocupación, siendo poblado por personas ajenas a nuestra piel de toro.



El paso fronterizo


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, dada nuestra casual cercanía en ese momento a este enclave ocupado por la "pérfida Albión", nos dirigimos a verlo para que no nos lo contasen. Y helo aquí. Ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo... el Peñón de Gibraltar. Como la Puerta de Alcalá, permitidme la licencia.


Como cosa curiosa, después de franquear la aduana, todos: vehículos, bicicletas, peatones y demás animales, tenemos que atravesar la pista del aeropuerto construido en el istmo. Nosotros lo realizamos a pie ya que desistimos de hacerlo motorizados ante la interminable cola de vehículos esperando.


Hay que atravesar el aeropuerto

A continuación caminamos por Wiston Churchil Avenue hasta Casemates Square para terminar paseando por la peatonal Main Street, calle comercial por excelencia. El idioma oficial es el inglés y la moneda la libra esterlina, no obstante, en todos los comercios se habla el español con un marcado acento andaluz y las transacciones se hacen en euros, salvo las de los ingleses, por supuesto.

Catedral de St. Mary


Visitamos la catedral de St. Mary y alguna cosilla más; en realidad hay muy poco que ver. Como se nos hacía tarde para volver a comer en La Línea de la Concepción o Algeciras, obtamos por quedarnos a almorzar en Casemates Square. No comimos excesivamente mal, pero tampoco bien. No dio más de sí esta visita de apenas cuatro horas en "territorio británico". 



En mi opinión, a la generalidad de los españoles la causa de Gibraltar no es algo que nos quite precisamente el sueño, como parece les sucede a los argentinos con las Islas Malvinas, sin embargo, nos preocupa sobre manera que las familias de los pescadores de Algeciras se queden en estos tiempos sin su necesario sustento por culpa, entre otros, de un engreído político llanito, por muy hijo de la Gran Bretaña que se sienta.

lunes, 25 de junio de 2012

Vivir en un palacio

Por la mañana salimos de la región de Lika, la tierra de lobos, cruzamos la mole montañosa del Velebit a través del Sveti Rok, un túnel de casi seis kilómetros de longitud. Ante nosotros se abre la costa dálmata. En tan solo estos pocos kilómetros, el paisaje ha cambiado radicalmente; de una verde región montañosa de bosques intrincados hemos pasado, sin solución de continuidad, a la planicie azul del mar.

A media mañana llegamos a Zadar, una bonita ciudad abrazada por murallas medievales. Damos un paseo por sus calles abigarradas de turistas. Degustamos con fruición un exquisito helado en una famosa heladería de la plaza de la catedral en cuya extraordinaria fachada, de influencia toscana, destacan dos rosetones. Nos introducimos en ella quedando impresionados por la anchura de la nave. Continuamos nuestro deambular y hollamos con nuestros pies las auténticas losas del foro romano. Nos acercamos a la cercana orilla del mar y, sentados en las gradas, tomamos el primer contacto con el Adriático escuchando sus sonidos a través de los tubos del llamado Órgano marino. A unos pasos, contemplamos el mapa planetario del Saludo al sol. Se aproxima la hora del yantar por lo que nos acercamos al lugar convenido para que nos lleven al restaurante.

De camino, nuestra visita a Zadar
Después del almuerzo, proseguimos la ruta y, al cabo de un par de horas, hacemos una nueva parada en una pequeña ciudad medieval llamada Trogir, situada en una isla, a la que accedemos por un pequeño puente. Destaca su catedral románica con un fantástico pórtico que da a la plaza central. Desde la altura de su campanario contemplamos una magnífica vista de su caserío. 

Trogir desde el campanario
Estamos en pleno medioevo y nos encontramos auténticas joyas arquitectónicas de los siglos XIII a XVI. Hacemos un recorrido por sus callejuelas, palacios, lonja y castillo junto al mar; paseo que, al final, nos estropea una lluvia persistente. Antes de subir a nuestro autobús nos detenemos para comprar unas apetitosas cerezas en un tenderete en el que solamente hay esa clase de fruta.

Split. Puerta argéntea del palacio de Diocleciano
Nuestra llegada a Split se produjo, como de costumbre, al atardecer. Desde mi habitación contemplo un esperanzador arco iris sobre los tejados de la ciudad. Por la noche, después de cenar, nos vamos a dar el cotidiano paseo nocturno.

Split. Junto a la catedral

Nos dirigimos hacia el palacio de Diocleciano alrededor del cual nació la ciudad. Llegamos a él y quedamos mudos por el estupor que nos produce la maravillosa iluminación que lo adorna. Penetramos por la puerta de oro, y el arrobamiento se acentúa.


Split. Peristilo y Campanario
Aparece ante nosotros la plaza del Peristilo, con sus enormes columnas traídas de Egipto por el emperador, la catedral, el campanario... Recorremos sus estrechas callejuelas embelesados con lo que estamos contemplando. Llegamos a un pequeño rincón donde se ubica la terraza de un bar y nos sentamos a saborear unas cervezas disfrutando de una noche esplendida. Sin apenas darnos cuenta se nos ha echado encima la hora del regreso.

Split. Los sótanos del palacio de Diocleciano
Por la mañana tenemos la visita guiada de la ciudad y en especial de la zona del palacio. Diocleciano construyó este palacio de más de 30.000 metros cuadrados, cuyo aspecto recordaba más bien una fortaleza militar, un auténtico castrum , próximo a Salona, de donde era natural, para residir en él tras su abdicación voluntaria, ocurrida en el año 305 d.c. En el 639 la invasión de Salona por los pueblos eslavos ocasionó la huida en masa de sus habitantes y muchos de ellos vieron en la cercana fortaleza desierta un refugio seguro, convirtiéndola en una verdadera ciudad amurallada.

Split. Palacio de Diocleciano.  Puerta argéntea de día

En la actualidad, después de los numerosos avatares ocurridos a lo largo de los tiempos, las ruinas del palacio, muy bien conservadas, conviven con apartamentos, hoteles, museos, cafés etc. dentro de él formando un contraste único, sustituyendo las estancias imperiales por aposentos vecinales.

Split. La ciudad dentro del palacio

Nuestra primera visita la hacemos por la puerta de latón, donde se ubican los subterráneos perfectamente conservados debido a haber sido durante siglos el basurero donde arrojar todos los desperdicios de la ciudad. Fueron limpiados después de la segunda guerra mundial poniendo al descubierto sus gruesas paredes y armónicas bóvedas. Su disposición permite imaginar como eran los aposentos imperiales, situados justo encima.

Split. Paseando por el palacio
Unas escaleras ascendentes nos sitúan en el magnífico Peristilo que tanto nos había sorprendido en nuestro deambular nocturno. A nuestra derecha el mausoleo octogonal de Diocleciano, azote de los cristianos, que éstos transformaron en la catedral más pequeña y antigua de todas las catedrales. A la izquierda, un callejón se abre para mostrarnos el templo de Júpiter, hoy convertido en baptisterio. En la puerta, una auténtica esfinge egipcia a la que le falta la cabeza.

Split. Placio de Diocleciano.  Peristilo

A través de estrechas y retorcidas calles, salimos del recinto amurallado por la puerta de hierro para admirar la plaza Narodni donde, entre otros edificios, se encuentra el antiguo ayuntamiento. Un heterogéneo compendio de estilos artísticos nos rodea. Románico, gótico, renacentista, veneciano e incluso art nouveau se dan la mano en este lugar. Volvemos sobre nuestros pasos hacia el Peristilo. Allí aguarda un numeroso público expectante. Algunos, sentados entre las columnas disfrutan de un refresco o un vino. A las doce tiene lugar la pantomima que todos estamos esperando: la escenificación de un saludo de Diocleciano a los visitantes de la ciudad.

Split. La vida en el interior del palacio
La magia de la noche pasada ha dado paso a un auténtico espectáculo. Observar la ropa tendida, aparatos de aire acondicionado, antenas de TV y los tejados más variopintos coexistiendo junto a las dependencias del antiguo palacio romano es, cuando menos, una interesante curiosidad, que hace de éste un monumento vivo, conservado así precisamente porque sus ocupantes, durante el tiempo transcurrido desde su llegada, lo fueron transformando en un sitio habitable. Split ha vivido dentro del palacio durante siglos y esto se puede observar a cada paso en su interior. Marea pensar que la pared, en la que te apoyas mientras te tomas una pivo (cerveza), fue levantada hace diecisiete siglos.

Split. Interior de la Catedral (Mausoleo de Diocleciano)

La visita a la catedral se ha retrasado debido a las confirmaciones que se están celebrando en ella. A la una y media lo logramos. Es muy pequeña. No dejan hacer fotos pero yo robo algunas aunque de baja calidad. Finalizamos nuestro recorrido saliendo por la puerta argéntea y nos dirigimos a nuestro autocar atravesando un concurrido mercadillo de toda clase de objetos, en el que abundan las frutas especialmente fresas y cerezas.

Split. Interior de la Catedral (Mausoleo)

Está cercana la hora de la comida que vamos a realizar en esta misma ciudad. Después retomaremos nuestro viaje con destino a Dubrovnik, a la que, como es habitual, llegaremos al atardecer.


lunes, 18 de junio de 2012

Mostar

Llegamos a Mostar cansados, a buena hora de la tarde, con tiempo suficiente para asearnos antes de la cena. Nuestro hotel de cuatro estrellas deja bastante que desear, sin duda dos de ellas le han caído del cielo o en un sorteo. Quizá sea debido a la guerra de 1992, aunque me inclino más a creer que es debido a la desidia. Haciendo un gran esfuerzo consigo deshacer el nudo de la cinta de la persiana de la terraza y levantarla. Al frente, muy cercano, se encuentra un moderno edificio con un establecimiento de comida rápida conocido en todo el mundo, cuyo logotipo son dos ojivas juntas de color amarillo simulando una M y, junto a éste, otro del gallego Amancio Ortega, cuyo rótulo comienza por ZA y termina en RA. A nuestros pies, en lugar de jardín, lo que parece fue el inicio de una gran edificación, con su hierros oxidados apuntando a las alturas.

Después de cenar decidimos dar un paseo hasta su famoso puente. Calles descuidadas, sucias, sin apenas luz.  Vemos algo que nos llena de asombro: un bloque de apartamentos, de cuatro alturas y unos cincuenta metros de fachada,  con ventanales destrozados y huellas de impactos por doquier; el portal y escaleras llenos de escombro, sin luz; a la izquierda, en el segundo piso, dos ventanas iluminadas, con sus correspondientes visillos nos indican que el piso se encuentra habitado. Parecen ser los únicos vecinos del inmueble que regresaron a su hogar después de la guerra. Llevo mi cámara fotográfica pero me es imposible plasmar esa escena con semejante oscuridad.

Nuestro paseo nocturno
Nos acercamos al casco histórico que se encuentra iluminado de forma acogedora con luces muy tenues. Caminamos por una calle de cantos rodados con ligera pendiente hacia abajo. Los pequeños comercios se encuentran cerrados a estas horas. Traspasamos un arco ojival y ante nosotros se nos muestran las losas brillantes y resbaladizas del pavimento en rampa ascendente hasta el centro del puente y de aquí se inicia la cuesta abajo. Lo cruzamos asiéndonos a las sirgas laterales. Vemos una pequeña azotea que es la terraza de un bar en la parte musulmana y sin dudarlo nos dirigimos a ella.

El Puente Viejo y su entorno de noche
Tres jóvenes se desviven por atendernos cuando nos sentamos a disfrutar de la buena temperatura y de una espléndida visión nocturna de esta parte de la ciudad y su Puente Viejo, reconstruido con ayuda española tras su destrucción durante la guerra.  Abajo el murmullo de las aguas se abre paso entre la semi penumbra mientras degustamos una copa de marrasquino. El tiempo transcurre sin apenas darnos cuenta y se hace hora de recogernos. Desandamos el camino y regresamos al hotel.

Una mezquita cercana al puete
A la mañana siguiente, entablo mi particular batalla con el desvencijado brazo escurridizo de la ducha y, tras el desayuno, iniciamos el recorrido de la ciudad. Nuestro autobús nos acerca al centro histórico y aparca junto al reconstruido convento de los franciscanos.


Hacemos un itinerario muy semejante al de la pasada noche. Nos detenemos para contemplar el Kriva Cuprija (Puente torcido) sobre el río Radobolja, similar al Stari Most (Puente viejo) que dicen fue el prototipo para la construcción de este último. También ha sido totalmente reconstruido después de su destrucción causada por las inundaciones del año 2000. La calle empedrada se encuentra muy animada por los numerosos turistas y los abundantes puestos de venta  muy concurridos. 

Hay que asirse para cruzar el puente
Traspasado el Stari Most sobre el río Neretva que divide la ciudad croata de la musulmana, recorremos el Kujundziluk o mercado, una calle semejante a la que hemos transitado con anterioridad. Entramos en una pequeña mezquita en la que, para sorpresa nuestra, nos dejan hacerlo sin descalzarnos y, en sus alrededores, hacemos unas bonitas fotos del puente y su entorno.

El Kudjunziluk y el Stari Most

El Puente Viejo, considerado un símbolo de la época otomana,  data del siglo XVI y permaneció intacto hasta las 10 y cuarto de la mañana del día 9 de noviembre de 1993 en que fue volado por las fuerzas croatas por juzgarlo el emblema de la ciudad musulmana. Con la colaboración de la UNESCO fue reconstruido siguiendo fielmente los antiguos métodos y tradiciones. El 23 de julio de 2004 se reinauguró el puente que había sido construido quinientos años antes por los arquitectos turcos. Desde 2005 es patrimonio de la humanidad.

El Puente Viejo reconstruido

Nuestro guía local, un joven que aprendió el español con nuestras fuerzas armadas establecidas en la ciudad, trata, sin mucho éxito, de hacernos comprender la situación del país. Tres etnias: croatas, bosniacos y serbios; tres religiones: católica, musulmana y serboortodoxa; dos entidades autónomas con gobierno y asamblea propios, la Federación de Bosnia y Hercegovina por un lado y la República Srpska por otro; a estas hay que añadir la ciudad autónoma de Brcko.


El gobierno está dirigido por un presidente elegido, rotativamente cada ocho meses, entre los representantes de cada una de las minorías serbia, croata y musulmana. Esto hace prácticamente imposible el despegue del País, amén del odio y el rencor latentes en el ambiente. Todavía no han sido capaces de elaborar el censo desde 1991, antes de la limpieza étnica, por lo que los datos demográficos con relativos.

Secuelas de la guerra
En el camino de retorno nos sorprende un joven ciclista que, al oirnos conversar, nos saluda en español. Se trata de una catalán que viaja sin más compañía que su bicicleta; casualmente lleva un maillot de una marca navarra. Charlamos un rato y, mientras sostiene en su mano mi helado, le hago una fotografía junto a mi mujer. Me gustaría enviársela pero no sé a donde hacerlo.

Se aprecian las huelas de los disparos
Volvemos al autocar para emprender el regreso con dirección a Dubrovnik. No nos da tiempo para visitar la Plaza de España que habíamos visto a través de la ventanilla. De Mostar, principal ciudad de la Hercegovina, enclavada en un valle precioso al pie de grandes montañas, nos llevamos las imágenes del casco histórico con el Puente Viejo y la visión de los numerosos edificios acribillados. Nos asalta la duda de si los mantienen así como recurso turístico.


viernes, 15 de junio de 2012

Remontando el Neretva

Después de nuestra jornada en Split, viajamos por la ribera Markaska hasta llegar al Neretva. Continuamos por la carretera de la margen izquierda, atravesando el rico valle de este río que en esta parte es navegable. Huertos de frutales y verduras a ambos lados. Parecen muy bien cuidados.

Llegamos a Metrovic y tras unos largos minutos de trámites fronterizos, abandonamos Croacia y nos internamos en Bosnia y Hercegovina, otro de los integrantes de la ex Federación Yugoslava.

Las extensiones de viñedos se van sucediendo ante nuestra vista. El paisaje se hace más y más abrupto acercándose las montañas por izquierda y derecha; el valle se va estrechando.

Hacemos una parada en una aldea llamada Procitelj.  Una grata sorpresa. Se trata de una población musulmana dentro de esta región, la Hercegovina croata católica. Las calles empinadas y estrechas, cuyas casas parecen encaramarse unas encima de las otras, encaminándonos hacia la mezquita con su altísimo y esbelto minarete. Un torreón luce una gran bandera del país.

En lo alto la fortaleza

En lo alto de los riscos, sobre los tejados de arquitectura claramente otomana,  la fortaleza vigilando el cauce del río.  El poblado está reconstruido, no obstante, parte del caserío muestra los horrores de la guerra, verdaderamente terrible en este enclave. Cuesta subir las pendientes calles de  escalones empedrados.

Añadir leyenda

Al pie del torreón que luce la insignia azul estrellada y amarilla, un pequeño mirador con una panorámica impresionante. Esta vez mi cámara fotográfica está en forma y tomo unas cuantas instantáneas.

Desde el mirador

Descendemos, bordeando la mezquita que permanece cerrada, hacia el autocar para continuar nuestro camino hasta Mostar. Pequeños puestos de productos típicos y souvenirs nos tientan durante el descenso. A pesar de que la moneda del estado es el marco convertible, los precios están marcados en euros.  Ya nos había advertido Andria, nuestro guía, que podríamos pagar tanto en kunas como en euros y que nos entenderían perfectamente si les hablábamos en croata.

El caserío

Dejamos las compras para la ciudad y, después de esta breve e interesante parada, continuamos nuestro viaje.


lunes, 4 de junio de 2012

Un olvido estúpido

En nuestra primera jornada en Croacia, tras un largo viaje, primero de Tudela al aeropuerto de Barcelona y luego de allí a Zagreb, una vez que hubimos cenado, decidimos seguir el consejo de Andrés, nuestro guía, y dar un paseo nocturno al centro de la capital croata. La ciudad con su edificios iluminados suponían una tentación difícil de superar. No me resistí. Fotos y más fotos hasta llegar a la plaza de la catedral atravesando la Plaza Ban Jelacica.

Cuando, agotado, caí rendido en la cama, no recordé las palabras de de advertencia de nuestro cicerone: "poned a cargar vuestros aparatos fotográficos porque mañana va a ser un día en el que los vais a necesitar". En esos momentos no estaba yo para recordatorios ni jaculatorias. 

Al despertar,  preparando mis cosas después del desayuno, caí en la cuenta de que no había puesto a cargar la batería de mi cámara fotográfica durante la noche. Deseando un milagro imposible, comprobé desanimado que se encontraba a mitad de su capacidad. Se me cayó el alma a los pies.  Conociéndome como me conozco, sabía a ciencia cierta, que no iba a terminar el día sin que la máquina quedase descargada.

Paseo nocturno por Zagreb

Comenzamos la visita de la ciudad de Zagreg. Los mercados, el tranvía, las calles, las gentes, el cementerio Mirogoi, la puerta de Piedra, las plazas de San Jorge, de la catedral, de Ban Jelacica, la catedral por dentro y por fuera... todo era objeto de mis clicks. Con una cámara fotográfica en la mano no se contenerme y disparo a todo lo que se mueve y también a lo que se está quieto.

Zagreb. Cementerio Mirogoi

Tras la comida en ruta llegamos a la región de Lika. El esplendoroso paisaje no hacía más que recordarme tan imperdonable olvido, lamentando mi imprevisión. Observe en mi cámara la situación de la batería. Agonizaba sin remedio.

Cartel anunciador del parque

A las cuatro y cuarto hacíamos nuestra entrada en el Parque de los lagos de Plitvice. Desde el mirador, un espectacular circo con una gran salto de agua enfrente desplomándose desde  más de setenta metros de altura hacia una gran poza de un verde turquesa. A la izquierda una sucesión de lagos deslizándose en sucesivas cascadas hacia la gran catarata. Descendimos hasta el mismo pie, atravesamos unas pasarelas de madera mientras la corriente bajo nosotros formaba rápidos de transparentes aguas. Estaba deslumbrado. La batería comenzó a emitir unos pitidos agudos e intermitentes. Eran los últimos estertores. Poco después la cámara se apagó.

La gran catarata desde el mirador

El Parque Nacional de Plitvice tiene una extensión aproximada de unas treinta mil hectáreas, la mayor parte cubierta de bosque compuesto por hayas, abetos y pinos. El recorrido que se visita  son ocho kilómetros de valle compuesto por 16 lagos de diferente altitud comunicados por 92 cataratas  y cascadas tobáceas. Caminamos durante un buen trecho por una sombría pista y llegamos a un claro donde había un embarcadero, servicios y bar.

Al pie de la catarata

Hicimos un recorrido por uno de los lagos en un barquito totalmente silencioso en armonía con todo el conjunto, en el que no se percibía ninguna estridencia a pesar de los numerosos visitantes caminado entre pasarelas y veredas. Desembarcamos e iniciamos una nueva ruta entre pequeños puentes de madera y vericuetos recorriendo, descubriendo, admirando, las numerosas cataratas cambiantes de color, esperando en cualquier momento la aparición de las hadas y duendes moradores de este lugar de fantasía.  

El agua va descendiendo en cascadas

Finalizado el itinerario, subimos unas largas y empinadas escaleras que nos dejaron inertes. Como pudimos, continuamos ascendiendo hasta llegar al hotel donde nos alojamos para pasar la noche en pleno bosque.

Me es totalmente imposible describir las sensaciones de tan maravilloso lugar. El bosque silencioso, el murmullo de las aguas, el trinar de los pájaros, la serenidad de los lagos, la transparencia y profundidad de sus aguas, son impresiones para vivir y soñar. Este es sin duda uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida de viajero. Fue declarado parque nacional en 1949 y en 1979 la Unesco lo catalogó como Patrimonio de la Humanidad. Es un firme candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo.

Rodeado de verde

No me van a faltar fotografías de recuerdo porque fueron numerosas las que nuestros amigos nos hicieron, pero no son las mías. Me ha faltado el placer de plasmar ese reflejo que ha acaparado mi atención, ese rincón, ese tronco sumergido, el brillo de las piedras, el árbol caído... en fin, esos detalles cuya magia queremos captar y que, más tarde, nos hace pensar: si hubiera hecho esta toma desde otro lugar...  ¡Eso es lo que voy a echar en falta, este segundo placer!

Aquí feneció la batería

Por supuesto, el resto de los días, lo primero que hacía al llegar al hotel, era poner a cargar la batería de mi cámara fotográfica. De los escarmentados nacen los avisados.


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