lunes, 6 de diciembre de 2010

"El Romero"

A pesar de la baja temperatura, aprovechando el resplandeciente sol mañanero, me he desplazado hasta el Parque del Romero, lugar emblemático de la cercana ciudad de Cascante. No es el mejor tiempo para visitarlo. Los árboles, desnudos, levantan sus muñones hacia el cielo y los parterres huérfanos de flores nos muestran su grisácea superficie bruñida por el rocío cristalino de la madrugada.

Cascante es una pequeña ciudad de la Ribera de Navarra, situada a unos diez kilómetros de Tudela, en el valle del Queiles. Fue municipio romano asentado sobre un poblado celtíbero. Compró el título de ciudad al rey Felipe IV en 1633 por 10.000 ducados y sobre este hecho hay una copla que popularizó el Padre Méndez  en 1766 y que luego recogió José María Iribarren con alguna pequeña variación:

Cascante se hizo ciudad
Al año de mil quinientos
Ellos están contentos 
Al pagar me lo dirán

Moncayo desde el mirador
Dejo el coche en el estacionamiento del parque y cámara en ristre me dirijo hacia el mirador. Es un balcón con unas vistas impresionantes del valle del Queiles desde el que se divisan diecisiete pueblos navarros y aragoneses. Al frente, escorándose hacia la izquierda, una panorámica fantástica de la Sierra del Moncayo totalmente nevada, algo más a la derecha los Montes del Cierzo mostrando sus verdes y ocres cuadriculados como un damero multicolor. Más a la derecha todavía, el monte Yerga,  se eleva sobre los demás con algún resto de nieve. A nuestra espalda, oculta por el arbolado, adivinamos la Bardena.


Exterior de la Basílica
 Tomo la dirección contraria y, atravesando los jardines, llego a la basílica. Dedicada a Nuestra Señora del Romero, de estilo barroco, fue edificada en el siglo XVII en la parte más elevada de la población en el lugar de otra más antigua destruida por un incendio. De este edificio viejo se conserva una capilla gótica asignada a San Marcos, donde se encuentra una talla del siglo XII ó XIII en madera policromada de unos 80 centímetros de altura, sobre una sencilla peana en la que figura “Nª Sª del Romero”. Del interior de la basílica destaca la rica ornamentación de yeserías en el presbiterio y crucero, su retablo barroco en cuyo centro se sitúa la imagen vestida de la titular a la que acompañan lateralmente dos tallas de los santos Joaquín y Ana; y el retablo, del siglo XVII,  de Santa Catalina de Alejandría, ubicado en la última capilla del lado del evangelio.

Yeserías del interior
Pero lo verdaderamente sobresaliente es la galería porticada que enlaza la basílica con el pueblo. Hecha en ladrillo, de estilo barroco, tiene treinta y siete arcos de medio punto sobre pilares para proteger a los visitantes. Desciendo contando los arcos. Treinta y siete. Leo en el indicador que tiene 39. Yo diría que no me he equivocado, sin embargo me faltan dos. Inicio la ascensión contando nuevamente … 34, 35, 36 y 37. Ni uno más. Los dos restantes no aparecen.

Arquería

Arquería y Basílica
Esta arquería, según dicen, es única en España y tiene características similares a la del santuario de Ntra. Sra. De San Luca, en Bolonia. El pórtico de la ciudad italiana fue edificado entre los años 1674 a 1693 por el arquitecto Gian Giacomo Monti y después Carlo Francesco Dotti. Consta de 666 arcos y su largura es de 3.796 metros. El corredor de Cascante se construyó entre 1761 y 1756 por un arquitecto anónimo, mide 136 metros y como he dicho se compone de 37 arcos a pesar de que en todas partes figuren 39.

La Sierra del Moncayo preside el valle del Queiles
 A pesar de la frescura matinal, la subida de los soportales bañados por el sol, ocasionando bellos contraluces, me ha hecho entrar en calor. Tomo unas cuantas instantáneas, me encamino hacia donde he dejado el coche y retorno a la calidez de mi casa. Como ya he comentado, no es la estación más adecuada para la visita de este parque, sin embargo la espectacular y cercana perspectiva del Moncayo con el brillo esplendoroso de la nieve caída recientemente, amén del recuerdo de  los momentos felices de la niñez de mis hijos vividos en este lugar,  han hecho que mereciera la pena acercarse a él en esta luminosa mañana otoñal.

6 comentarios:

  1. Leyendo tu reseña, no sólo he disfrutado de El Romero, sino que he sentido la brisa fresca del Moncayo en el rostro.

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  2. Vaya envidia con el paisaje que nos enseñas en las fotos y los detalles en tu crónica paseandera. ¿Dónde estarán los pilares qué faltan? Detalle curioso que pocos habrán observado. Beso y hasta la próxima.

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  3. No se allí pero yo estoy en la Sierra madrileña y hace un frío que pela. Lo que no quita que tus fotos sean bellísimas. Aunque en estos momentos preferiría una playa tropical:)
    Que sigas disfrutando
    Un abrazo

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  4. Qué original, la arquería. Nunca había visto algo parecido.
    Me imagino las buenas sensaciones que debiste de tener allí, recordando la infancia de tus hijos.
    El Moncayo nevado está precioso.
    Un abrazo!

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  5. Sigue contándonos tus viajes pues al leerte siento que estoy acompañándote en tu recorrido.

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  6. Me ha encantado tu relato,por la excelente esplicación y las fotos que acompaña. El Moncayo me recuerda un pretérito bastante lejano.
    Saludos!!!

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Tu comentario es bien recibido aunque sea anónimo. Muchas gracias por tu atención.

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