miércoles, 24 de septiembre de 2014

Semana asturiana



Dejando atrás la marea del día del chupinazo, con un punto de nostalgia por nuestra deserción en plenas fiestas tudelanas, plantamos nuestros reales en Gijón, ciudad lanzadera desde la que íbamos a efectuar pequeñas excursiones matinales por lugares no recorridos en viajes anteriores. La tarde de nuestra llegada la dedicamos a un reconocimiento minucioso del terreno de nuestro campamento base situado en un hotel en pleno corazón de la ciudad: el parque de Begoña. Dicho parque, las calles Moros y Corrida, así como el puerto deportivo, la Plaza Mayor y la Playa de San Lorenzo, fueron nuestras primeras exploraciones.


Santa María de Lena

Nuestra primera salida que realizamos en una mañana gris, en la que se nos coló de polizón un intermitente orbayu, fue para conocer la iglesia de Santa Cristina de Lena, situada en una colina del valle del río del que toma el nombre. El pequeño templo, del siglo IX y estilo prerrománico asturiano, me impactó. Tiene planta de cruz griega, muros ciegos con contrafuertes y ábside cuadrangular. Al interior pasamos por un pequeño atrio. La única nave tiene dos niveles siendo más alto el del altar que el de la entrada y consta de un iconostasio formado por tres arcos de piedra con cuatro columnas con sus capiteles, cerrados por celosías.

Interior de la iglesia con el iconostasio de piedra
La bóveda es de cañón y descansa sobre arcos fajones reforzados por los contrafuertes exteriores. Por unas estrechas escaleras sin ninguna protección subí a una especie de coro, según nos dijeron el sitio reservado a los reyes, desde el que disfruté de una visión completa del interior de esta preciosa iglesia.

A continuación nos trasladamos hasta Langreo para visitar el Museo de la Siderurgia, ubicado en la antigua fábrica Duro Felguera en el distrito urbano de La Felguera. Un museo un tanto decepcionante a mi entender. Lo más destacable es su alojamiento en el interior de una espectacular torre de refrigeración de unos cuarenta y cinco metros de altura.

La increible cocina obrera de 1916
Llamó poderosamente mi atención la visita a una vivienda obrera  de 1916 dotada de una distribución interior y unos servicios inhabituales en esa época, propiciada por el paternalismo de Pedro Duro, fundador de la siderometalurgia de La Felguera.

Nuestra segunda excursión mañanera nos llevó a la comarca de Villaviciosa, concretamente al Valle de Boides para contemplar un monumento milenario: la iglesia, también prerrománica, de San Salvador de Valdediós, conocida como el Conventín. 


San Salvador de Valdediós
A diferencia del anterior, el día amaneció espléndido, lo que hizo que luciera con magnificencia todo el verde esplendor de las arboledas que rodean el lugar donde se asienta este templo, totalmente despejado, sin que ningún obstáculo nos impidiera admirarlo desde cualquiera de sus ángulos. Este armonioso edificio alargado consta de tres naves abovedadas, las dos laterales más bajas y estrechas que la del centro, separadas por arcos de medio punto, asentados sobre pilares cuadrados que sostienen los altos muros de la central en los que se sitúan una serie de vanos de medio punto que permiten una iluminación directa. Hay restos de las pinturas que revestían y adornaban el interior. 

Salimos por una puerta lateral, atravesando un estrecho pórtico abovedado y con muy bonitas celosías, en dirección a la iglesia del monasterio de Santa María que se encuentra a pocos metros, un tanto eclipsada por la armonía y belleza de la anterior. 


Santa María
Accedemos a ella por la puerta de los muertos, en cuyo tímpano se encuentra la inscripción fundacional. Se trata de un templo de aspecto netamente románico del siglo XIII, con la austeridad propia del císter, compuesto de tres naves amplias, transepto y cabecera de tres ábsides con columnas y ventanas de medio punto. Por la llamada puerta de los monjes pasamos al notable claustro renacentista que fue reconstruido después de la destrucción del anterior por unas grandes riadas que se lo llevaron por delante junto a la residencia monacal. La fachada principal, alterada con un porche posterior, debió tener una gran monumentalidad a juzgar por las dos puertas existentes en ella y la espadaña original. El rosetón de trazos góticos es restaurado. 


Puerta de la nave central
La puerta de la nave central, de grandes dimensiones y profusamente decorada, consta de tres arquivoltas semicirculares en las que se alternan los populares dientes de sierra asturianos y los florones de cuatro pétalos.

Tazones
Como el día invitaba y ya estábamos un tanto saturados de turismo artístico, nos trasladamos a la pintoresca aldea de Tazones, a orillas del cantábrico donde pudimos comprobar que efectívamente las parrochas fritas estaban de miedo.

El siguiente día la visita era para Oviedo. Nos desentendimos de las iglesias de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, que ya habíamos visitado hacía un par de años, y nuestros pasos se dirigieron a la iglesia de San Julián de los Prados.


San Julián de los Prados
Esta iglesia, conocida popularmente como Santullano, fue contruida en el siglo IX, durante el reinado de Alfonso II El Casto. Tiene planta basilical de tres naves, la central más alta y ancha que las laterales, la cubierta es de madera exceptuando los tres ábsides que son de bóveda de cañón. El transepto, sin crucero, está formado por una nave más alta que la central y la separación entre la principal y la transversal se realiza mediante un  muro en el que se abren tres arcos, el central muy grande con forma de arco de triunfo y los otros semejantes pero más pequeños. Toda la iglesia se encuentra adornada con pinturas murales en estuco, con influencias del bajo imperio romano, con  una gama de colores que abarcan desde el gris-azul, el ocre-amarillo y el rojo carmesí. Estas pinturas son el elemento primordial de este templo y constituyen el legado más importante de Occidente tanto en cantidad, variedad y conservación.

Interior de la Catedral de San Salvador

El Claustro
Posteriormente visitamos la catedral de San Salvador, en la que, dado los dilatado del tiempo de su edificación, confluyen varios estilos arquitectónicos. Allí se dan cita el prerrománico de la Cámara Santa,  las bóvedas románicas, el remate renacentista de la torre y el barroco de la girola y otras capillas. 

Una de las abundantes estatuas escucha atentamente a nuestro guía
Aun nos dio tiempo antes de volver a nuestro hotel para el almuerzo, de diluirnos en la ciudad vetusta, recorrer sus calles, la plaza del ayuntamiento y hacer unas cuantas fotos a la efigie de La Regenta a la espera de que apareciera en cualquier momento el Magistral.

El cabo de Peñas
La mañana siguiente cambiamos un poquito el chip. Recorrimos los acantilados del Cabo de Peñas observando como los negros nubarrones daban paso a una tímida claridad y las olas se estrellaban contra las rocas tan machaconamente como la cantinela con la que aprendíamos de niños los cabos del norte de España: Machichaco en Vizcaya, Ajo en Santander, Peñas en Asturias, Estaca de Bares, Ortegal y Finisterre en Galicia... así una y otra vez hasta que se nos quedó grabado en el disco duro.

Luanco
El aperitivo lo tomamos en Luanco, un bonito pueblo marinero que recorrimos entre soles y orbayos hasta llegar a la iglesia de Santa María, cuyos porches sobre columnas toscanas se asoman al mar, en la que contrasta su sobriedad exterior con el barroco que se esconde bajo su bóveda de crucería.

El Centro Niemeyer
El día anterior a nuestra partida, finalizamos nuestro periplo por el Principado con una visita a Avilés. Quedé sorprendido por esta ciudad que yo consideraba meramente industrial, pero su patrimonio cultural y su casco antiguo en el que se aglutinan palacios, iglesias, casas nobles, plazas y parques formando un conjunto histórico artístico envidiable, hizo que reconsiderase mi visión acerca de ella. Recorrimos el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, con cuyo diseño obsequió el arquitecto brasileño a Asturias a raíz de la concesión del Premio Príncipe de Asturias.


Portada de la iglesia de los Franciscanos
Después hicimos un exhaustivo recorrido por las calles de la ciudad comenzando por el Palacio de Camposagrado y terminando en el barrio de casas con galerías similares a las de La Coruña y otras de signo modernista, pasando por las iglesias de los Franciscanos, de San Nicolás de Bari, Sabugo, la Plaza del Ayuntamiento y los palacios de Llano Ponte, Ferrera y Balsera. En el parque del Muelle, con su colección de esculturas, esperamos a nuestro autobús para que nos llevase de regreso a Gijón.

Jardín Botánico Atlántico
Las tardes playus fueron de relax y las dedicamos a conocer el Museo del Ferrocarril, las Termas Romanas, las iglesias de San Pedro, San Lorenzo y San Francisco, el Jardín Botánico Atlántico, los parques de Begoña, Isabel la Católica y del cerro de Santa Catalina, el puerto deportivo, el palacio de Villagigedo donde exponía un extremeño, la plaza Mayor  y, sobre todo, las cervecerías de las avenidas de Rufo García y de la Costa.


La Escalerona en la playa de San Lorenzo
Paseamos por la playa de San Lorenzo y, cuando la marea devoraba la arena, hicimos una pausa allí donde, según Víctor Manuel, un policía municipal puso una multa de veinticinco pesetas a dos guajes por verter aguas junto a la Escalerona  el día que fueron a ver el mar por primera vez.  

Las noches gijonesas, con una temperatura muy agradable, consiguieron que nos hiciéramos clientes asiduos de la terraza de una de las cafeterías de la calle Corrida, donde una simpática camarera rusa, nos atendió con una amabilidad exquisita.

Receta de la Fabada Asturiana
Una semana interesante, amena y tranquila en una tierra cautivadora en la que, a pesar de no seguir los circuitos habituales turísticos, no quedamos defraudados porque en Asturias hay muchas cosas por conocer y de las que disfrutar, entre ellas una buena fabada.

16 comentarios:

  1. No falta nada, es una gozada y para reponer fuerzas la fabada. Besicos.

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  2. Eres un guía excepcional, algunos lugares los he andado pero hoy los he visto con mas detalle. Un abrazo

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  3. Buenos días Felipe. Es una suerte estar en Asturias. Yo he vivido tres años en Oviedo, y otros tres en León. Llevo a ambas regiones en el corazón, de hecho vuelvo con frecuencia. Disfruta, y si no lo conocías, seguro que volverás. Saludos

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    1. Han sido varias la veces que he recalado en Asturias, pero todavía serán más. Un saludo

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  4. Interesante y provechosa. Me ha encantado su viaje por el principado.
    Un saludo.

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  5. Me parece que te voy siguiendo los talones. Acabo de venir de hacer un recorrido bastante similar pero con matices. Gracias por hacérmelo continuar. Aún no me ha dado tiempo de repartir la fabada que traje a mis hijos.
    Un saludo

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    1. Ya veo que coincidimos por algunos lugares, aunque no sé quién va por delante. Saludos

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  6. Maravilloso reportaje con fotos encantadoras. Gracias por contarnos con detalle tus viajes, como siempre nos hacen revivir recuerdos.
    Un abrazo.

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  7. ¡Cómo me gusta Asturias! ¡Y sobre todo las iglesias prerrománicas! Me ha encantado tu viaje.
    Abrazo!

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  8. Recondando el viaje Asturias gracias a tusexpicaciones
    Puedes dedicarte a ser guia,lo haces de maravilla

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    1. Como en otras ocasiones, ha sido un placer viajar con vosotros.

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Tu comentario es bien recibido aunque sea anónimo. Muchas gracias por tu atención.

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