domingo, 26 de julio de 2015

El veintiséis: Santa Ana


La Congregación de Santa Ana de Tudela, tiene establecido celebrar, en la capilla que nuestra Patrona posee en la Catedral, una misa cada día veintiséis por los congregantes fallecidos durante el mes anterior. Tras la comunión, se lee un poema de un autor tudelano alusivo a Santa Ana y, al finalizar la ceremonia, se entrega a los asistentes en recuerdo de ella, una especie de estampa en la que figura dicha composición y una imagen de la Patrona..

En cierta ocasión, conversando con el presidente de esta Congregación, me manifestó que la mayoría de las poesías que se leían correspondían a autores ya desaparecidos. Había yo escrito alguna cosilla como ejercicio complementario de nuestras clases de literatura creativa y se lo comenté como una anécdota. No perdió el tiempo y me pidió que se las facilitara. Así lo hice. Más adelante, me solicitó que fuera yo mismo quien las recitara, poniéndome en un apuro. En principio, no me pareció oportuno pero, entre él y mi mujer, me convencieron y accedí.

Mis poemas, una décima y un madrigal, los leí los días veintiséis de marzo y de junio pasados, respectivamente. Llegado el veintiséis de julio, festividad de nuestra Patrona Santa Ana, me permito publicar los escritos que tienen el honor de figurar en la colección de poemas de la Congregación tudelana.


Santa Ana. Museo de Tudela


DÉCIMA A SANTA ANA

¡Oh gloriosa Santa Ana!
Eres madre de María,
desde siempre noble guía
de la ciudad tudelana.
Las gentes de la Mejana
henchidas de devoción
imploran tu protección
como de Jesús abuela
y patrona de Tudela
con todo su corazón.


Felipe Tajafuerte 
2015



Imagen de de Santa Ana de la Catedral de Tudela



MADRIGAL A SANTA ANA

Al pasar por las calles de Tudela
con el rostro sereno Santa Ana
suspira la ciudad de la Mejana
por la imagen querida de la Abuela.
Es una tradición
que inspira devoción,
fascinadora, llena de emociones.
Tanto se la venera
que se inflaman de amor los corazones
con perfumes de albahaca en flor y cera.



Felipe Tajafuerte
2015

jueves, 16 de julio de 2015

Ágreda, tres culturas

No había despertado mucho interés esta excursión, programada para el mes de julio, entre los socios de Albea, quizás debido a la proximidad de Ágreda de nuestra ciudad y el conocimiento, más bien escaso, que todos teníamos de esta población soriana. A mí, sin embargo, me apetecía recorrer las calles que de niño visité en una romería de la Virgen de los Milagros. Posteriormente, en todos mis viajes hacia Madrid, siempre había pasado de largo por lo que mis recuerdos se habían instalado en la nebulosa de los tiempos.

Por el Paseo de Invierno, dejando a nuestra derecha el encauzado Queiles, Cailes o Val, de las tres formas se le nombra, pasando bajo la bóveda sobre la que se halla el jardín barroco de los Marqueses de Paredes, llegamos la Plaza Mayor donde nos esperaba nuestra guía local junto al Ayuntamiento, situado en un palacio renacentista del siglo XVI, desde el que íbamos a iniciar un pequeño recorrido por los lugares más interesantes  de la villa.

Ayuntamiento

Dejando a nuestra izquierda el arco de Santo Domingo, llegamos a un edificio con una especie de ábside pétreo de tambor, lugar donde existió una iglesia del siglo XII edificada sobre la antigua Sinagoga y que hoy día ocupa un bar homónimo. Continuamos descendiendo la calle hasta llegar al Arco de Felipe II, puerta almenada junto al Palacio de los Castejones, que da acceso al barrio árabe.

Arco de Felipe II
Proseguimos por ésta hasta llegar a otro lienzo mayor de murallas. Sobre éstas el Centro de Interpretación.

Murallas y Centro de Interpretación
Es un sitio muy agradable en el que se ubica un mirador con hermosas vistas sobre un barranco donde, entre huertas muy bien cuidadas, en las que se cultiva el apreciado cardo rojo agredano, se encuentra la Fuente Árabe; un paisaje de terrazas y cipreses que le dan un cierto aire granadino y, frente a nosotros, los picos del Moncayo de donde Hércules expulsó a Caco, que se refugió en esta villa antes de marchar a Italia.

Huertas y Moncayo al fondo
Aquí se encuentra también el precioso Arco Emiral, de herradura al exterior y de cañón al interior.

Arco Emiral
Atravesando unas calles sin más interés que su estrechez, llegamos a la Ermita del Barrio o de Ntra. Sra. de los Desamparados, edificada en la muralla sobre la casa del zapatero morisco Juan Medrano, uno de los personajes más notorios de la historia popular. Junto a este templo se encuentra la Puerta del Agua, con arco de herradura, que daba acceso a la alcazaba y donde se hallaba un aljibe. Desde aquí divisamos el torreón de la Muela, del que no convence mucho la extraña forma de su reconstrucción.

Puerta del Agua
Llegamos al Palacio de los Castejón, un magnífico edificio herreriano, construido sobre el desnivel del barranco natural que separaba el recinto amurallado del barrio de San Miguel y la morería. Dos torres cuadradas con galerías de arcos mudéjares le añaden majestuosidad. Penetramos por un puerta flanqueada por dos pilastras estriadas sobre basamentos con capiteles jónicos, sobre la que vuela un balcón de forja con un frontón partido que ostenta el escudo del linaje de los Castejón. Nos encontramos con el Patio de Columnas, de dos alturas, la primera con arquerías y la segunda adintelada a la que se accede por una escalera cubierta por una cúpula de estilo florentino. Del patio pasamos al bello jardín renacentista, muy bien cuidado, que da paso a otro barroco, desde los que tenemos una vista del ábside de la Iglesia de San Miguel, cuya visita vamos a iniciar.

San Miguel desde el jardín de los Castejones
Es un templo gótico, que posee una hermosa torre románica almenada y tiene una sola nave, cuenta con un retablo plateresco del siglo XVI y un sepulcro en alabastro policromado. De él me llevo tres fotografías distintas de Santa Ana para incrementar mi colección.

Nuestra Señora de la Peña
Por la puerta de Pilares, dejando a la izquierda el Torreón del Tirador y la Puerta de Almazán, alcanzamos la iglesia más antigua del pueblo, la de Nuestra Señora de la Peña, actualmente Museo de Arte Sacro, en la que contrajo matrimonio Jaime I El Conquistador con doña Leonor de Castilla. Llama la atención su portada de acceso, románica, con cuatro arquivoltas decoradas. Muy curioso su interior con planta de dos naves de desigual anchura, divididas por un gran pilar rectangular. En uno de los dos altares mayores hay un gran fresco de la Inmaculada Concepción a cuyos pies se encuentran las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, que me apresuré a fotografiar. El museo recoge diversas obras artísticas de los siglos XIII al XVIII, entre ellas destaco, por razones muy particulares, parte del coro de madera policromada perteneciente a la iglesia del desaparecido despoblado de Masegoso.

Basílica de Nuestra Señora de los Milagros
Finalizada la visita guiada en la Plaza Mayor, antes de disfrutar de una refrescante cerveza, algunos nos acercamos a la basílica de Nuestra Señora de los Milagros. Poco recordaba de su interior salvo la figura del zapatero Juan Medrano que se convirtió al ver que la imagen de la Virgen giraba su cabeza hacia él porque se encontraba trabajando durante la procesión del Corpus.

Paseo de la Dehesa
Después de la comida, en la que pudimos degustar un sabroso plato del afamado bacalao de Ágreda, hicimos un recorrido por el agradable Paseo de la Dehesa. Bebí unos sorbos del agua sulfurosa de la fuente, pareciéndome que tiene menos sabor y olor que antaño. De niños siempre magnificamos las cosas. Busqué con la vista la estación de ferrocarril de la desaparecida línea Castejón-Madrid, a la que arribé en mi niñez, procedente de Cintruénigo, para asistir a la romería de la Virgen de los Milagros, romería que gozaba y goza de un gran predicamento entre los pueblos de Soria y los vecinos de Aragón, Navarra y La Rioja. Un nuevo refrigerio a base de zumo de cebada fermentado nos dejó listos para afrontar el resto de la jornada.  

Fuente de agua sulfurosa
El Queiles, Cailes o Val que nace en Ólvega, se oculta como el Guadiana y reaparece en esta dehesa, en el paraje denominado de Los Ojillos, regando las huertas de Ágreda. Más tarde, en la zona de Los Fayos, se une al Queiles nacido en Vozmediano, en un manantial con el segundo mayor flujo de Europa y, después de pasar por ciudades como Tarazona y Cascante, tras recorrer cuarenta y cinco kilómetros, vierte sus aguas al Ebro en Tudela. Algunos aseguran que el Queiles es un río bicéfalo, con dos cabeceras.  

Los Ojillos
Ágreda, como otros muchos lugares a lo largo y ancho de nuestra piel de toro, entre ellos Tudela, se configura como villa de las tres culturas: árabe, judía y cristiana, que convivieron durante varios siglos de forma más o menos pacífica y dejaron un legado que nosotros hemos podido disfrutar en una excursión que cumplió con creces las expectativas que había despertado.







    

lunes, 13 de julio de 2015

El tardón


Abatido por la homofobia, quiso ocultarse junto a sus amigos. Cuando abrió el armario, comprobó que estaba vacío. Hacía tiempo que habían salido todos.

Felipe Tajafuerte
2014

domingo, 5 de julio de 2015

Ruptura



Digámonos adiós sin brusquedad.
Nuestros puntos de vista no convergen
desde hace un tiempo y hemos agotado
la capacidad límite del hondo
pozo de los agravios. Demos una
nueva oportunidad a la esperanza
de centrar el amor en otra diana,
sin recelos ni estúpidos rencores.
Sorbamos sin angustia el bebedizo
de amargos desencuentros ya olvidados
y, sin volver la vista atrás, ligeros,
digámonos adiós sin acritud.


Felipe Tajafuerte
2015

miércoles, 1 de julio de 2015

Un lustro


Cinco años han pasado ya desde aquel primero de julio del 2010 en que publiqué la entrada inicial de este blog. Durante mil ochocientos veintiséis días, o noches, he permanecido fiel a una labor comenzada con entusiasmo, en la que, a pesar de que la periodicidad media publicación es de cinco días, trescientos setenta y cinco post exigen, por lo menos a mí, una gran dedicación para la elección de temas, fotografías etc. que van más allá de la simple puesta de negro sobre blanco de las ideas, las emociones, las impresiones, los sentimientos que han marcado una impronta durante este periodo de tiempo.

Nunca me he considerado poeta, siempre he mantenido que donde mejor me defendía era en el reportaje y, casualmente, ha sido la poesía la que me ha dado mayores satisfacciones durante este último año, pródigo en acontecimientos agradables respecto a mi afición literaria. 

También es cierto que en este último periodo mi actividad blogística se ha visto mermada y mi actitud ha estado un tanto desmotivada. Quizás haya influido en esto los siete viajes realizados, amén de nueve excursiones de un día. No obstante, los más de cincuenta y seis mil visitantes que se reflejan en mi contador, a los que nunca terminaré de agradecer su atención, me siguen animando a continuar aunque sea de una manera más atenuada.

Se me han ido quedando en el tintero reportajes sobre estos viajes que, con toda probabilidad, algún día retomaré. También quedó relegado uno, sugerido por el granadino Emilio, sobre las grandes inundaciones del Ebro en nuestra ciudad, que se vio arrastrado por las riadas de los preparativos y las ausencias.

En fin, después de este examen de conciencia, del dolor de corazón que subyace en ella, de la confesión aquí efectuada y del propósito de la enmienda prometida, procede el cumplir, si no la penitencia, los deseos de seguir manteniendo viva esta bitácora. Amén.


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