sábado, 22 de abril de 2023

La incógnita

 

(Imagen de la red)

Le habían recomendado aquel lugar con insistencia. Más tarde, ante las continuas invitaciones y promesas, a pesar de sus reticencias, decidió asistir y ver lo que allí se cocía. Sus temores se vieron refrendados. En ese convite todos se mascaban, pero nadie se tragaba, a pesar de querer hacer buenas migas. Quienes habían llegado de servilleta a mantel cortaban el bacalao y ponían las manos en la masa. Metidos en harina, rebozados en un clima de buenas intenciones, todos estaban al plato y a las tajadas, pero aquel guiso desprendía un descarnado tufo a rancio. Tampoco el pan era pan, ni el vino, vino. Sin comerlo ni beberlo, se olió la tostada: había mucho estómago agradecido cercano al bienmesabe. Con un hartazgo de milhojas, se abstuvo de participar en aquel gaudeamus y se fue a freír espárragos, abandonando la mesa en ayunas, ya que no quería hincar el diente en semejante pollo.

No supo discernir con certeza si era él quien no entendía la política o si ésta no estaba hecha para él.


Felipe Tajafuerte. 2023

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