jueves, 18 de agosto de 2011

San Andrés de Teixido

Vienen a mi memoria de vez en cuando imágenes de las excursiones realizadas durante nuestro último viaje a Galicia. Una de las más vívidas es de la que ahora me ocupo.

Salimos de mañana de La Coruña y tras atravesar las rías de Betanzos y El Ferrol nos internamos en la Galicia profunda. Poco a poco los bosques de eucaliptos son sustituidos por la masa forestal autóctona compuesta de castaños, robles, hayas, pinos etc. La temperatura muy agradable a pesar de que el día nos salió gris, amenazante de lluvia.

A medida que la estrecha y sinuosa carretera nos acerca a nuestro destino, quedamos imbuidos por la magia del paisaje. No en vano nos acercábamos al lugar donde las leyendas del pueblo gallego tienen mayor arraigo. Ascendíamos entre la niebla y a cada recodo, por entre los castaños de la pendiente, imaginaba que en cualquier momento la "santa compaña"  iba a hacer acto de presencia mostrándonos la procesión errante de los espíritus de los fallecidos inesperadamente, antes de la hora en la que el destino tiene prevista su muerte.

Un lugar con encanto

La carretera desciende hacia las cercanías del mar.  Hemos llegado. Bajamos del autobús y allí está, emergiendo de un grupo de casitas, la ermita de San Andrés de Teixido.  Destaca, en el colorido de la ladera, la piedra sobre el enfoscado de fondo blanco, encalado. Sobre él la cubierta de pizarra. En la fachada un campanil a la izquierda de la nave, enfrente un cruceiro y una pequeña explanada con unas preciosas vistas de los acantilados.

Los acantilados

Antes hemos dejado atrás una serie de puestos de venta de todo tipo de objetos. Artesanía, souvenirs, útiles, exvotos, estampas del santo, figuritas de pan, "herba namoradeira", rosquillas, embutidos, miel... en fin, cualquier tipo de objeto que pueda interesar al turista o al peregrino. Mi mujer, como es habitual, adquiere el consiguiente dedal de porcelana para engrosar su colección.

El interior de la ermita, al que accedemos por una puerta lateral, está vacío. Un retablo barroco de 1624, profusamente abigarrado,  preside el presbiterio. En las paredes el blanco alterna con la piedra.

El retablo barroco 

Damos un paseo poniendo gran énfasis en no hacer daño a ningún bicho que nos salga al paso ya que puede tratarse de la reencarnación de alguna persona que durante su vida no visitó la ermita. Ya se sabe que "A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo".

Un rincón de nuestro paseo

Quizá alguna de las parejas que nos encontramos están haciendo cumplir con la romería a cualquier familiar fallecido que no lo hizo en vida, cuya tumba habrán visitado previamente para invitar a su espíritu a que les acompañe. Por supuesto, habrán llevado consigo la piedra que habrán depositado en uno de los milladoiros de la zona.

De vuelta, hacemos una parada en lo alto del acantilado Vixia de Herbeira, el segundo más alto de Europa, que desde sus 620 metros de altura nos muestra un maravilloso paisaje a nuestros pies. Quitamos unas fotos que más adelante nos harán recordar la fascinación de este lugar.

Hermosa vista desde el acantilado

Emprendemos el retorno recorriendo de nuevo la magnífica sierra de A Capelada habiendo cumplido con la obligación de visitar San Andrés de Teixido en vida, sin temor a que, cuando nos reencarnemos en otra vida en largartija o cualquier otro especimen, nos pise algún desaprensivo visitante. Naturalmente vamos provistos de la correspondiente varita de avellano con las hojas de texo. ¡Faltaría más!




8 comentarios:

  1. Querido amigo Felipe: eres tan magnífico viajero, que debería estar subvencionado, aunque los tiempos no están para dispendios. Leer uno de tus viajes es como enfundarse en tus zapatos y viajar en ti y contigo. Un fuerte abrazo.

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  2. Francisco tiene razón, las reseñas de tus viajes y las magnificas fotografias es como viajar a tu lado y de tu mano. Ya te dije una vez que me encanta leer tus crónicas de viajes, son excelentes.

    Un beso

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  3. Qué buenas crónicas nos regalas, tú deberías ser el sucesor en la tele de Labordeta y su país en la mochila.
    Un abrazo Felipe.

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  4. Qué estupenda excursión Felipe. Y qué altura la de ese acantilado de
    Vixia de Herbeira, de vértigo, pero preciosas las vistas desde él. Un abrazo.

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  5. Hola Felipe. Te estábamos echando de menos pero ya sabemos que era por la galbana ésa que se había apoderado de tu cuerpo. Seguro que no de tu alma viajera. Con esta entrada me has recordado un viaje de hace muchos años que hice por Galicia y en el que tuve la suerte de estar por estos sitios que cuentas. Me has vuelto a llevar a la ermita y al acantilado donde por cierto soplaba un viento que pa'qué. Un saludo desde Gran Canaria, Ángel

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  6. es un lugar muy bonito y agra dable lástima de tiempo, porque esta zona tiene dos caras , según el tiempo que haga, aunque las dos merecen la pena ,parece que siempre queda algo por ver

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  7. No solo eres un enorme viajero del mundo, sino que, además, a juzgar por tus fotografias, eres un inconmensurable artista de la cámara.Sigue con tus relatos que te acompañaremos allá donde vayas. Un abrazo

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