sábado, 15 de septiembre de 2012

Por tierras de Alvargonzález

Habían ya transcurrido unos cuantos años desde mi anterior estancia en la Laguna Negra de Soria. Tras el intento del pasado año en el mes de mayo, fallido a causa de la nieve, nuestra Asociación Albea programó para setiembre de este año la misma excursión incluyendo además las Lagunas de Neila burgalesas. Saliendo de Tudela, a partir de Soria, seguimos la ruta marcada por Antonio Machado en el cuento leyenda La tierra de Alvargonzález, con la diferencia de que nosotros lo hacemos en un medio de transporte mucho más moderno. En Cidones, como él, tomamos la carretera hacia Vinuesa, circundamos el Pantano de la Cuerda del pozo e iniciamos la subida hasta el aparcamiento cercano a la laguna. 

Continuamos ascendiendo a pie por una senda escarpada hasta llegar al circo del embalse, cuyo frente y lado izquierdo se encuentran flanqueados por enormes farallones graníticos; cierra el lado derecho una ladera ascendente cubierta de pinos.

Laguna Negra soriana. Niebla en la cumbre 

Un viento fuerte y frío nos azota el rostro. El agua, oscura, muestra en la superficie unas gélidas arrugas causadas por la ventolera.

Laguna Negra soriana

Nubes de niebla arañan las cumbres y las rachas de la ventisca arrastran las diminutas gotas de una llovizna intermitente que hace que no podamos permanecer mucho más tiempo contemplando el glaciar.

Roquedal de la Laguna Negra soriana

Discurrimos por las pasarelas de madera que  bordean uno de los lados de la laguna y ponemos los pies en una pequeña playa que el bajo nivel de las aguas ha dejado al descubierto. Un tanto ateridos, abandonamos definitivamente el lugar, desandamos el camino y subimos al autobús.

Entrada al paraje de Castroviejo

Van desfilando ante nuestra vista diversos pueblos, Vinuesa, Molinos de Duero, Covaleda, hasta llegar a Duruelo de la Sierra, donde tomamos un desvío a la derecha para acceder al paraje de Castroviejo. La carretera, sinuosa, va ganando altura salvando las Fuentes del Duero mediante estrechos y curvos puentes que ponen a prueba la pericia de nuestro conductor. Elevadísimos pinos albares, rectilíneos, con el tronco rojizo, buscan la luz de un cielo que va abriendo retazos azules por los que penetran los rayos solares. La carretera deja de ascender y nos detenemos en el lugar reservado para estacionar. Un letrero de madera nos indica que hemos llegado a Castroviejo.

Rocas en Castroviejo

Cruzamos la cerca y encontramos un lugar espectacular. Enormes rocas con formas caprichosas se diseminan por el contorno en pendiente. Me recuerdan la Ciudad Encantada de Cuenca, aunque el espacio es mucho más reducido. No me canso de hacer fotografías.  Al fondo un pequeño mirador entre dos rocas nos muestra el  magnifico panorama del valle con la población de Duruelo de la Sierra abajo, en el centro.

Más rocas

Se va acercando la hora de comer. Volvemos al autocar y nos dirigimos a Quintanar de la Sierra, donde tenemos preparado el yantar. Ismael, nuestro cicerone soriano, durante la marcha, va desgranando los versos del romance de Machado en medio del atento silencio de los viajeros.

                                    Abunda en la tierra un gris
                                    de plomo y azul de plata,
                                    con manchas de roja herrumbre,
                                    todo envuelto en luz violada.
                                    ¡Oh tierra de Alvargonzález,
                                    en el corazón de España,
                                    tierras pobres, tierras tristes,
                                    tan tristes que tienen alma!


Entramos en la provincia de Burgos, dejamos atrás Revenga y llegamos a nuestro destino, un restaurante en un camping de Quintanar de la Sierra.    El menú, muy típico por estos lares, compuesto de crujientes torreznos, sabroso revuelto de morcilla y pimientos, un apetitoso arroz con boletus y unas excelentes chuletas de cordero a la parrilla con patatas fritas, nos deja plenamente satisfechos.

Paisaje desde el mirador de las Lagunas de Neila

Tras la sobremesa, continuamos nuestro viaje. Una carretera estrecha, plagada de curvas y precipicios, ascendente, interminable, nos sitúa en la cima junto al camino que nos llevará a las lagunas de Neila. Un mirador sobre el cortado, nos evidencia la magnificencia del paisaje. Las cumbres se suceden a los valles y tras ellas más cumbres; pinos, hayas, robles, carrascas van pintando distintas tonalidades entremezclándose unas con otras. El cielo se ha tornado diáfano y azul. Ahora sí divisamos perfectamente el Pico de Urbión.

Laguna de los patos

Comenzamos nuestro paseo a pié y contemplamos en primer lugar, en una profunda hondonada, la Laguna de los patos. Un enorme monolito rocoso nos la oculta parcialmente. Caminamos quince minutos y llegamos a las orillas de la Laguna Larga. Las vacas que se encuentran paciendo nos miran indiferentes. El sol de la tarde riela sobre las aguas.

Laguna Larga

Caminamos otros quince minutos y llegamos a la que lleva el mismo nombre que la soriana: Laguna Negra. La superficie presenta un color oscuro debido a su fondo pizarroso. Tomo nuevas fotografías y volvemos a paso más ligero hacia el autobús porque el tiempo se nos ha echado encima.

Laguna Negra burgalesa

De regreso, en el autocar, un tanto adormecido, se me vienen a la memoria los últimos y trágicos versos, recitados por el guía Ismael, con los que Antonio Machado finalizó el romance de La tierra de Alvargonzález, dedicado a Juan Ramón Jiménez:


                                Llegaron los asesinos
                                hasta la Laguna Negra,
                                agua transparente y muda
                                que enorme muro de piedra,
                                donde los buitres anidan
                                y el eco duerme, rodea;
                                agua clara donde beben
                                las águilas de la sierra,
                                donde el jabalí del monte
                                y el ciervo y el corzo abrevan;
                                agua pura y silenciosa
                                que copia cosas eternas;
                                agua impasible que guarda
                                en su seno las estrellas.
                                ¡Padre!, gritaron; al fondo
                                de la laguna serena
                                cayeron, y el eco ¡padre!
                                repitió de peña en peña.




28 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla, Felipe! En mi mente un revoltijo de ideas que se confunden entre tu relato y viejas lecturas. No conozco esa tierra, pero supe de ella hace mucho cuando un cliente, de apellido Alvargonzález me regaló un libro de leyendas con ese título; tú enriqueces todo con tu forma peculiar y minuciosa de relatar y con los versos de un grande entre los grandes. Preciosa entrada, Felipe.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Paco, somos ya como viejos amigos, me miras con buenos ojos y prácticamente todo lo que hago te parece bien, por lo que te quedo reconocido. De todas formas, estoy satisfecho de cómo ha quedado esta entrada. Un fuerte abrazo desde mi mejana

      Eliminar
  2. Que bien se pasea contigo en este tren lleno de ventanitas. Gracias y un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Quizá te refieras a la película de 1952 La Laguna Negra, dirigida por Arturo Ruiz Castillo con actores como Tomás Blanco, José Bódalo, Irene Caba Alba, Julia Caba Alba, Fernando Rey y otros. Según tengo entendido no se rodó en la Laguna Negra por no poder acceder a ella con todo lo necesario, sino en las Lagunas de Neila que también describo en esta entrada. Un saludo desde mi mejana

    ResponderEliminar
  4. La película que te he mencionado esta basada en el romance de Antonio Machado La tierra de Alvargonzález.

    ResponderEliminar
  5. Hola amigo!!! Una excursión muy cultural!!!! Unir viajes, poesía y adornarlo con tus fotos es todo un arte.
    Guauuuuuuuuuuuu!!!! es que no paráis!!!! eso está bien!!! Besos a los dos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que Ismael, el quia que nos acompaña en las escursiones por Soria, en el autobús nos suele leer poemas de Antonio Machado de un libro que, "por casualidad", lleva en la mochila. Y a mí me encanta. No pararemos mientras el cuerpo y el bolsillo aguante. Un beso

      Eliminar
  6. Gracias por permitirnos acompañarte en la ruta señalada por Machado.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra te hayas incorporado a nuestro "colectivo" en nuestro recorrido por las tierras de Alvargonzález. Un cordial saludo

      Eliminar
  7. Cuando estuve en la Laguna Negra(hace muchos años) me decepcionó bastante al no verla lo suficientemente oscura, me dijeron que era por la hora y por el sol, tendré que volver.

    Todas esas rocas también me llamaron mucho la atención.
    ¡Como pasa el tiempo! Muchas gracias por recordarmelo de esa forma tan bonita como tú lo haces y además, esta vez, con poesía.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo recordar que en la ocasión anterior la vi más oscura que en esta. Cuando no haya sol posiblemente se oscurecerá más. El color se debe al fondo pizarroso y a los pinos que la circundan. La leyenda dice que no tiene fondo, pero en realidad la máxima profundidad son aproximadamente doce metros. Abrazos

      Eliminar
  8. Hace años con mis hijos pequeños uno en sillita estuvimos en la Laguna negra, hicimos el mismo recorrido que tu hasta Duruelo de la Sierra, gracias a ti he vuelto a recorrer el camino.
    Páramo que cruza el lobo
    aullando a la luna clara
    de bosque a bosque, baldíos
    llenos de peñas rodadas,
    donde roída de buitres
    brilla una osamenta blanca;
    pobres campos solitarios
    sin caminos ni posadas,

    ¡Oh pobres campos malditos,
    pobres campos de mi patria!
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Veo que conoces perfectamente el romance puesto que has continuado los versos que yo comencé. Un abrazo

      Eliminar
  9. A veces las inclemencias del tiempo nos aguan la fiesta; aquí, por lo que veo, literalmente, en tu excursión al la laguna negra, pero esos inconvenientes también sirven para que nuestro recuerdo sea más imborrable. Magnífico reportaje, fenomenalmente rematado con los versos de Machado. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto que las inclemencias del tiempo en numerosas ocasiones trastocan nuestras previsiones. Recuerdo sendas visitas a Salamanca y Oviedo, ciudades que me encantan, jarreando todo el día. Abrazos

      Eliminar
  10. No la conocía. Las fotos son preciosas. Para sacar provecho hay que ir con guía, como tú.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta viajar tanto con guía como por libre. Las dos formas de hacerlo tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Un beso

      Eliminar
  11. Estupendas fotografías. He estado muchas veces por esa zona. De hecho tengo una foto de mi marido en pleno invierno con la laguna congelada y el encima de ella. Es impresionante el paisaje y nos lo dejas muy bien documentado.
    Ahora eso si es una de las regiones más frías de España.
    Bss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues suerte tuvisteis de poder llegar a ella; nosotros en mayo del pasado año no pudimos hacerlo por la nieve. Besos

      Eliminar
  12. Como siempre, al acceder a esta pagina, tomo asiento, me relajo, comienzo a leer y disfruto de un buen reportaje fotográfico, y una magnifica narración que nunca decepciona.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sabes, José, cómo me satisface saber que mis escritos no te decepcionan. Un fuerte abrazo

      Eliminar
  13. Bonito homenaje a don Antonio y a las tierras sorianas y estupendas fotografías del lugar. Nunca pensé que fueran así esas tierras.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soria tiene unos paisajes que son una maravilla y una reserva de arbolado muy bien cuidada. En muy raras ocasiones se producen incendios y la razón es que vien del bosque. Saludos cordiales

      Eliminar
  14. La de sitios que no conozco. Venir por esta casa me recuerda que tengo muchos lugares a los que viajar.

    Un abrazo Felipe.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues, Elena, para mañana es tarde. No hace falta ir muy lejos. Esta excursión que hicimos dista de Tudela unos 150 kilómedtros. En cualquier sitio cercano tendrás un rincón con mucho encanto que merezca la pena visitar. Todos tienen su aquel. Un fuerte abrazo

      Eliminar
  15. Te agradezco, estimado Felipe, que me hagas viajar por tu bello país.

    Saludos australes.

    ResponderEliminar

Tu comentario es bien recibido aunque sea anónimo. Muchas gracias por tu atención.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...