lunes, 18 de julio de 2011

Ayllón


Decidí tomar la carretera que, a través de Soria, Segovia, Avila y Plasencia, me lleva a la lejana Cáceres donde podré disfrutar durante unos días de mi nieto que cumplirá tres meses durante mi estancia en esa ciudad. Tenía pensado parar en San Esteban de Gormaz para estirar un poco las piernas y tomar un tentempié que hiciera más llevadero el camino.

Llegados a esta población, considerando que todavía era pronto, no había hecho demasiados kilómetros y me encontraba muy relajado, continué el viaje sin detenerme. Recordé que, siguiendo la ruta, a unos treinta kilómetros se encontraba un lugar que, años atrás, en otro de mis recorridos, había visitado y  me había sorprendido agradablemente. Se trata del segoviano pueblo de Ayllón. Sin dudarlo, me incliné por esta otra opción para disfrutar de un descanso y el consiguiente refrigerio.

Palacio de los Contreras

Estacioné el coche junto al río, cerca del hermoso puente romano que evita el río Aguisejo. Por el arco situado frente al puente penetramos en la villa. A nuestra izquierda se nos muestra un palacio edificado en  1497 por Juan de Contreras, cuya fachada está recuadrada por un cordón franciscano y tres escudos de armas. No pudimos contemplar su artesonado que dicen indica que algunas partes del edificio son de época anterior.


Iglesia de San Miguel

Por una corta y estrecha calle accedemos a una magnifica plaza porticada de forma triangular. Es la Plaza Mayor en la que se estaba celebrando el mercadillo semanal. Vemos al fondo de la misma el Ayuntamiento sito en el restaurado palacio de los Marqueses de Villena. A su izquierda,  se encuentra la iglesia de San Miguel, convertida en oficina de turismo, con su bello corredor encima de la puerta abocinada. A la derecha, algo más atrás, emerge  la espadaña de la iglesia de Santa María. Al fondo, a lo lejos, en lo alto del cerro, se asoma la Torre de la Martina, resto de su castillo. En el centro de esta majestuosa plaza, la fuente que ha sido testigo de los avatares de la villa.


Al   fondo la espadaña de La Martina

En uno de los bares de la plaza tomamos un café acompañado de algo de bollería y nos damos un paseo por las callejuelas sombrías del lugar gozando del magnífico entorno. Entramos en la iglesia de Santa María donde tenía lugar una ceremonia muy similar a la misa. Nos quedamos un tanto extrañados, por más que miramos no vimos ningún cura celebrando sino que la eucaristía la estaba presidiendo una señora.

Iglesia de Santa María

Retornamos a la plaza Mayor, donde  el mercadillo semanal daba vida y colorido a la misma.. Volvimos a atravesar el arco apercibiéndonos de que se encontraba apuntalado en espera de restauración y nos dirigimos, paseando por la encauzada orilla del río, hacia nuestro vehículo para continuar el viaje.

Pórticos de la Plaza Mayor

Aún hicimos una pequeña parada, a un kilómetro escaso de esta población, para contemplar las restauradas ruinas del convento de San Francisco, fundado según tradición por el santo de Asís. Es de destacar la fachada de sillería ornamentada y coronada por una espadaña y tres arcos de medio punto. Actualmente es de propiedad particular y está habilitado para celebrar bodas, banquetes y otros acontecimientos.

Convento de San Francisco

Descansados y satisfechos, dimos por finalizado nuestro receso  reanudando el camino hacia tierras extremeñas, nuestro todavía lejano destino.

Sin lugar a dudas,  la circunvalación de los pueblos nos ahorra tiempo y molestias a la hora de viajar. También, los vecinos de dichos lugares evitan las incomodidades de la circulación pero, lamentablemente, de la misma manera,  les quita vida y recursos. De otra parte, los viajeros no tenemos la oportunidad de conocer lugares como el que he descrito.  Si en épocas anteriores la carretera no hubiese pasado lamiendo el río, entre éste y el caserío histórico, yo  nunca hubiese conocido una villa tan especial y agradable como Ayllón.

Hace ya  algún tiempo que viajo sin prisas,  disfrutando del placer de conocer los lugares por donde paso ya que me tomo con calma los itinerarios. En ocasiones, puesto que no me angustia la hora de llegada,  me desvío para conocer algún lugar de interés que me encuentro durante el trayecto. Es un verdadero placer y merece la pena hacerlo.

10 comentarios:

  1. Qué envidia te tengo Felipe, eso de viajar sin prisas no sé si alguna vez lo conseguiré. Será que aún tengo hijos menores que necesitan de mí y ando siempre entre las prisas y el estrés.

    Se ve un lugar con encanto Ayllón. La verdad es que conozco poco de la parte mesetaria de España, una asignatura que tendré que aprobar algún año de éstos.

    Un abrazo Felipe.

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  2. ¡¡Ohhhh!! Extremadura, uno de los viajes junto con el país Vasco que más recomiendo.

    Y pensar que hay gente que prefieren conocer otras cosas sin descubrir lo que tenemos dentro, entiendo que eso es una catetada o dicho en fino un snob.

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  3. El mayor placer es viajar sin prisas, pero aún es mayor cuando nadie te hace correr y sobre todo cuando vas descubriendo cada palmo tranquilamente y puedes compartirlo con la misma calma.

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  4. Felipe, es así como se debe viajar, recorriendo pueblecitos y no pasando por la autovía a toda velocidad
    Saludos desde Argentina
    http://norma2-siempreesprimavera-norma2.blogspot.com

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  5. Felipe, no sabes como disfruto leyendo tus cronicas de viaje, son todas fabulosas.

    Un fuerte abrazo

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  6. Qué bonita es la espadaña del convento de San Francisco. Desde luego la tuya es la mejor manera de viajar. También yo procuro hacerlo así, aunque no siempre es posible, pero se intenta. Un abrazo, Felipe.

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  7. Es cierto que ahora al viak¡jar no solemos detenernos en los pueblos para no perder tiempo. A menos que te lo palanifiques.Conozco Ayllón, aunque no tengo fotos porque entoces no andaba con máquina de fotografiar sini con tres peques de la mano:)
    Que disfrutes de tu nieto y celebres esos tres añazos.

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  8. Creo que deberías recopilar tan estupendas reseñas de sitios estupendo, con detalles y comentarios, y publicar un libro de viajes, sencillos, calmados y que llenan el espíritu. Ánimo, que lo leeríamos todo junto llenos de placer. Beso

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  9. Siempre me ha gustado hacer una parada en el viaje para ver alguno de los lugares de paso. Cuando viajaba con mis padres, mi padre y yo siempre insitíamos en "hacer turismo" durante el viaje. Mi madre siempre se negaba, harta ya de coche y deseando llegar cuanto antes.
    Visité Ayllon de camino al cañón del río Lobos, el primer viaje que hice con mi chico. Me pareció un pueblo precioso.
    Felicidades a tu nieto!
    Abrazo!

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  10. Hola Felipe,comprendo tu alegría al visitar Ayllon, donde espero hayas probado el cuchifrito y te hayas acercado a las cascadas de Navafría,y hayas comido una hogaza de pan por las calles de Pedraza, terminando con un corderito en Sepúlveda, pues creo que es la ruta que has seguido y que yo he hecho en muchas ocasiones. Te felicito por tus magníficas crónicas turísticas, que como te he dicho tras veces, son dignas de figurar en una guía. Estoy un poco flojo en los blogs, además de haber estado de viaje en tierras árabes para documentarme para mi nueva novela. En mi blog puedes entrar simplemente poniendo "el blog de alberto boutellier" o en comunidad ideal.
    Espero tu crónica de Cáceres que tiene mucho y muy bonito de ver y disfrutar. Un abrazo

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