viernes, 16 de marzo de 2018

Semana Santa tudelana

Esta tarde noche, he asistido, en el Palacio Decanal de Tudela, al acto de apertura de la Semana Santa tudelana con la lectura del pregón de inicio de la misma, a cargo del escritor y poeta Pepe Alfaro. Como creo que lo escuchado no tiene desperdicio, lo transcribo íntegro para conocimiento de quien pueda estar interesado, sea creyente o no, porque sus palabras las puede suscribir cualquiera. 

Pepe Alfaro leyendo el pregón


PREGÓN DE LA SEMANA SANTA TUDELANA, 2018 
 -Pepe Alfaro-


Tengo que agradecer, en primer lugar, la designación como Pregonero de la Semana Santa de Tudela a la Asociación de Cofradías de Tudela. Dudo de que haya sido un buen acierto elegir a un laico que vive más en las dudas que en las certezas y que soy como la personificación de ese cartel de “Acción poética”, que dice: “ANTES DUDABA. AHORA NO SÉ”. Bien es cierto que ser laico no es ser ateo. Por eso lo haré desde mi visión personal.


No me es ajena la Semana Santa. Siendo muy niño salí de nazareno en la Procesión de Corella, también en la de Tafalla, Irache y otras localidades en donde viví o estudié. La Poesía religiosa, por otra parte, siempre me ha interesado, tanto desde el punto de vista como lector de los grandes místicos y modernos, como también desde el de escritor. Ahí están las 7 palabras que escribí para Corella y que son leídas en diferentes lugares que me lo han solicitado, como también aquí serán leídas, concretamente en el ya clásico Concierto Oratorio que tendrá lugar el próximo jueves 22 en la Iglesia del Carmen.

La Semana Santa de Tudela, sin dejar de tener sus principales hitos propios, en esos tan bellos como inocentes autos sacramentales del Volatín y el Ángel, lleva unos años en constante crecimiento, con una serie de actos que se van consolidando y en los que, de continuo, aumenta la participación. 

Pero no podemos olvidar que la celebración de la Semana Santa es la celebración de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazareth. Aun habiendo leído varias veces los Evangelios, reconozco que no entiendo de exégesis evangélicas en relación con lo divino, por lo que me fijaré más en el hombre. En ese Jesús de Nazaret, un emigrante, un “sintecho”, que viene a nacer en la pobreza de un pesebre, entre dos animales, a pesar de que la imaginería edulcore esa realidad. Como también se dulcifica la muerte con bellos Cristos, representados más desde el punto de vista de la pose estética que desde el dolor.

Dicen que un libro son muchos libros. Tantos como lectores. Más aún, cada relectura supone leer un libro distinto, porque cada uno de los lectores entendemos lo leído a través del cedazo de nuestra manera de ser en cada momento. Y lo que para uno es esencial para otro lector es accesorio. O viceversa. Por eso, de ese Jesús de Nazareth que narran los Evangelios, me quedo con esa digna pobreza tan presente en su doctrina. En Mateo y en Lucas aparece la anécdota del “joven rico”, que buscaba ganarse el cielo, pues cumplía los mandamientos: “―Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas. ―Les aseguro —comentó Jesús a sus discípulos— que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”. Pero los ricos, que no descansan en su avaricia, y se toman al pie de la letra lo que les conviene, se aprestaron a fabricar agujas enormes por cuyos ojos entrasen camellos sin dificultad.

Lo mismo ocurre en el episodio de la Expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalem, cuyo patio es descrito como "lleno de ganado y tablas de cambistas de monedas”. “Jesús se molestó tanto por esa situación que formó un latigo con varias cuerdas y, a golpes, hizo salir al ganado y tiró las mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas, haciendo caer las monedas por el suelo”.

El Papa Francisco, fiel a esta inequívoca doctrina, lo ha expresado en numerosas ocasiones: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”

Pero también me quedo con la humanidad del hombre que llora cuando se entera de la muerte de su amigo Lázaro. Que duda en el huerto de los olivos: "Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Que pide agua desde la cruz: “tengo sed”

Llanto, Dudas, Sed, Pobreza y Humanidad. Algo que tanto falta en los líderes dirigentes de nuestras sociedades actuales, traidores vendidos a las treinta monedas del capital. 

No podía dejar de hacer mención al tema de las mujeres, las eternamente olvidadas por la Historia. Mientras Judas le traicionaba (cómo no, por dinero) y Pedro negaba conocerle, los otros huían. Y ¿quiénes estaban acompañándole en su pasión y muerte?: las mujeres. María, su madre; María, esposa de Cleofás y madre de Santiago; María Magdalena; Salomé, esposa de Zebedeo y un genérico “otras mujeres”, entre las que se nombra a la Verónica, siguieron a Jesús hasta el monte Calvario y fueron el enlace entre la muerte y la sepultura. Más mujeres que varones (pues tan sólo se citan a Nicodemo, José de Arimatea, y a Juan) permanecieron junto a Jesús, cuando fue apresado, torturado y conducido hasta la muerte en la cruz. 

Veinte siglos después, los ricos siguen siendo los dueños del mundo a costa de los pobres. Las distancias cada vez son más abismales, siendo los ricos más ricos, y los pobres más pobres. Veinte siglos después, los jóvenes salieron a la calle, los mayores hemos tenido que salir a la calle y lo mismo ha ocurrido con las mujeres para clamar por una Igualdad y por una Dignidad que nunca llegan. 

Y es que el mundo, como siempre se mueve entre las dos fuerzas: el Bien y el Mal. El Bien solidario de “Amar al prójimo” y el Mal de acumular riquezas a cualquier precio. Estas dos fuerzas que están representadas y esculpidas en el mayor tesoro artístico de nuestra tierra: la Puerta del Juicio de la Catedral de Tudela. 

Pero el pueblo es sabio. Y también ha sabido representar el Bien y el Mal. Y lo ha hecho de una manera festiva con unos Autos sacramentales que han llegado hasta nuestros días: el Volatín y el Ángel. Sencillos, casi infantiles, pero con unas enormes dosis de crítica, no exenta de espiritualidad. 


El Volatín representa el ajusticiamiento del Mal, personificado en la figura de Judas. El pueblo ha sabido identificar a numerosos judas que en el mundo han sido, como discípulos, a veces aventajados, del Iscariote. Nuestra tierra, crisol de culturas y de etnias, ha sido siempre hospitalaria con los ángeles y crítica con los volatines. El Diccionario de Pascual Madoz recoge que hacia 1486, y cito textualmente, “se refugiaron en Tudela muchos aragoneses perseguidos por la Inquisición, y la ciudad los acogió tan decididamente, que no solo se negó a entregarlos a las reclamaciones inquisitoriales, sino que amenazó a los inquisidores con echarlos al río”. 


Y el Volatín es el heredero de aquel pensamiento antiinquisitorial. De ahí que al “moñaco” se le vista con algún traje en el que se incluye algún tipo de crítica. Ha ido de banquero, de médico, de empresario, de arlequín… bueno…y de foral. Pero lo que, en este caso, era simplemente una crítica al cambio de gorra americana en vez de la popular boina, fue visto como una afrenta por quienes se sintieron ofendidos sin causa. 

Espero que a mí no me lleven a juicio por contar mis sueños o pesadillas, porque es que llevo ya un montón de días soñando con un Volatín. Con un “moñaco” que no para de dar vueltas y lleva un birrete semejante al rector de una Universidad, y que sujeta con avaricia una bolsa con treinta monedas. Por cierto, una Universidad tan cercana en su edificación como lejana en su espíritu solidario. Y es que los sueños, como el humor, son siempre peligrosos para el sistema económico. Que se lo digan a mis amigos Pepe Zardoya y Luis “el Jabonero”. Está claro que los “nuevos reyes del cotarro” no permiten ni siquiera aquella tan necesaria como catártica crítica que los antiguos reyes permitían a bufones y juglares. 

Este año el Pregón del Volatín corre a cargo de la Asociación de Mujeres del Barrio de Lourdes. Enhorabuena a quienes tuvieron esa luminosa idea. Porque es un colectivo digno de muchos reconocimientos por su desinteresada labor en poner siempre, entre otras muchas actividades, su adecuado condimento a la Vida. Un paso más hacia esa Igualdad y Dignidad, que son parte de la Justicia y por la que siempre debemos luchar. 

Finalmente vendrá el Ángel. “El enviado”, si hacemos caso a la etimología griega de ἄγγελος. El nombre “Ángel” aparece en casi todas las lenguas del mundo. En el 2017 y en este 2018, (otra coincidencia femenina más) lo encarnan dos mujeres, dos Ariadnes. La figura del Ángel es un tanto peculiar. Ya desde el nombre: en singular (Ángel) es masculino, en plural (Ángeles) es femenino, pero también existen Ángelas y Angélicas. 

Y será, este Ángel, el que nos traerá de nuevo la renacida Vida. Y, en este ciclo continuo entre la Vida y la Muerte, el Ángel, quitará el velo de María, como símbolo de terminar con el luto y traernos la Alegría. Por eso la primera palabra del Ángel es “Alégrate”. 

No podía terminar sin un poema. Una breve décima que intenta recoger esta completísima Semana Santa tudelana, que se abre con este acto que ahora finaliza, y en el que reitero mi agradecimiento: 



Al hilo de los pregones
que hablan de Muerte y de Vida,
con concierto, con rompida
de la hora, procesiones,
cine y representaciones
de la Pasión… llegaría
la cercana alegoría
que a esta Semana da fin:
los giros del Volatín
y el Ángel de la Alegría.




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