jueves, 3 de septiembre de 2015

Rio Tinto


Hace algún tiempo comenté, en una entrada anterior, la costumbre adquirida de leer después de mis viajes algún libro relacionado con el lugar visitado. Tras nuestro paso por Moguer, uno de los pueblos que más me impactaron durante el recorrido por Huelva, tomé de nuevo en mis manos, no podía ser de otra manera, el juanrramoniano Platero y yo para darle un repaso después de los años transcurridos desde aquella primera lectura juvenil. Avanzada ésta, en el capítulo noventa y cinco, titulado El río, leo lo siguiente:
"Mira, Platero, cómo ha puesto el río entre las minas, el mal corazón y el padrastreo. Apenas si su agua roja recoge aquí y allá, esta tarde, entre el fango violeta y amarillo, el sol poniente; y por su cauce casi sólo pueden ir barcas de juguete. ¡Qué pobreza!"
Agua roja, fango violeta y amarillo
Inmediatamente acude a mi mente aquella soleada tarde de abril en la que, después de conocer las maravillas de la cueva de Aracena, dejando atrás los aromas de Jabugo, nos encaminamos hacia Minas de Río Tinto.

Maquinaria cerca de Cerro Colorado
Al borde de la carretera entre Zalamea la Real y Nerva se encuentra el mirador del Cerro Colorado, el enorme agujero cobrizo, irreal y silencioso de una de las explotaciones a cielo abierto, un profundo vacío de sin igual cromatismo, surcado por las atezadas cicatrices de los caminos para las máquinas, con una espesa agua oscura, con reflejos plomizos, embalsada en el fondo.

Cerro Colorado

El autobús nos dejó en la estación del actual tren turístico minero en el que íbamos a hacer un corto recorrido, unos doce kilómetros, por las vías del ferrocarril que unía los yacimientos de Riotinto con Huelva. 

Escorias
El súbito arranque de la máquina Diesel de los años 70 puso en marcha un arcaico ajetreo de ruedas metálicas y raíles. El inicio fue un tanto decepcionante, me había situado en la parte derecha del sentido de la marcha, con un panorama desolador y degradado, producto de la era post-industrial, en el que la naturaleza y el paisaje, alterado por la mano del hombre, se entremezclan desdibujando sus límites.

Las máquinas adornan el paisaje
El negro de los montones de detritos y escorias se alternaban con los marrones del óxido en un enviciado cementerio de máquinas e infraestructuras de hormigón y hierro obsoletas.

El agua rojiza busca su salida
El traqueteo fue en aumento y el panorama cambiando conforme íbamos avanzando siguiendo el curso del río. A nuestra izquierda, por el fondo del valle discurría una exigua corriente de agua color granate, formando pequeños remansos con reflejos plateados.

Reflejos junto a la estación de Los Frailes

Pequeñas pozas en el cauce
Acompañaban al río en su descenso una espectacular gama de tonalidades:  se combinaban, bajo un cielo desvaído, los rojos, amarillos, pardos, ocres, añiles, grises, verdes, violetas...  

Las tonalidades del cauce
Rincón sorprendente
Un paisaje verdaderamente impactante. Llegamos a la estación de Los Frailes, descendimos del tren mientras hacían las maniobras correspondientes para la vuelta y nos acercamos hasta la orilla para tocar las aguas rojas del río.

Puro cromatismo
El agua tiene una gran acidez por los metales pesados, pero no produce ninguna sensación al tocarla, sin embargo las manchas en la ropa no salen. En este agua sin vida aparente subsisten unas bacterias que se alimentan sólo de minerales y que han sido objeto de estudios encaminados a investigar la posible existencia de vida en Marte por su similitud con el planeta rojo.

El tren en su retorno al punto de partida

Subimos a los vagones de madera para regresar al punto de partida. En esta ocasión me dediqué a mi deporte favorito: la caza de imágenes. Durante los tres cuartos de hora invertidos en el regreso debo decir que disfruté de lo lindo con las numerosas capturas.

El discurrir del río
Esta breve excursión por la cuenca de Riotinto es algo mágico que se quedó grabado en nuestras retinas y en el recuerdo como unas de las experiencias más interesantes de nuestro viaje a Huelva.

Otro bello rincón del Rio Tinto
Es muy adecuado para los amantes de los paisajes, de la fotografía, de los ferrocarriles e incluso de la "arqueología" industrial. Todo ello no merma lo cierto y la belleza de las palabras de Juan Ramón Jiménez, también de Platero y yo, con las que finalizo esta entrada:

"El cobre de Riotinto lo ha envenenado todo...
Sólo queda, leve hilo de sangre de un muerto, mendigo harapiento y seco, la exangüe corriente del río, color de hierro igual que este ocaso rojo..."


12 comentarios:

  1. Un viaje peculiar como el color del río y una novela que todos hemos leído y pocos releído. Yo lo hago al revés leo antes de ir. Un abrazo

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    1. Yo suelo preparar el viaje antes pero, luego, me apetece leer algo relacionado con lo que he visto. Abrazos

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  2. Precioso reportaje, muchas gracias por el gozo de leerte a la vez que descubro tierras nuevas para mi. Besicos.

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    1. Es una satisfacción que el placer que me produce plasmar mis vivencias sobre un viaje provoquen un poco de felicidad a quien me lee. Un beso, Angelines.

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  3. Esa costumbre de leer después de un viaje un texto sobre ello, yo lo haga antes del viaje, así me adentro más en el paisaje, en el pueblo o en la ciudad, posteriormente, una vez acabado, serán las fotografías la que lo vuelvan a rememorarlo. Tanto antes como después, creo que hacemos bien en actuar de este modo.

    Un cordial saludo

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    1. Así es. Emilio, cada uno tiene sus costumbre. Yo, como ya he dicho, preparo el viaje antes, pero luego me gusta leer algo escrito sobre el lugar en que he estado. Ello me ayuda a revivir el viaje. Un saludo

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  4. Ya veo, ya, que tu dedo no se apartó del disparador de la cámara un momento.
    Recuerdo aquel comentario sobre tus lecturas tras los viajes; a mi me pasa casi lo mismo. procuro hacerlo antes cuando puedo.
    Un saludo.

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  5. Siempre me ha llamado la atención este río, aunque nunca lo he visto en persona.
    Abrazo!

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    1. Tiene unos contrastes de color impresionantes. Un abrazo

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  6. Interesante y detallada narración de un lugar tan nombrado incluso por Juan Ramón Jiménez. Bonito viaje y extraordinario reportaje fotográfico.
    Un abrazo.

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    1. A pesar de que Juan Ramón Jiménez no lo pone muy bien, creo que merece la pena visitarlo. Abrazos

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Tu comentario es bien recibido aunque sea anónimo. Muchas gracias por tu atención.

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