miércoles, 2 de marzo de 2011

Traslapuente

Hoy es el último día que salgo a caminar como preparación para “la javierada” puesto que mañana quiero tomármelo de descanso y el jueves a las cuatro de la tarde partimos un pequeño grupo perteneciente a “Tudelanos por Javier” para pernoctar en la ermita del Yugo.

Decido hacer un paseo más bien corto. Atravieso nuestro vetusto puente y por  la calzada de la derecha inicio el recorrido por Traslapuente, esta vez aguas abajo. A unos cien metros me topo con un grupo de cigüeñas bebiendo en el río. Me acerco cautelosamente pero es inútil, emprenden raudas el vuelo hacia la otra orilla.

Reanudo mi itinerario. La pista por la que transito es en realidad el dique de contención de la margen izquierda del Ebro. Se encuentra en un estado excelente, apenas hay baches debido a la escasa circulación de vehículos. Llevo un buen ritmo y en algo más de media hora llego al nuevo puente de una gran altura sobre el río. Paso bajo su estructura de hormigón. El agua arremete con fuerza las pilastras formando rápidos remolinos.

No llego a tiempo. Las cigüeñas han volado. 

El viento gélido, arrollador, me golpea de costado.  La sensación térmica es muy fría a pesar de que el sol brilla esplendorosamente, reverberando en la lámina del río. La presa de la Gamella, de la que toma su caudal el canal de Tauste, esta ya cercana. No llego a ella, giro bruscamente a la izquierda ya que el Barranco de Tudela me impide el paso. Aquí afluyen las aguas torrenciales de las tormentas bardeneras. En este momento solamente contiene las del Ebro que entran por su desembocadura.

El puente queda atrás

Me encamino hacia la carretera de Tudela a Cabanillas y antes de llegar a ella doblo a la izquierda y a unos doscientos metros de nuevo a la derecha para dirigirme ya hacia la ciudad por una vereda paralela al dique elevado por el que he venido.

Campos labrados. Al fondo la ciudad

Variedad en los campos por los que voy pasando. Unos, labrados recientemente, en los que se observan restos de las plantas de bróculi. Otros, llecos, baldíos. Los más, con cultivos hortícolas. Las alcachofas comienzan a despertar del letargo producido por los hielos invernales.

Vuelvo a pasar bajo el puente de la vía de circunvalación de Tudela. Más adelante, ya cerca de la ciudad, unos invernaderos con su carpa de plástico. Los están preparando con una buena capa de estiércol natural. En esta zona se sigue utilizando este tipo de abonado tradicional que hace que nuestras afamadas verduras tengan esa calidad tan reconocida en todos los mercados.

Ya me falta poco para llegar

El viento helador azota mi rostro y hasta mí llegan los desagradables efluvios de la planta papelera. La rebaso y arribo al puente de piedra que me da acceso a la ciudad, recibiéndome las hermosas torres de la Magdalena y la catedral.

Tudela me espera

Un paseo, con una duración de dos horas escasas, para que mis piernas y mis pies estén en la forma necesaria para afrontar las grandes caminatas de los días cercanos que culminarán el domingo próximo con la llegada al castillo de Javier, tras recorrer los más de cien kilómetros  que lo separan de La Ribera.  

11 comentarios:

  1. De buena gana me apuntaba contigo a la Javielada. El paseo que te has dado hoy pasa por siitios incomparables. Desde que te leo tengo ganas de ir a Tudela. Algún día lo haré.
    Un abrazo

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  2. Cien kilómetros para mí es demasiado. Para ti, acostumbrado a los paseos diarios por esas tierras, han de ser cosa de coser y cantar. Al menos de cantar, porque el camino con un cante y una buena bota de vino 'se hace camino al andar'.
    Bueno, el comentario me ha quedado algo literario pero está escrito con cariño por parte de un canarión. Buena suerte. Ángel

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  3. ¡Qué frio! el agua. el puente y el viento. Valiente eres, los rincones que nos presentas valen la pena. beso

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  4. Creo que llego a tiempo antes de que emprendas el largo peregrinar a Javier.Los tudelanos ya sois famosos por muchas cosas, pero màs aún por vuestra antigua y meritoria hazaña javeriana. Te deseo que tengas el viento a favor y no llueva. Estoy deseando ver tu nuevo reportaje.
    Saludos!!!

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  5. Qué lástima lo de las cigüeñas, con lo elegantes y bonitas que son, me habría gustado verlas.
    Espero que vaya bien la javierada. Supongo que ya nos contarás a vuelta! Un abrazo!

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  6. Te iba a preguntar si te quedaban pies todavía:) Veo que sí. Ya no darás buena cuenta de esta inmensa caminata que seguro culminarás con éxito. Que envidia!!!!
    No conozco Tudela todo será darse un voltio por ahí
    Suerte
    Un abrazo

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  7. Poder realizar la javierada es un placer. Me da sana envidia. Es una de las cosas que aún tengo pendientes: conocer javier.
    Te mando mi fuerza y cariño y te deseo unos buenos días de javierada.
    Besos

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  8. Felipe tienes una salud de hierro y unos pies que valen un "potosi".Que envidia "sana" me das. Un fuerte abrazo.

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  9. Es como si vivieras en una encrucijada: hay mil caminos que salen de Tudela para cualquier bello lugar. Espero que te lo pases bien en Javier.

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  10. Me conecto un ratito y aprovecho para leerte ¡Qué envidia! Mis rodillas no me permiten hacer esas cosas . Un abrazo desde mi retiro

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  11. Buenas tardes, Felipe. Vengo a tí desde el blog de Nerim por curiosidad por el título de tu blog y me encuentro con un tema que me llena el corazón. Aunque fallecido, mi padre era navarro, de Estella, y en mis veranos he ido a Javier a rezar y a pedir al Santo. Puedes comprender como he seguido tus pasos en este camino hacia el Castillo.

    Volveré con tu permiso.

    Besos de una medio navarrica.

    Malena

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Tu comentario es bien recibido aunque sea anónimo. Muchas gracias por tu atención.

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