martes, 9 de diciembre de 2014

De lagos por Italia. Maggiore



Tras nuestro recorrido por Padua, Venecia, Verona, Rávena, Bolonia, Módena y de nuevo Milán, sentamos nuestros reales en Arona, a orillas de este lago que, con sus 66 kilómetros de longitud, es el segundo en extensión detrás del Garda. Fuimos caminando desde el hotel hasta el embarcadero en una mañana gris, precursora de lluvia, en que la niebla apenas dejaba entrever las orillas. En esta ocasión fueron dos los barcos que utilizamos para la navegación.


Nuestra partida de Arona
Poco después de dejar atrás la lejana silueta de nuestro hotel, camino ya de las islas Borromeas, vislumbramos entre la bruma la gigantesca estatua de San Carlos Borromeo con su color de cobre oxidado mimetizándose con el paisaje.

Jardines de Isla Bella
Tres cuartos de hora duró la travesía hasta arribar a la primera de las islas que íbamos a visitar: Isla Bella, Isola Bella, como rezaba un letrero cuando desembarcamos. En la pequeña isla se asienta el majestuoso Palacio Borromeo, con unos preciosos jardines a la italiana del periodo barroco y un reducido poblado de pescadores.


Llegada al Palacio de  Isla Bella
Dimos comienzo por la mansión de los Borromeo y fuimos recorriendo una a una todas las habitaciones, admirando la decoración, el mobiliario, las vajillas, la pinacoteca, las lámparas... 

Interior del Palacio

Una de las estancias
Atravesamos unas estancias decoradas con extrañas rocas, salimos al jardín y por unas escalinatas nos situamos en la terraza superior donde pudimos contemplar numerosas fuentes adornando una especie de retablo barroco en el que, situadas en hornacinas, así como en la parte superior, descansaba una variada colección de estatuas de personajes mitológicos, coronados por un majestuoso y desafiante unicornio.

Una extraña decoración

La terraza superior

Los parterres descendían en terrazas escalonadas, llenas de flores y plantas exóticas,  hacia las olas que rompían contra los muros, al tiempo que unos faisanes blancos picoteaban entre el verde del césped. A través de las aberturas que dejaban los nubarrones de la ribera del lago se adivinaban los Alpes, oscurecidos en un día plomizo.

Las estatuas contemplan impávidas una de las orillas desde Isla Bella
Mientras algunos hacían compras, aprovechamos para degustar una cerveza en una terraza junto a la orilla, contemplando el monótono ir y venir de las olas, esperando el traslado a la cercana isla de los pescadores.

La Isla de los pescadores
Pasamos a la diminuta isla de los pescadores, Isola dei pescatori. Un corto paseo por sus estrechas y tortuosas callejuelas, una breve parada en su iglesia y a comer. Pasta, por supuesto, y pescado. Después de los cafés, tomamos una copita de grappa que nos servimos de un botellón de dos litros que puso ante nosotros la dueña del ristorante. Excelente, por cierto.

Llegada a Isla Madre
Embarcamos de nuevo y, dejando atrás las dos islas, nos dirigimos a Isla Madre, Isola Madre, la mayor del archípiélago borromeo. Allí el palacio del siglo XVI se encuentra inmerso y en un exuberante jardín botánico a la inglesa, con una frondosa vegetación en la que descuellan las azaleas, las camelias y las palmeras.

Un faisán mira sorprendido

Otro nos ignora

Mientras hacíamos el recorrido, unos faisanes de vivos colores correteaban y se perseguían unos a otros, en tanto otros blancos se pavoneaban junto a los árboles.

Este posa coqueto

En la plaza, delante del palacio, contemplamos un enorme árbol sujeto por grandes sirgas. Se trata de un ciprés de Cachermira, símbolo de Isla Madre, nacido de semillas traídas de la región del Himalaya en 1862. A este ciprés lo abatió un tornado en junio de 2006, fue replantado de nuevo y se encuentra en periodo de recuperación.

El ciprés de Cachemira

La delicia del jardín

Visitamos el palacio, no tan espectacular como el de Isla Bella, pero si muy interesante en el que destaca su colección de porcelanas. A resaltar una sala con un escenario para teatro de marionetas. A la salida, en el jardín, se encuentra una pequeña capilla dedicada a San Carlos Borromeo, cuya festividad celebrábamos los bancarios el cuatro de noviembre.

El teatro de marionetas

La capilla de San Carlos Borromeo

Volvimos a embarcar y nos encaminamos a la población de Stresa, a orillas del lago. Rodeada de las altas cumbres de los Alpes piamonteses, es una ciudad coqueta que cautivó en el siglo XIX a la alta burguesía y al empresariado de Italia, que todavía conserva el esplendor pasado de sus villas y palacetes. Ernest Heminway, fascinado por el encanto de sus aguas azules y el verde de sus montañas, eligió este lugar como escenario de su novela Adiós a las armas.

Stresa desde Isla Bella
Su casco histórico se recorre en pocos minutos. Cansados del ajetreo del día, nos sentamos en una terraza para practicar nuestro deporte favorito: levantamiento de vidrio sobre barra libre; claro está, el vidrio rebosante de birra.

Anochecía cuando tomamos de nuevo el barco para volver a nuestro hotel. Durante la travesía traté de descubrir, entre las negras sombras de las montañas, la estatua verdiazul de Don Carlone. Vano empeño, había sido devorada por la oscuridad. Al desembarcar en Arona, era noche cerrada, como boca de lobo, y caía una lluvia fina y persistente.

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20 comentarios:

  1. Maravillosas fotos Felipe. Lo mejor de todo es que estáis juntos para disfrutar de estos preciosos viajes. Besicos.

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  2. Maravilloso viaje, y muy buenas explicaciones, eres un guía estupendo. Un abrazo

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  3. Leyendo tu escrito es facil volver a vivir lo ya vivido, gracias por refrescarme la mamoria y asi poder disfuter de nuevo de esos maravillosos lugare

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  4. Bonito viaje y grandes fotos.

    Saludos

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  5. Que bonito es viajar, maravillosas fotos
    Salud y saludos

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    1. Las fotos del paisaje son algo tristonas, como el día. Un saludo

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  6. Como cada vez, Felipe, descripción de literato y fotos de experto. Me gustó todo, pero me impresionaron particularmente los faisanes y sus actitudes distintas.

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    1. Esas palabras, viniendo de un periodista como tú, me llenan de satisfacción. Un cordial saludo para ti y todos los chilenos

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  7. Un bonito viaje amigo Felipe, y por lo descrito se ve que lo disfrutaste. Las fotos son verdaderas postales.
    Un abrazo.

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    1. Mucho, pero ese día las fotos hubieran resultados más bonitas si el tiempo hubiese acompañado. Abrazos

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  8. Sin ninguna duda, un bello viaje. Que sigais disfrutando.Un abrazo.

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  9. Qué maravilla Isola Bella.
    Y que envidia produce tan precioso viaje.
    Un abrazo.

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  10. "La Navidad forma parte de esa niñez que conservamos en nuestro corazón, y que renovamos cada año aunque sea en secreto” Katy
    Felices fiestas junto a los tuyos. Un cálido abrazo navideño

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    1. Gracias, Katy, por tus deseos que yo también comparto hacia ti. Abrazos

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