viernes, 14 de marzo de 2014

Javierada 2014 (2/4) El Yugo/Murillo

7 de marzo. Segundo tramo: 29 kilómetros.

A las ocho y media de la mañana la carretera de Tudela a Pamplona es un reguero de peregrinos, entre los que destacan los grupos de jóvenes, que están haciendo el tramo que nosotros nos quitamos ayer.

Culminando el recorrido que nosotros hicimos ayer
Junto a la ermita  nos encontramos con los que se quedaron allí a dormir y han cumplido con su misión de pelar las patatas para el calderete de la comida. Nuestra intendencia, que ya tiene preparado el lugar donde vamos a almorzar, nos recibe con unas migas recién hechas y un trago de vino para entretener la espera hasta que llegue nuestro grupo caminando desde Tudela.


Preparando el almuerzo
Hacia las nueve y media comienzan a llegar los primeros de nuestro grupo Tudelanos por Javier acercándose a una mesa bien repuesta de cogollos, cebolla, embutidos, queso, naranjas, plátanos, vinos y refrescos. Nuestra intendencia no cesan de hacer tortillas de escabeche para los bocadillos que van entregando uno a uno, calenticos y que saben a gloria. Después finalizamos con un café y algún licor al gusto de cada cual, munición suficiente para la batalla que, en breves momentos, vamos a librar.

Nuestro grupo, Tudelanos por Javier, en la ermita del Yugo
Después del almuerzo, pasamos a la ermita a recibir la bendición para el camino. El canto colectivo de la jota dedicada a la Patrona de la Ribera pone de manifiesto el entusiasmo reprimido durante el descanso y, sin más dilaciones comenzamos el descenso hacia los llanos terrenos de Landazuría cuando son las once menos cuarto de una mañana espléndida.


Hacia Landazuría. Al fondo, junto al corral, la Cuesta de las mulas
Hasta la Cuesta de las mulas, que se vislumbra en el horizonte, ningún impedimento salvo algún pequeño repecho, la distancia  y el calor que empieza a dejarse notar. Llegamos a esa pendiente, la máxima dificultad de la jornada, cuyo desnivel se las trae; afortunadamente no muy prolongada y, aunque jadeando, la salvo sin mayores problemas. Una vez arriba, nos tomamos un descanso de reagrupamiento, mientras nos llevamos algo a la boca y damos un buen tiento a la bota.


El Plano parece interminable
El plano se extiende ante nosotros interminable, dibujándose en la lejanía la línea azulada de las montañas que alcanzaremos al final del día. Con ánimos renovados continuamos nuestra caminata.


Se adivina el final del Plano
Hacia la una, alcanzamos el punto donde otros grupos tudelanos suelen parar para comer; nosotros continuamos, todavía nos queda una hora para llegar al lugar en el que nosotros lo tenemos previsto. Cerca de las dos descendemos del plano y nos dirigimos a nuestro particular restaurante, una borda de ganado que el pasado lunes fue acondicionada por algunos de nuestro grupo que se desplazaron hasta aquí.  

Nuestro particular servicio de salud
La intendencia ha hecho sus deberes y las mesas ya están dispuestas para el yantar. Antes, un apertitivo acompañado de cerveza fresca. Hay quien necesita restaurar el aparato de locomoción y pasa por un improvisado quirófano al aire libre donde la tamaritana Pacita, la médico que nos acompaña, nuestra buena samaritana, recompone los pinreles reparando las ampollas que a algunos les traen a mal traer. 

Pasen al comedor
Marta, con una sonrisa, nos invita a pasar al comedor. Unas ensaladas, el calderete de conejo de monte, los postres a base de  fruta, queso y nueces, el café y los licores nos dejan como nuevos. Cuando estamos en plena euforia de los cantos regionales, alguien recuerda que nos quedan dos horas y media de camino.


El Monasterio de la Oliva a la vista
Reanudamos la marcha con fuerzas renovadas y con la satisfacción de que nos resta otro obstáculo que la distancia. Cuando divisamos la torre del Monasterio de la Oliva, nuestros pies parecen tener alas y ser insensibles al cansancio.


En el interior del Monasterio
Penetramos en la sombría penumbra del santuario. Unos rezan y, entre tanto, otros descansamos un poco.

Carcastillo a la vista.
Un par de kilómetros más y entramos en Carcastillo. Nuevo reagrupamiento en el bar previsto. Ante la espera, me metro entre pecho y espalda una buena jarra de cerveza.   De nuevo en marcha, ahora con la satisfacción de que la meta está muy próxima.


Dejamos Carcastillo y cruzamos el Aragón hacia Murillo
Son las seis y media de la tarde cuando llegamos a nuestro destino: Murillo el fruto. Cada cual se las arregla como puede para asearse un poco antes de la misa que va se va a celebrar a las siete y media en la parroquia del pueblo, la iglesia de Santa María.


Santa María, en Murillo el fruto
Al final de la ceremonia la emoción de nuestro canto:


"La jota de la Ribera tiene sabor peregrino y, como Raimundo Lanas, la cantamos en Murillo." 


Para cenar, unas sopicas de ajo y lomo con pimientos. Aprovecho que un compañero ha venido exclusivamente a la cena, y me largo con él hacia Tudela sin quedarme al jolgorio posterior. Nos quedan tres cuartos de hora de carretera y estoy cansado. Llego a casa, me ducho y me meto en la cama. Mañana tengo que madrugar porque, a las ocho y media de la mañana, debo estar en Murillo para unirme a mis compañeros. 


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12 comentarios:

  1. Es cansado y entrañable, es estupendo poder hacerlo, aunque veo pocas mujeres. ya falta menos. Un abrazo

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    1. Esta que describo era en un principio la Javierada masculina, pero actualmente es mixta. Hoy sábado día 15 se celebra la que antiguamente era la femenina que ahora también es mixta pero es solamente el sábado por la tarde. Te puedo asegurar que también van muchas chicas en la primera. Abrazos

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  2. Precioso reportaje, Felipe, que bien os cuidáis !!

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    1. Procuramos hacerlo, para caminar hay que estar bien preparado.

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  3. Hola Felipe. Me da, por lo que explicas, que caminan ustedes más para la Javierada que kilómetros tiene la isla redonda de Gran Canaria de lado a lado. ¡Hay que estar en forma para ello! Y ustedes lo demuestran andando. Un saludo, Ángel

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    1. En los tres días 90 kilómetrtos, de ahí queen alguna ocasion e produzca algún bajón, Saludos

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  4. Lo bueno de esto son las amistades que se hacen y la buena práctica de compartir tanto fatigas como viandas.

    Un abrazo Felipe.

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  5. Un buen reportaje el que nos ofreces Felipe.
    Solo de veros me he cansado, y eso que me gusta andar.
    Abrazo.

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    1. Si no hay algún tropiezo de ampollas o de pájara, el cansancio se aguanta, la inercia te obliga a caminar. Abrazos

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  6. Bonita caminata, habrá habido cansancio, pero también ha habido restauración en abundancia. Una curiosidad, he creído contar 2795 años... si los que sumabais todos los componentes del grupo que os hicisteis la foto en la ermita del Yugo. Me explico, he creído contar 43 personas, que a un promedio de 65 años, salen esas 2795 primaveras.
    Saludos

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    1. No andas muy descaminado con ese cálculo. Hay algunos jóvenes, pero también hay quien pasa de los setenta. Un abrazo

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